Aspectos asociados a la personalidad: la autocompasión (1ª parte)

Aspectos asociados a la personalidad: la autocompasión (1ª parte)
La autocompasión es la otra cara de la autocrítica; es nuestra capacidad para aliviar el distress a través de la práctica de la amabilidad con nosotros mismos.

La autocompasión incluye además la propia benevolencia o la autocomplacencia al experimentar decepciones; de comprender que estas experiencias forman parte de nosotros como seres humanos y que los demás también así lo viven; y de observar los pensamientos negativos con una conciencia no juzgadora evitando la sobreidentificación con ellos, según Kristin Neff. Esta psicóloga e investigadora plantea la autocompasión como la actitud saludable y benevolente hacia uno mismo y propone tres facetas de este concepto: la autoamabilidad corresponde ser benevolentes y comprendernos deseando el propio bienestar; la humanidad común en cuanto a ser conscientes de que las experiencias son compartidas y que los sentimientos individuales de fracaso no son únicos y desconectados de lo que sienten los demás esquiadores; y la atención plena aplicada al sufrimiento personal en cuanto a ser conscientes del malestar psicológico y a afrontar la situación de manera equilibrada para que los sentimientos angustiantes no sean ni evitados ni dramatizados.           

Esquiar de manera recreativa o competitiva puede llegar a ser una actividad cargada de desafíos tales como la evaluación de las situaciones; la presión; la autoexigencia; la posibilidad de lesionarnos; los conflictos entre nuestra vida diaria y la esquiada; entre otros, y la forma de responder a estas realidades refleja la diferencia entre un esquiador exitoso y uno malogrado. Las autoevaluaciones y los sentimientos negativos que componen la autocrítica surgen, generalmente, porque creemos que es la manera de lograr un buen rendimiento. Si utilizamos este mecanismo represivo, deberíamos explorar nuestro Yo-autocrítico, prestando atención a lo que nos estamos diciendo y a las emociones negativas que esto genera, y poder así sustituirlo por un Yo-compasivo. El reconocimiento de este fenómeno dañino es el primer paso para iniciar un proceso autocompasivo de autocorrección que alivie las consecuencias.

En general, el Yo-autocrítico utiliza un lenguaje hiriente y despreciativo, resistiéndose a abandonar esa conducta. Esto se debe a una creencia muy difundida que es pensar que para mejorar es necesario ser duros con nosotros mismos y exageradamente autocríticos para alcanzar los propios objetivos. Aceptar los propios errores, ser amable con uno mismo y perdonarnos es visto como signos de debilidad que socavan la motivación para lograr los objetivos propuestos.      

Autoevaluarnos realísticamente significa focalizar los propios defectos como también las propias virtudes. Si bien pensar positivo puede generar confianza, optimismo y elevar las propias fortalezas, tendemos siempre a resaltar nuestras debilidades que, junto con los obstáculos, son interpretadas como amenazas a nuestros futuros éxitos. Si además aplicamos una excesiva autocrítica porque creemos que así debe ser en pos de la autosuperación, esto puede afectar nuestra motivación y nuestra evolución hacia las metas pretendidas.

Se sabe que la autocrítica excesiva es un factor que tiende a impulsar al abandono del esquí recreativo o competitivo. Adoptar una actitud autocompasiva es una forma constructiva de afrontar los desafíos y superar las propias debilidades. Al utilizarla, nos preparamos para afrontar la ansiedad que suscita una situación demandante, a gestionar los rendimientos desafiantes y los eventuales fracasos, y a resolver los sentimientos negativos que provoca una posible lesión. La autocompasión colabora también con la generación y el refuerzo del coraje en cuanto a adaptarnos a cada situación. Exponernos gradualmente a situaciones desafiantes en contextos generalmente evitados, los cuales provocan experiencias intensas, colaboran en el desarrollo del coraje. Tanto si somos esquiadores recreativos o atletas, tendemos a comprometernos con la acción porque poseemos esta herramienta para afrontar las emociones negativas que provocan los fracasos momentáneos, ayudándonos a seguir intentándolo en vez de darnos por vencidos y abandonar completamente. Si somos autocompasivos tendremos menos sentimientos y pensamientos negativos durante el afrontamiento de estas circunstancias y una autocrítica reducida frente a los errores.          

La autocompasión se vuelve necesaria a la hora de nuestra evolución técnica, asumiendo la responsabilidad sobre la propia conducta. No se refiere a nuestra condescendencia o indulgencia sino a la valentía para observar objetivamente la realidad de la situación y tomar la decisión de seguir intentando, en vez de quedarnos con la autocrítica destructiva o la pasividad infructuosa.

Para algunos, ser autocompasivo es percibido como ser egoísta, pero en realidad es un aspecto de la personalidad que da rédito porque contribuye a generar una práctica deportiva saludable. Si somos autocompasivos al esquiar tendemos a interpretar nuestras deficiencias no como algo fijo e inamovible sino como aspectos manejables y mejorables, promoviendo nuestra automotivación, siendo proclives a un mayor esfuerzo luego de un fracaso, y a compararnos socialmente con los esquiadores exitosos.                                                                

Seguiremos analizando la autocompasión en breve.

¡Hasta la próxima!

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