Corredor Norte de Punta Escarra con esquís
La Punta Escarra es un pico de aspecto imponente del Pirineo Oscense, situado entre la Canal de Izas, el Circo de Ip y el Valle de Tena. En su cara norte se encuentra uno de los corredores más conocidos en la zona con unas condiciones ideales, no sólo para la gente que se inicia en el alpinismo invernal, sino también para aquellos a los que les gusta el esquí en pendientes fuertes.
Tiene un desnivel de unos 300 metros y la pendiente en la mayor parte de su recorrido está en torno a los 45º, superando los 50º en sus metros finales.
Por su anchura y trazado bastante recto no presenta grandes dificultades objetivas, por lo que yo creo que es ideal para iniciarse en este tipo de descensos. Lógicamente, no es aconsejable con nieve dura.
El material que hay que llevar, aparte del material normal de esquí de montaña, es un piolet, crampones y casco, fundamental por el riesgo de caída de piedras en el corredor.
Aprovechando que era el último día que abría la estación de esquí de Formigal y, por lo tanto, que era posible acceder desde el aparcamiento de Sarrios con los esquís puestos, evitando la larga aproximación por la Canal de Izas, nos decidimos a intentar este corredor que yo llevaba en la cabeza desde hacía mucho tiempo.
Salimos temprano del aparcamiento de Sarrios, después de una noche lluviosa, lo que sabíamos que iba a condicionar mucho el estado de la nieve.
El primer tramo de la aproximación se hace siguiendo las pistas de esquí de la zona de Sarrios, todavía con bastante nieve a pesar de estar a finales de abril.
En unos 45 minutos se llega cómodamente al collado de Izas, que separa los dos valles. Allí se quitan las focas y se inicia una larga media ladera hacia el sur, intentando perder la menor altura posible, hasta situarnos bajo el cono que hay al pie del corredor, a unos 2100 m.
Llegando al Collado de Izas por las pistas de Formigal
A media ladera, en dirección a la Punta Escarra
Como la nieve estaba muy blanda, aquí volvimos a poner las focas para llegar hasta la misma base del corredor con los esquís puestos, a 2300 m. Si la nieve hubiera estado algo más dura habríamos hecho este tramo con los crampones puestos.
En este punto nos pusimos los esquís en la mochila...y en marcha, sin mirar demasiado hacia abajo.
La nieve estaba blanda, aunque muy apelmazada por la lluvia recién caída, así que no nos hundíamos demasiado en la subida y la progresión por el corredor fue muy cómoda y más rápida de lo esperado.
Ascendiendo el corredor
Los metros finales antes de la salida del corredor son los más inclinados, superándose los 50º. Según la cornisa que haya y la cantidad de nieve, esta inclinación puede variar. Con la nieve dura me imagino que este último tramo puede llegar a ser un poco complicado, aunque entonces yo creo que es mejor no plantearse bajar esquiando el corredor a no ser que se tengan las cosas muy, muy claras.
Descansando un poco antes de bajar, con la cara norte de Collarada y el Ibón de Ip como telón de fondo.
Tras comer un poco en el collado, hacer unas fotos y disfrutar de las vistas hacia el Circo de Ip, nos apretamos las botas, calzamos los esquís y para abajo, que ahora empieza lo bueno.
Primero me metí yo en el corredor. La primera sensación fue que la nieve estaba extremadamente húmeda y pesada como consecuencia de la lluvia, y que la bajada iba a ser un poco más trabajosa de lo nos había parecido subiendo.
Los primeros giros siempre son los más difíciles hasta que uno se suelta. Luego entró mi compañero y también hizo los primeros giros sin problemas, aunque extremando las precauciones.
Con lo pesada que estaba la nieve costaba un poco encadenar los giros, Además, había que ir parando con frecuencia porque conforme íbamos bajando se iba desprendiendo la capa más superficial de nieve húmeda formando un auténtico río que iba cayendo por el eje del corredor, así que teníamos que ir esperando a que la ladera se fuera purgando por debajo de nosotros. Además, cuando se desprendía esta capa superficial, quedaba al descubierto una capa un poco más compacta y agradable de esquiar.
Poco a poco nos fuimos acostumbrando y el descenso lo hicimos sin mayores complicaciones hasta llegar al cono que hay al pie del corredor.
Allí la pendiente es mucho más suave, así que nos dejamos llevar haciendo amplios giros y disfrutando como niños.
Pero todo lo bueno se acaba, así que otra vez a poner las pieles de foca y a marchar en dirección al Collado de Izas.
Mirando hacia atrás... hay que reconocer que la vista es bonita
Una vez allí vimos que había huellas de alguien que había subido ese mismo día al pico que hay entre los arrastres de Lanuza y Escarra, creo que es el Pico Tres Huegas. Así que en lugar de bajar ya al coche siguiendo las pistas, decidimos seguir subiendo un poco más hasta ese pico para poder aprovechar la última bajada al máximo, y además disfrutar de las espectaculares vistas que hay desde allí hacia toda la Sierra de la Partacua, plagada de espectaculares montañas rocosas.
La Sierra de la Partacua con la Peña Retona y su conocida Canal Ancha (para otro día) en primer término, vista desde el Pico Tres Huegas.
Y de allí al coche y a descansar, que hay que recuperarse para la próxima salida. Aún queda temporada para el esquí de montaña. Sólo hay que ir a buscar la nieve.