Cada subida en la silla, era como si el cielo se te desplomara encima, refugiados en posturas incomodas pero “calientes” esperábamos con impaciencia la llegada del invento a su término, para deslizar las tablas y volver a empezar.
Miraba hacia atrás, y encontraba las figuras, desfiguradas por la intensa precipitación, las nieblas en un complot extraño con los copos nos envolvían en un mundo irreal y las pocas personas que circulaban por el entorno sobre sus tablas, parecían sombras extraídas de una película de terror gore, un grupo se afanaba en encontrar unos esquís debajo de lo imposible.
Después de dos descensos, regresamos al “calor del bosque”, uf aquí se respira quietud silencio y porque no? Soledad y tranquilidad, en uno de los pasos la gente que venía aparecía y desaparecía al abrigo de los abetos, una cabeza entre el hongo de nieve encontraba su lugar en el extraño mundo blanco, a veces perdíamos la sensación de cualquier atisbo de civilización……. No puede ser estamos en una zona “domada”, pero no estábamos seguros de que así fuera, la naturaleza y sus elementos por domados que parezcan tienen uñas y dientes dispuestos a morder si no eres precavido.
Al ir cayendo la tarde, las luces cambiaron de súbito y empezamos a entender que era hora de retirarse al verdadero calor de la civilización, pero no antes sin probar, aquella dulce pendiente entre matojos y arbustos de formas fantasmagóricas bajo la aún intensa nevada.
Cuando llegamos abajo todo cambio la luz se hizo luz y los coches, la gente y los carteles nos devolvieron a la realidad, a pesar de que el cielo seguía desplomándose sobre nuestras cabezas.
Saludos desde Cham.
Gracias a Salomon España por su colaboración
Ricardo Montoro
Guía de Alta Montaña UIAGM
Pintor