Curiosamente, la llegada del documental de Tornatore a los cines de Barcelona coincide con la preparación de varios guiones que un servidor está escribiendo para la próxima temporada de la sección “Cinema de Neu” dentro del programa “Temps de Neu” de TV3. Uno de ellos está dedicado a la música del cine de montaña, analizando la obra de compositores de la talla de Hans Zimmer, Jonh Barry, John Williams, Jerry Goldsmith y por supuesto, Ennio Morricone. El maestro romano ha participado en varios filmes de montaña muy interesantes, desde los años sesenta hasta el ocaso de su carrera, ayudando con su música a dibujar paisajes, describir situaciones y crear atmósferas en ocasiones alegres y en otras sobrecogedoras. La música y la montaña, al igual que la la música y el cine en general, forman un binomio único e inimitable.
Morricone también participó en películas donde la montaña tiene un peso específico dentro del acción del filme y en obras donde la nieve y esquí también tienen su protagonismo. El maestro romano ha elaborado a lo largo de su dilatada vida partituras que describen paisajes de gran belleza, convirtiéndose en todo un artesano que no ha tenido ningún miedo a la hora de experimentar con sonidos y texturas sonoras adelantadas a su tiempo. ¿Puede o debe ser un compositor un buen paisajista?...Como en un cuadro, el músico también debe pintar, dibujando escenas con su música. El viaje musical que nos ofrece el maestro Morricone a través de grandes paisajes, las grandes montañas alpinas, las dunas del desierto, la nieve, el esquí, la Antártida y las cumbres nevadas del salvaje oeste norteamericano, se inicia en los años 60. Por aquel entonces, Morricone se estaba labrando una buena reputación en Italia, trabajando en producciones muy interesantes y atrevidas para la época. Con “Slalom” (1965), un filme muy entretenido protagonizado por el gran galán italiano Vittorio Gassman y con Daniela Bianchi y Adolfo Celi como secundarios, Morricone marcó un antes y un después en la música de cine italiana, creando nuevas sonoridades, utilizando coros y un ritmo muy potente.
Estamos inmersos en los años 60, con el auge del pop-rock y los ritmos bailables de la época y con el estallido del sonido que Morricone utilizaría para sus spaghetti-westerns con Sergio Leone. Morricone quería reivindicar su valía más allá de la música para cine, pero no pudo evitar caer en las redes del séptimo arte, una dicotomía que le acompañaría hasta el fin de sus días. En “Slalom” el director realiza un homenaje muy particular a los filmes de espías y a James Bond, pues por aquel entonces era el personaje de moda y encima el filme contaba con Daniella Bianchi y Adolfo Celi, que aparecían en “Desde Rusia con Amor” y “Operación Trueno”, dos de los mejores Bonds de Sean Connery junto con "Goldfinfger". “Slalom” situada buena parte de su acción en la nieve, terminando con unos planos rodados en alta montaña con helicóptero incluido. Dejando a un lado la película fallida "Orca", donde Morricone regresa al hielo y la nieve, en el Ártico, en 1979 el director de varios filme de James Bond, Terence Young, dirigió a Audrey Hepburn y Ben Gazzara en "Lazos de sangre", una película un tanto fallida, que se inicia con un accidente de escalada en los Alpes. Morricone crea para el filme una intensa melodía muy elegante, que marcaría muchas de sus obras en los años 80.
En 1982 llegaría una de sus obras mas curiosas, “La Cosa” (The Thing), la versión que realizó el maestro John Carpenter del clásico del cine polar “El enigma de otro mundo”. En esta ocasión el hielo y la nieve se convierten en uno de los principales protagonistas del filme, considerado como una joya del cine de terror y del cine polar de finales del siglo XX. La música en "La Cosa" nos transporta a la Antártida, invitándonos a disfrutar del frío y la claustrofobia de un modo muy especial. Tal y como logró Jerry Goldsmith en "Alien" (filme que guarda cierto paralelismo con "La Cosa"), la ambientación sonora acompaña al espectador en todo momento a través de un macabro crescendo terrorífico, donde poco a poco, uno a uno, van cayendo todos los compañeros del personaje principal, interpretado en este caso por Kurt Russell.
Con “Los Odiosos Ocho” Ennio Morricone nos ofrece una de sus últimas obras, ganadora del Oscar a la mejor banda sonora (se lo merecía por muchas más y puede que no precisamente por esta). Sin ser una de sus mejores creaciones, la introducción musical del filme de Quentin Tarantino es sensacional, a caballo entre el western más clásico y el sonido descriptivo marca de la casa, que a lo largo de la historia del cine ha servido de ayuda al espectador a la hora de definir la estética y la frialdad de ciertos paisajes de montaña. En “Los Odiosos Ocho” el espectador se identifica con el paisaje nevado, con el entorno, tan solo al escuchar los primeros acordes de la banda sonora, demostrando que hasta que punto un gran compositor, al igual que Jerry Goldsmith en “Star Trek V” o John Williams en “Licencia para matar”, sabe narrar y describir paisajes a través de la música.