Queridos amigos, aquí estoy de nuevo para contaros mi última aventura en la nieve. ¡Y qué aventura! Sinceramente, no sé ni por dónde empezar, así que, si os parece, paso a relataros cómo empezó todo y cómo fue transcurriendo la historia.
La llamada.
Un día de labor, como se decía antes, recibí un mensaje: “¿te puedo llamar?”. “Cuando quieras” -le dije-.
Y recibí la llamada. Era Fernando, un amigo del esquí entusiasta como todos vosotros pero que, además, tiene la gran suerte de hacer buenos viajes todos los años. Fernando es fotógrafo y echa muy buenas fotos en la nieve, estos días lo estoy siguiendo mucho en su Facebook (Ski Powder Lovers) porque vale la pena.
Pues Fernando me contó que se iba a Canadá, que iba con unos cuantos amigos comunes, que se lo iban a pasar de miedo y que todo era genial excepto que tenía un pequeño problema para el cual podía necesitar mi ayuda. -Si puedo te ayudo en lo que sea Fernando. Así debe ser entre esquiadores de bien.
El problema era que había ganado un concurso que organizaba Salomon y consistía en un fin de semana en Baqueira Beret para hacer Heliesquí y una jornada de fuera pista con Javi Montes.
- ¡Qué guay tío! ¡Tienes una suerte impresionante! Canadá y Heli en Baqueira. ¿Qué más quieres?
- Pues que me coinciden las fechas y me gustaría que fueras tú en mi lugar.
- Yo? ¿Qué me dices tío? Fernando, que me tiemblan las piernas, ¿me lo dices en serio?
- En serio Álvaro, quiero que el que vaya lo disfrute al máximo.
Hablamos un buen rato largo y tendido, pero a mí me habían subido las pulsaciones y la adrenalina solo de pensarlo. ¡Madre mía! ¿Qué hago ahora? Pues ya os lo digo, el primer día me tuve que ir al gimnasio a soltar un poco de adrenalina y a meter intensidad a las piernas. Y sí, dormí fatal, pero eso empieza a ser ya una costumbre cuando los planes de esquí son buenos.
Me tenían que confirmar todo desde Salomon, para lo cual en los días sucesivos me llamaría una chica: Anna. Espero que no se enfade mi mujer, pero creo que no había esperado nunca una llamada con tanto interés.
Lo malo fue que desde la llamada de Fernando iban pasando los días. Y no sabéis cómo es la espera. Bueno, seguro que algunos sí os hacéis una idea.
La segunda llamada.
Me llama un número desconocido a una hora que ya no era laboral y cogí el teléfono con poco interés esperando la típica llamada de una operadora comercial.
-Soy Anna, dijo, y no sé qué más porque no lo oí, pero puede que dijera: de Salomon.
-Sí, sí, estaba esperando tu llamada. Sí, dime. Y tampoco sé qué me dijo.
-Sí, sí, que voy, sí, sí, sí. ¿Qué tengo que hacer?
Baqueira.
Salí de viaje con todo el equipo bien revisado y estrenando el regalo que los Reyes Magos hicieron a mi mujer: una bolsa de botas calefactable y en la que caben, además los guantes, casco, gafas, calcetines... La probé usando el "enchufe" que hay en el maletero y, la verdad, llegaron calentitas calentitas.
En el Hotel Tuc Blanc de Baqueira me presenté a la hora convenida. Allí estábamos unos cuantos con cara de expectación y otros cuantos con pintas de que sí sabían qué hacían allí.
Carlos Alhambra nos dio una charla breve con el plan del fin de semana, nos presentó a Javi Montes y a Sergi Gasa, que se iban a encargar del día de la “masterclass” de “freeride” y del día del “heliski” respectivamente. Les acompañaba Anna Campolier, la voz que tanto había querido escuchar.
La presentación fue muy interesante, nos contó Javi Montes qué íbamos a hacer el domingo y Sergi Gasa nos dio una serie de normas y explicaciones que iban a ser muy importantes para el día siguiente, el día del helicóptero. Además de las normas básicas para el uso del ARVA, la pala y la sonda, En este caso iríamos también protegidos con mochilas ABS. De verdad, el que quiera hacer fuera de pista que se procure un buen material de seguridad. A estas alturas, con tantas explicaciones y tanta información como tenemos nadie debería ir sin determinadas medidas a la montaña. Los accidentes ocurren, pero nosotros tenemos que hacer lo posible para intentar minimizarlo. ¿Te subes en el coche sin cinturón? ¿Sin ABS? ¿Sin airbag?
