Llegas a pistas, hace un día de escándalo y tienes ganas de esquiar. Te pones las botas, acudes a las taquillas para sacar el forfait y, ¡horror!, una cola de mil demonios retrasa el inicio de tu jornada en media hora (y a mí no me ha pasado nunca, pero puede ser bastante peor). Algunas estaciones incluso abren taquillas el día antes para evitar colas al día siguiente, pero al final uno prefiere comprar en el momento de ir a esquiar porque el tiempo siempre puede provocar cambios de planes.
Hay estaciones que funcionan con forfait magnético. De las que frecuento, la única que lo utiliza es La Molina. Entiendo que es una inversión muy grande y no ahorra personal porque hay que controlar, pero para el esquiador es la forma más cómoda de acceder a los remontes. En Jackson Hole, y allí tienen muy claro que hay que dar servicio al cliente, también utilizaban este sistema, del que me declaro muy fan.
Pero las ventajas no acaban aquí. Si tienes forfait de temporada, nadie lo sabe. Tampoco cómo te llamas ni qué cara tienes cuando te sacas el casco. Si compras un forfait de varios días no consecutivos no hace falta validarlo cada vez, ya que la primera vez que accedes a un remonte se consume un nuevo día. Por no hablar de alguna vez que me he olvidado el forfait de temporada y me han hecho uno al momento sólo para ese día.
La gente de La Molina le ha dado una vuelta de tuerca más al tema y ahora puedes comprar un forfait recargable por 1 € y con el móvil lo puedes cargar cuando quieras y donde quieras a través de internet. Se ha acabado el tener que ir hasta las taquillas y hacer colas. Y lo mejor, el precio es más bajo que comprando en taquilla y con algunas ventajas. Es una versión mejorada del sistema tipo Serviticket. ¡Buena iniciativa, me gusta!