La nieve es mi vida
- ¿Le aburro si empiezo preguntando por su amistad con el Rey?
- Nunca me aburre hablar de la nieve y siempre me llena de orgullo hablar del Rey. Le conozco desde que era aún príncipe y mi admiración ha ido creciendo a medida que le he tratado.
- Sigo con el Hola: según la leyenda rosa usted enseñó a esquiar a la princesa Letizia.
- En parte sí. Yo también enseñé a perfeccionarse a la princesa. Tiene unas condiciones naturales muy bien dotadas para el esquí, por su equilibrio y su agilidad, y algo le enseñé. Ese es mi oficio: sigo siendo profesor de otros profesores de esquí y de algunas personas.
- ¿Recuerda su primer contacto con la nieve?
- La nieve es el núcleo sobre el que gira toda mi vida: esquiar forma parte de mi naturaleza. Hay personas que dicen «voy a jugar al golf, o al tenis», pero para mí el esquí forma parte de mi propia naturaleza. Esquío aquí en invierno y en otros países donde hay nieve el resto del año.
- Cuando usted era un chaval el esquí no estaba aún popularizado.
- No, pero en mi entorno era algo natural. Yo vivía en San Sebastián y mis padres y mis tíos eran unos enamorados de la nieve y el monte: crecí viendo en casa mochilas, botas de monte y esquís. Y una tía mía me inició especialmente en este mundo.
- ¿Qué más recuerdos le quedan de esa Donostia en blanco y negro?
- Tenía amigos en el Club Vasco de Camping y en el Fortuna y salíamos con frecuencia al monte. También practiqué el atletismo. Pasaba mucho rato en el puerto, y me acuerdo especialmente del día de Santo Tomás con su txistorra...
- Y Candanchú entró en su vida.
- Viví en San Sebastián hasta los 19 años. No fue fácil entrar en el mundo de la nieve pero al final conseguí empezar en Candanchú como profesor de esquí... y hasta hoy. Fuí asumiendo responsabilidades y aquí me quedé.
- Durante años Candanchú fue la estación más «guipuzcoana». ¿Lo sigue siendo?
- Antes había menos estaciones y menos esquiadores, y todo el mundo se concentraba en los mismos sitios. Con el auge del esquí la gente se reparte por las estaciones francesas, el Valle de Arán u otras estaciones como Formigal y Astún. Todo está más diversificado.
- ¿Por qué se ha popularizado tanto el esquí?
- Porque es un deporte apasionante y familiar. Su encanto empieza en el mismo viaje hacia la estación, luego es un ejercicio gratificante, en un escenario mágico y blanco... El «después del esquí» es también feliz, con la convivencia social, y la felicidad dura media semana, cuando vuelves a casa y sigues comentando lo bien que lo has pasado.
- ¿No es caro
- El nivel de vida ha cambiado: el esquí estaba antes reducido a gente con más posibilidades y ahora forma parte de la cultura social.
- Cuando algunos usuarios critican que Candanchú se ha quedado obsoleto usted responde... - ...que tenemos una fuerza, tradición y prestigio que pocos pueden exhibir. No nos quedamos obsoletos porque la estación vecina ponga un telesilla para 27 personas. Muchas veces la gente prefiere ir al restaurante de toda la vida, por su tradición y garantía, que al local supermoderno que han abierto al lado. Candanchú tiene una belleza natural incomparable y unas condiciones técnicas para el esquí que mucho tendrán que apretar otros para conseguirlas...
- ¿Mantiene vinculación con San Sebastián?
- Estoy redescubriendo ahora la ciudad con nuevos amigos con quienes me he relacionado precisamente a causa del esquí. Y cuando me quedo solo por San Sebastián me gusta pasear por el Paseo de los Fueros, donde patinaba de crío, o por la playa, donde corría en aquellos años juveniles.
- Dirige Candanchú, preside la Federación Española de Deportes de Invierno... ¿Con tanto 'esquí' de despacho le queda tiempo para el esquí de verdad?
- Por supuesto. Si no esquiara no estaría bien. Y confieso que tantos años después, cada vez me lo paso mejor esquiando...
Fuente: Diario Vasco