Todos tenemos un rincón predilecto en las montañas, ya puedes viajar, recorrer lugares, visitar templos del esquí, que siempre te apetecerá volver a casa, y eso que viviendo en Los Pirineos, es difícil elegir un espacio, pero nosotros en este sentido lo tenemos muy claro, nuestro rincón son las montañas que nos vigilan cada día, será porque Anne ha jugado a sus pies desde pequeña y porque para mí ha sido y es uno de los lugares más bellos de la cordillera pirenaica, y eso hay que disfrutarlo, como si fuera la primera vez, y que mejor que salir a jugar en primavera, cuando todo está en calma y los días son largos y luminosos, y que opción es la ideal si tu compañera de juego es una apasionada de su pueblo, donde nació y creció, donde aprendió a mirar las montañas con respeto y pasión a partes iguales, estos días hemos dado algunas vueltas por La Partacua, por lo más bello del Valle de Tena, hemos convivido con las primeras marmotas, con los sarrios correteando y el quebrantahuesos planeando sobre nuestras cabezas, hemos escuchado en el silencio el rugir de las avalanchas que caen de las paredes, con un ruido intimidante, pero de una belleza extraña, nos hemos apartado para de los disparos de trozos de hielo que se desprenden de las cascadas, y nos hemos regalado algún descenso bueno y otros con nieves difíciles de negociar, pero a nosotros La Partacua nunca nos defrauda, porque es nuestro terreno, nuestro hogar y diría que parte de nuestra existencia...
Gracias a:
Salomon España
Ortovox