Pues como ya sabéis los que me seguís habitualmente, la noche del viernes al sábado apenas cerré los ojos, pero estuve en el lugar convenido a la hora prevista, y eso iba a ser lo importante. Si os digo la verdad sí que estaba bastante nervioso, pero quizás no tanto como me esperaba. Me daba la sensación de estar bien protegido. A nuestra disposición teníamos un buen equipo de guías, buenos materiales, nos habían dado las explicaciones necesarias y el grupo parecía bastante “formal”.
Después de atender a las explicaciones del piloto, que también eran muy importantes, nos dividimos en los grupos que la organización había formado. Yo en ese momento no lo sabía, pero me iba a tocar en un grupo genial.
Anna, que trabaja con Salomon y formaba parte de “la organización”, Francesc y Quique, de guía iba Jorge, que en los primeros momentos de espera ya nos estuvo explicando algunas cosas y dando pequeños consejos que nos ayudaron a pasar el rato y vivirlo con menos nervios. Como os digo, en ese momento no lo sabía, pero todos eran unos excelentes esquiadores, ahora había que saber si yo iba a estar a la altura.
El helicóptero.
Y como el que no quiere la cosa llega el momento en el que el helicóptero despega por primera vez.
Yo nunca me había subido a ninguno y sabía que sería un poco tenso el momento, pero pensaba más en qué me encontraría en la bajada que cómo sería la subida. Así que no sé cómo decirlo, es como si hubiera dejado de importarme el rato del helicóptero.
Hasta que me tocó subir.
Y sí, te pones un poco nervioso. Más que nada te vas concentrando en los pasos que te han indicado. Y, de repente, notas que el bicho se eleva. Y se eleva muy rápido y vertical, en muy poco rato estás muy cerca de las montañas, y en cuanto te descuidas estás volando por encima de las palas que has visto alguna vez en tus sueños.
Heli 2 from Alvaro Urzaiz on Vimeo.
Porque sí, existen, están ahí y te están esperando. El helicóptero se posa tan dulce que no da ningún miedo, seguimos el protocolo que nos han indicado y se va en un instante hasta que desaparece y parece que nunca hubiera estado allí. Porque aparece el silencio, la inmensidad de la montaña, el verla desde arriba perfectamente nevada me asombra profundamente. El primer pensamiento es para mis hijos, tengo que llevarlos allí aunque sea en verano. La falta de viento deja todo en un profundo silencio, ha habido unos instantes en los que no se oía nada, creo que mis compañeros están tan hipnotizados como yo y, poco a poco, vamos hablando.
En cuanto pienso en esquiar dos cosas vienen a mi cabeza: tengo el cuerpo rígido y tenso como si estuviera hecho de piezas de metal y ¿por dónde se baja?
Justo ahí arriba la nieve está venteada y es escasa, estamos arriba del todo, es normal. Nieve dura y ruidosa. Un giro medio en cuña en nieve dura y ruidosa, una pequeña diagonal con ruido, un nuevo giro y
¡Y nada!
No hay ruido.
La nieve no está dura.
Es como si no hubiera nieve.
Los esquís flotan.
¡Dios mío! ¿Qué es esto?
Es delicioso, es dulce, es suave. No sé ni qué hacer. No sé si voy bien o voy mal. No sé si pararme a verlo o seguir para disfrutarlo. Sé que nunca había tenido una nieve tan dulce bajo mis esquís y sé que no lo estoy haciendo bien del todo, pero también sé que nunca había sentido eso y sé que no lo quiero dejar de sentir. Así que sigo a mis compañeros hasta que Jorge para. Y no sé ni qué decir, creo que solté algún taco y que ellos estaban como yo. Si pudiera hacer una lista de todos a los que debo dar las gracias por sentir eso en ese momento no tendría folios ni bolígrafos suficientes. Pero así, en general, sería a todos los que me han ayudado a disfrutar del esquí de una manera u otra. En particular a Fernando por ser tan generoso conmigo y a Salomon por tener la iniciativa de hacer una cosa así, que permite disfrutar a un simple aficionado de los privilegios de un esquiador de primera.
Pero ahora me ha entrado el veneno en el cuerpo y solo pienso en cómo será el próximo tramo de la bajada. Tengo las piernas ardiendo y espero que no me pase factura la falta de calentamiento y de sueño. Había mucha tensión acumulada y la adrenalina la ha disuelto hasta hacerla casi desaparecer.
Ahora solo me queda disfrutar, y voy a tratar de hacerlo al máximo.
Continuará…