Es verano y la mayoría de quienes somos esquiadores acostumbramos a desconectar del mundo de la nieve. Y a menudo pensamos que en las estaciones de esquí, cuando llega el calor, cuelgan el cartel de "cerrado" y listos. Hasta la siguiente temporada.
Pero lo cierto es que esa es una percepción que queda muy lejos de la realidad. Cada vez son más las estaciones de esquí que abren de junio a septiembre para ofrecer actividades de verano en la alta montaña. Una tendencia que crece, sobre todo desde la pandemia de 2020. Y de ahí que, más que hablar de estaciones de esquí, tenga todo el sentido llamarlas estaciones de montaña, una definición de uso cada vez más creciente.
Pero no solo se abre para usos lúdicos. En verano también se abre de puertas adentro y se realizan tareas de mantenimiento y reparación en diferentes ámbitos. En estos días de calor intenso en los Pirineos, basta con acercarse a cualquier estación para observar que en muchas ocasiones hay algún tipo de movimiento. A veces son mecánicos subidos en una pilona y, en otras, técnicos trabajando a pie de pista removiendo un cañón de nieve.
Mantenimiento y sustitución de los paravientos
En estos últimos días de julio hemos podido comprobar cómo, en el caso de La Molina, se está trabajando en las líneas de paravientos. ¿Y qué hacen? ¿Para qué sirven? ¿Cómo funcionan?
El funcionamiento de los paravientos es bastante sencillo. Su instalación, normalmente perpendicular a la dirección habitual del viento, consigue amortiguar la intensidad de la nieve transportada por la ventisca, la arremolinan tras la estructura de madera y, por disminución de velocidad y gracias a la fricción-fusión entre copos y aumento de peso, estos se acaban depositando tras la barrera en forma de duna.
Así es fácil observar cómo, después de cada temporal de nieve y viento, hay grandes acumulaciones de nieve detrás de las líneas discontinuas de barrotes de madera vertical. Y una vez "almacenada", ya solamente será cuestión de que una máquina pisanieves la reparta por el tramo de pista más cercano.
Los paravientos de La Molina
Curiosos por saber un poco más sobre los trabajos de estos días en La Molina, hemos pedido a David Campà, jefe de pistas de la estación, cómo se hace el mantenimiento de las barreras antiventisca que vemos repartidas por todo el dominio.
El responsable de pistas ha explicado que "actualmente en La Molina tenemos aproximadamente 17 km de paravientos que necesitan un mantenimiento continuo. A veces deben ser reparados, en otros suprimidos, y en otras ocasiones reubicados".
Entre las razones para la reparación se encuentra la posibilidad de que "hayan quedado deteriorados por el paso de los años y, por tanto, si pierden efectividad hay que sustituirlos por unos más nuevos". Entre las situaciones también habituales para reparar se encuentran las nevadas que "vienen cargadas de humedad y provocan el destensado o los tumban por el mismo peso de la nieve".
En cuanto a la supresión, explica que “a veces hay un elemento natural que hace la misma función. Es el caso de la pista de enlace entre el retorno del telesilla Cap de Comella hasta la base del telesilla de Torrent negre. Con los años ha crecido un bosque detrás de los paravientos que ya está haciendo la misma función". "En un caso así el paraviento ya no es necesario, y este verano lo hemos retirado", concluye.
Además, también ha comentado que algunas pistas, y después de años de observación del comportamiento del viento con algunas hiladas, "aprovechamos para reubicarlas algo mejor o para alargar las líneas algunos metros más". Este sería el caso de lo que se está haciendo este verano en la pista Agulles.
Y lo cierto es que los paravientos cada invierno demuestran su buena labor. Por ejemplo, en algunos trazados como podrían ser la Carena y Mainadera, en el sector de Torrent Negre, o de Pastors y Huguet, en los Alabaus, únicamente con la instalación de los paravientos, es posible la apertura de diciembre a marzo sin necesidad de disponer de la aportación de nieve producida.
Otro caso muy representativo es el de la pista Comabella, dada su configuración completamente perpendicular a la dirección del viento. Una extensa línea favorece un manto de nieve casi toda la temporada a lo largo de su desnivel de más de 200 metros verticales.
¿Quién los fabrica? ¿Qué coste tienen?
Los paravientos de La Molina están hechos con madera de castaño, y los suministra una empresa de la Seu d'Urgell. El coste de cada paraviento, una vez instalado, es de aproximadamente 80 euros por cada metro lineal, un precio que varía en función si son de una altura de metro, metro y medio o de dos metros.
Hay que tener en cuenta que para su instalación deben sujetarse a unos troncos de madera tratada alineados que van clavados dentro de una pequeña zapata de hormigón. Y no tiene la misma altura el paraviento preparado para una pista que el destinado a un telesquí, y es que en este último caso existe el riesgo de que si la hilada es demasiado alta se pueda enganchar una percha.
Y ya dentro del ámbito que podría englobarse dentro del aspecto medioambiental, se procura que cada un máximo de 150 metros de hilada se deje una apertura para el paso de la fauna, sea salvaje o de los rebaños que en verano pastan en la montaña. O para el paso de las pisanieves con turbinas que, en caso de que el viento haya sido de levante y no de norte, puedan acceder más fácilmente a la nieve que se ha acumulado en el lado contrario de donde habitualmente lo haría.
En resumen, los paravientos se han convertido en unos magníficos productores y almacenadores de nieve muy eficientes, ya que su coste energético es 0. Eso sí, de vez en cuando, requieren un mantenimiento.
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