Malas noticias para los agoreros que vaticinan el fin del esquí. La crisis climática es un hecho, pero mientras los gobernantes se dedican a defender sus intereses frente a los del planeta, los investigadores siguen buscando -y encontrando- soluciones a los problemas.
Son muchos los que han profetizado que se acaba la nieve, que más pronto que tarde ya no podremos disfrutar de nuestro deporte favorito. Lo que no tienen en cuenta estos profetas es que la ciencia y la tecnología tienen mucho que decir al respecto.
Tecnología hispana para mejorar la producción de nieve
A finales de noviembre asistimos en Barcelona a la presentación del Laboratori de la Neu, un proyecto de mejora del rendimiento de los sistemas de producción de nieve.
El Consejo superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y las estaciones de esquí de FGC se han unido para desarrollar una tecnología pionera a nivel mundial. El Doctor Albert Verdaguer, científico titular del CSIC en el Institut de Ciència de Materials de Barcelona, es el responsable del proyecto, que se inició en 2008 y ha captado la atención de TechnoAlpin, empresa líder a nivel mundial de sistemas de producción de nieve.
Y como tantas soluciones geniales, se basa en un principio aparentemente sencillo…
¿Cómo se origina la nieve?
De forma muy básica, para que las montañas se cubran de nieve hacen falta dos cosas: agua y frío. Evidentemente, el asunto no es tan simple y una buena nevada es fruto de una compleja situación meteorológica, que propicia la creación de esos mágicos cristales helados que tan felices nos hacen a los esquiadores.
La teoría dice que el agua se congela a 0ºC, pero la práctica confirma que una gota de agua pura puede permanecer en estado líquido hasta -38ºC. Afortunadamente para nosotros, en la atmósfera no sólo hay gotas de agua, sino también partículas en suspensión (sal de mar, minerales, polen…).
Estas partículas facilitan lo que se denomina la nucleación heterogénea: el agua se adhiere a estas partículas, que actúan como núcleos de congelación a partir de los cuales se forman y crecen los cristales de hielo sin necesidad de alcanzar esos -38ºC.
Es decir, en un ambiente cargado de partículas es más fácil la creación de nieve que en una atmósfera completamente pura. Este es el principio a partir del cual el Doctor Verdaguer y su equipo están desarrollando el proyecto del Laboratori de la Neu.
Mejorando el rendimiento de la producción de nieve
Según nos cuenta Wikipedia, el cañón de nieve fue inventado por los ingenieros estadounidenses Art Hunt, Dave Richey y Wayne Pierce nada menos que en 1950… hace más de setenta años.
¿Cómo trabaja un cañón de nieve? El principio de funcionamiento de un innivador también es sencillo: se mezcla aire y agua y se pulveriza en una atmósfera a bajo cero, congelándose y cayendo al suelo (o pegándose al cristal de nuestra máscara cuando pasamos por debajo). De todos modos, al igual que en la nieve “de nube”, producir nieve "de cañón" no es tan fácil y tras un innivador hay una sofisticada red informatizada de canalizaciones de agua, bombas, compresores y embalses.
En nuestro país, la primera estación que dispuso de cañones de nieve “artificial” (que de artificial no tiene absolutamente nada, es igual de natural que la que cae del cielo) fue La Molina, en 1985.
Desde entonces los sistemas de producción de nieve han mejorado muchísimo y en la actualidad su rendimiento es muy superior al que tenían los cañones hace cuatro décadas.
Pero todavía hay margen de mejora.
Tanto el aire como el agua de las montañas son muy puras, algo que, como hemos visto, no facilita la producción de nieve. Así que, si la “enriquecemos” con partículas que faciliten la nucleación heterogénea, obtendremos un mejor resultado.
Un poco de feldespato
El mineral elegido para este proceso pertenece al grupo de los feldespatos, un recurso natural muy abundante en la Tierra (está presente en el 60% de las rocas) y, no menos importante, inocuo para el medio ambiente. Sin entrar en cuestiones técnicas, el tipo de feldespato empleado tiene una nanoporosidad que propicia la creación de los cristales de nieve. La solución consiste en algo aparentemente tan simple como añadir la cantidad de mineral adecuada a la mezcla de aire y agua, para incrementar el volumen de nieve producida por el innivador.
¿Ventajas? Se produce más nieve, a temperaturas superiores y con un consumo energético inferior.
¿Inconvenientes? Ninguno. El feldespato es un material presente en la naturaleza y la cantidad a aplicar es ínfima. Según comentaba el Doctor Verdaguer, menos de una lata de refresco para que un innivador funcione durante toda una temporada.
Pruebas en La Molina y Boí
Como hemos dicho, el Laboratori de la Neu cuenta con la implicación del fabricante TechnoAlpin -que ya ha realizado algunas pruebas positivas en condiciones reales, fuera del laboratorio-, y las estaciones de esquí de FGC Turisme, que apoya el proyecto desde sus inicios. Este invierno se habilitarán unas zonas cerradas al público en La Molina y en Boí Taüll (tienen condiciones atmosféricas diferentes), con innivadores experimentales y también convencionales, para poder contrastar resultados.
Se espera una mejora de hasta un 40% sobre el rendimiento de los sistemas actuales de producción, que ya han alcanzado un progreso del 90% respecto de los primeros innivadores de los años ’80.
El Laboratori de la Neu es un proyecto de tres años y está previsto que, una vez puesto a punto, se pueda utilizar en cualquier estación de esquí del mundo. En todo caso, la tecnología está patentada en los principales países con industria de nieve, como USA, Canadá, los países alpinos o -por supuesto- China.
Sí… resulta que el Pirineo, nuestra modesta cordillera si la comparamos con los Alpes o las Rocosas, es el laboratorio idóneo para poner a punto una tecnología que nos ayudará a seguir esquiando en el futuro.