No hace mucho que esquío en Alp 2500, pero me tengo que remontar a bastantes años atrás para vivir algo parecido a lo que hemos tenido este fin de semana.
En esta zona de la Cerdanya las nevadas buenas son las que vienen de levante, que pueden dejar muchos centímetros. La semana pasada ya tuvimos un episodio de este tipo y esta se ha vuelto a repetir. En total, más de medio metro que ha transformado la estación y la ha dejado con la mejor nieve de la temporada.
En nuestro caso, volvíamos a tener media familia con gripe pero por suerte había carrera en Masella y "había que ir", así que pudimos disfrutar de la fiesta. En días como estos en los que el powder es protagonista, cuesta coger la cámara y tirar fotos, pero el paisaje lo merecía, así que hicimos unas cuantas, aunque casi ninguna esquiando, ya que cuando hay pow, ya se sabe... el que no corre, vuela.
El viernes empezaba movidito, ya que por la radio escuchábamos que había un caos absoluto en la carretera del Túnel del Cadí. Más de 30 km de cola y mensajes que iban llegando de gente que estaba atrapada en Berga, así que nada, mejor esperar un poco y salir tarde. Pero como el problema no cesaba, optamos por la Collada de Toses.
Como rezaba el anuncio de una conocida marca de coches, "It's not a warning, it's a call". Y es que si llevas el coche preparado, no hay como encontrarse esto para que el viaje sea aún mejor.
Llegando a La Molina seguía nevando. La jornada del sábado prometía mucho.
Y este era el espectáculo que teníamos subiendo a pistas
Una vez en pistas.... Zonas altas cerradas por peligro de aludes y la conexión Alp 2500 cerrada (era un día para disfrutar de todo el dominio), pero teníamos un patio de recreo absolutamente espectacular, ya no solo a nivel de nieve, sino que paisajísticamente estaba insuperable, con los árboles rebosando de nieve. Así que tocaba buscarse unos buenos socios y aplicar la selección natural, porque cada bajada hay menos terreno para trillar. No se espera a nadie, no se para, es un día para ir a fondo buscando aquel trozo de terreno por explorar por debajo de las silla, en los cortafuegos,... Y en pista, aunque hicimos muy pocas, estaba impresionante.
Esta imagen refleja bastante bien cómo fue el día. La euforia que se vivía en el ambiente era brutal. Hacia mucho tiempo que no se vivía aquí algo parecido. Una fiesta de las grandes. Había nevado mucho, pero mucho, hasta el punto que con el patín de 89 que llevaba me quedé cortísimo. Era un día para sacar las planchacas y disfrutar a tope porque nunca se sabe cuándo será la próxima. Y que hubiera coincidido en fin de semana convertía la jornada en más democrática, apta para todos los públicos.
Y como las imágenes son lo que queda, ahí va un pequeño vídeo con algunas de las que pudimos hacer durante la jornada.
El domingo también fue un día muy épico porque abrieron zonas altas, pero tocó hacer de enfermero. Aunque, eso sí, con una sonrisa de oreja a oreja.