Nuestro amigo Dino, asiduo colaborador involuntario de retro-ski, al hilo de las fotos que acompañan y que su hijo Pepe publicó en los foros, nos cuenta alguna de sus aventuras con las ski-doo por la Sierra Granadina.
Mi estilo sobre los ski-doo es bueno. Mejorable, pero siempre mejor que el de algunos cetursos que van apoltronados y a toda leche por las pistas acojonando al personal.
Resulta que fuí de delegado técnico a unos campeonatos de esquí alpino a la estación de La Molina y nada más llegar me asignaron para mi uso y mucho disfrute un aparato de esos, que eran amarillos para recorrer la prueba.
Costa Rasa y demás fueron recorridos por mí en ese cacharro, olvidándome, claro está, de mis ocupaciones directivas.
Quise comprarme uno y pregunté quien los vendía. Resulta que era un taller-garaje de la calle Balmes de Barcelona, llamado Auto-Sport Barcelona propiedad de D. Manuel Segura Viudas el dueño, entonces, de la famosa cava y que producía el vino René Barbier, que mire Vd. por donde estaba casado con una prima lejana de mi suegra.
Hicimos amistad. Me llevó en su Iso Rivolta a sus magníficas cavas del Penedés, y tras una buena comilona regada con lo mejor de sus viñedos me propuso hacerme representante de esos cacharros para "toda Ándalucía".
Yo que soy un desastre para vender nada le dije que sí. Tampoco iba a tener que ir por Ecija, Trebujena o Punta Umbría vendiendo ski-doo.
Me contó que a él, amante de la velocidad y de los coches deportivos, le impresionaron esos cacharros cuando fué a Canadá a una presentación de sus vinos, que su representante había organizado visitando igloos de hielo montados en esos aparatos. Que le entusiasmaron y se los trajo para España.
En semana santa de ese año vinieron él y su numerosa familia a visitarnos a Granada y se trajo una par de ski-doo. Luego me mandó más. Y esa semana santa lo pasamos muy bien el y yo montando esos aparatejos.
Luego me llamó mi antiguo compañero Pedro García para que fuera con un par de ski-doo a Nigüelas, ya que el alcalde quería conocer el Cerro del Caballo porque tenía una oferta de un constructor de Ganada para hacer una estación de esquí en ese sitio.
Estuvimos pasenado el sr. alcalde y yo por los alrededores del Cerro del caballo, concretamente por las cercanías de la Loma de los Tres Mojones y luego nos pegamos una estupenda cuchipanda de choto en ajillo costeada por el constructor.
Vendí todos los que me asignaron. Un par de ellos a Cetursa porque Pepe Morillas (q.e.p.d.) compró uno para usarlo y el otro para repuestos.
Por esa época le regalaron al Borbón una motonieve Yamaha. Ni él ni su numeroso séquito de asesores y cortesanos consiguieron no sólo darse un paseo, pero ni siquiera arrancarlo.
Y es que sólo la burguesía hereditaria de la revolución de 1789, los famosos "sans culottes" son capaces de hacer funcionar debidamente unos ingenios simples, sencillos y divertidos como los ski-doo dotados de un simple motor de 2 tiempos, Rotax austriaco.
Publicado en los foros nevasport el 12 de abril de 2009Mi estilo sobre los ski-doo es bueno. Mejorable, pero siempre mejor que el de algunos cetursos que van apoltronados y a toda leche por las pistas acojonando al personal.
Resulta que fuí de delegado técnico a unos campeonatos de esquí alpino a la estación de La Molina y nada más llegar me asignaron para mi uso y mucho disfrute un aparato de esos, que eran amarillos para recorrer la prueba.
Quise comprarme uno y pregunté quien los vendía. Resulta que era un taller-garaje de la calle Balmes de Barcelona, llamado Auto-Sport Barcelona propiedad de D. Manuel Segura Viudas el dueño, entonces, de la famosa cava y que producía el vino René Barbier, que mire Vd. por donde estaba casado con una prima lejana de mi suegra.
Hicimos amistad. Me llevó en su Iso Rivolta a sus magníficas cavas del Penedés, y tras una buena comilona regada con lo mejor de sus viñedos me propuso hacerme representante de esos cacharros para "toda Ándalucía".
Yo que soy un desastre para vender nada le dije que sí. Tampoco iba a tener que ir por Ecija, Trebujena o Punta Umbría vendiendo ski-doo.
Me contó que a él, amante de la velocidad y de los coches deportivos, le impresionaron esos cacharros cuando fué a Canadá a una presentación de sus vinos, que su representante había organizado visitando igloos de hielo montados en esos aparatos. Que le entusiasmaron y se los trajo para España.
En semana santa de ese año vinieron él y su numerosa familia a visitarnos a Granada y se trajo una par de ski-doo. Luego me mandó más. Y esa semana santa lo pasamos muy bien el y yo montando esos aparatejos.
Estuvimos pasenado el sr. alcalde y yo por los alrededores del Cerro del caballo, concretamente por las cercanías de la Loma de los Tres Mojones y luego nos pegamos una estupenda cuchipanda de choto en ajillo costeada por el constructor.
Vendí todos los que me asignaron. Un par de ellos a Cetursa porque Pepe Morillas (q.e.p.d.) compró uno para usarlo y el otro para repuestos.
Por esa época le regalaron al Borbón una motonieve Yamaha. Ni él ni su numeroso séquito de asesores y cortesanos consiguieron no sólo darse un paseo, pero ni siquiera arrancarlo.
Y es que sólo la burguesía hereditaria de la revolución de 1789, los famosos "sans culottes" son capaces de hacer funcionar debidamente unos ingenios simples, sencillos y divertidos como los ski-doo dotados de un simple motor de 2 tiempos, Rotax austriaco.