Desde un punto de vista técnico y formativo, podemos presentar al esquiador como un “sistema articulado, conducido a través de los cambios de presión en el contacto esquí nieve”, y para Fred S. Keller (“Journal of Applied Behavier Analysis”, 1968) es clave construir el ethograma del esquiador, es decir, el perfil característico de todos sus comportamientos, y aquí ya tenemos el material que será nuestro objeto de trabajo, luego hablaremos de el.
En el trabajo, “Esquí de competición 2009. Profundización del Memento 2006” ( ENSA 2008, Chamonix, formato DVD ), ya se define el objeto de trabajo sobre cuatro factores:
- Jugar con la inclinaciones,
- Generar rotaciones,
- Transmitir los esfuerzos
- Producir aligeramientos,
… todo ello ejecutado en un timing apropiado, en su momento adecuado. Pero para observar a un practicante turista, la línea (fundamental para un corredor) pasa a un segundo lugar, pues el desencadenamiento del viraje ocupa la mayor atención y la cuestión técnica por excelencia es hacer un viraje, así de simple, el que sea, según su capacidad, ya sean virajes al monte, al valle, encadenados, etc.
De esta forma, será en el desencadenamiento donde deberemos observar sus esfuerzos para dirigirse a la pendiente, que instintivamente su subconsciente rechaza , girándose hacia el monte y dificultando la trayectoria…, será aquí donde podemos aplicar la nueva metodología, al centrarnos en la observación y análisis de sus errores, y facilitarles el comportamiento , no aplicando ejercicios auxiliares ni otras monsergas, sino haciéndoles comprender ( a los adultos ) la eficacia de una aptitud diferente, “ no lo haga así , sino así” .
Explicar la fase de la preparación, es esencial para entender el gesto siguiente, facilitar el placer de deslizar. La preparación es la anticipación subsiguiente, es el modelo privilegiado para poder continuar las evoluciones.
Todo esto es cosa conocida para la mayoría de los entrenadores y profesores experimentados, pero no lo es en los casos de los nuevos titulados, como he tenido ocasión de observar, y es a ellos fundamentalmente a los que van dedicadas estas reflexiones, con la intención de cambiar la forma de enseñar, la metodología que se emplea en nuestro deporte que desde sus primeros pasos ha cambiado muy poco.
Resulta cuando menos curioso, que en la mayoría de los deportes, la metodología se haya adaptado al progreso de la especialidad, como mínimo en lo referente a su técnica, material y a los resultados finales , pero en el esquí alpino , se sigue utilizando el mismo sistema metodológico de enseñanza de las primeras escuelas europeas, allá por los años treinta. Las razones de ello, es que a diferencia de los demás deportes, los de pelota por ejemplo, el esquí ha sido considerado antes mas como medio de transporte que como practica turística y deportiva .En particular , el uso militar del esquí, para las tropas de montaña, ha determinado el sistema de enseñanza posterior.
Lo mismo pasó con la equitación, y todavía podemos ver manuales militares de enseñanza de equitación, paralelos en el tiempo a la enseñanza del esquí alpino, es decir, un método para enseñar a las tropas a moverse con el instrumento, sin explorar otras posibilidades que los simples desplazamientos sobre el terreno. Así se construyeron unas tablas de ejercicios, que se consideraban los idóneos para progresar en los movimientos, y a estas tablas, se les conoció como los sistemas de enseñanza oficiales, digamos entonces que estas podrían considerarse en el futuro como las Tablas de la Ley para el aprendizaje deportivo.
Si analizamos el contenido de estas tablas, vemos que en ochenta años apenas se han modificado, los ejercicios son los mismos y aunque hayamos modificado a veces su vocabulario todo sigue igual. Si observamos la disposición de los alumnos con respecto al profesor, sigue el mismo sistema autoritario de la enseñanza militar…, el que sabe, más que enseñar manda, corrige, y a veces castiga con los llamados ejercicios auxiliares, que son una verdadera tortura física y psicológica, como llevar los bastones con los brazos estirados a lo largo de las bajadas, bastones apoyados en la nuca y otras penas por el estilo. Al final se aprende, claro que se aprende, pero a un precio muy alto para la estima y el tiempo de los alumnos, que la mayoría de las veces se les hace muy tortuoso el camino hacia el aprendizaje, desistiendo o alargando su deseo de deslizar libremente la pendiente.
Es por ello que el CEDI, reuniendo la experiencia de las escuelas , con el análisis de los resultados, propone una modificación del sistema metodológico para encauzar el esfuerzo de los alumnos hacia resultados más prácticos y menos onerosos en esfuerzos , que aunque basada en los criterios de progresión clásicos ( deslizamiento y control de la velocidad ), se llegue a ellos mediante una observación analítica del esfuerzo y el resultado de cada alumno, proporcionándole una corrección específica para su fin, y todo ello basado en la observación.
La enseñanza es el resultado de aprender una técnica, es decir saber hacer cómo por medio de una metodología, que en el caso de los adultos es más analítica, y en los niños, enteramente global, es decir, los gestos poco precisos pero animados, y asimilables a su edad. La enseñanza CEDI, recurre a un cuadro resumen, en el que se dan las características de una sesión de esquí para el aprendizaje, es decir el método del Memento francés (quien, donde, qué y cómo), pero ampliado al desarrollo de una lección de esquí, es decir, al momento clave de la trasmisión del conocimiento. Hacemos mucho hincapié en obviar las explicaciones técnicas, a veces farragosas e innecesarias, la mayoría de las veces, sustituyéndolas por la práctica del gesto, y la corrección especifica mediante la observación de cada alumno. Por último, reflejamos la progresión como el hilo conductor hacia el final del aprendizaje, dejando a un lado los ejercicios específicos para mejorar y afinar alguna parte de estos, por ejemplo las guirnaldas para los desencadenamientos y los auxiliares , siempre que estos solo sean gestos, y no castigos más complicados de realizar que el ejercicio en sí.