Personalidad, temperamento y carácter son tres conceptos relacionados, pero generalmente confundidos. Se entiende a la personalidad como una estructura formada por la conjunción del temperamento y del carácter. Básicamente se puede decir que el temperamento es lo genéticamente heredado y fijo, mientras que el carácter es lo adquirido y modificable.
El temperamento es una constante innata e instintiva determinada por factores biológicos genéticamente heredados y la parte más renuente al cambio. Los aspectos de nuestro temperamento al esquiar incluyen los tiempos de reacción, la fuerza nerviosa, la sensibilidad a los estímulos y a los umbrales perceptivos. Este rasgo de la personalidad tiene también directa relación con la forma de experimentar y expresar nuestras emociones, es decir, la manera personal en que reaccionamos emocionalmente cuando esquiamos.
El temperamento puede ser subdivido en cuatro grupos: sanguíneo (fuerte, afectivo, alegre, excitado, optimista); colérico (irascible, irritable, desequilibrado); flemático (apático, poco comunicativo, racional, aislado); y melancólico (débil, depresivo, abatido, triste).
El carácter representa el lado expresivo y observable de nuestra personalidad y se compone de rasgos innatos y adquiridos. Es el componente que involucra hábitos obtenidos y determinados por nuestro entorno, siendo más una manifestación circunstancial dado que, al no ser heredado, es menos estable que el temperamento. El carácter se manifiesta en nuestra conducta por medio de los propósitos de nuestras acciones y el medio ambiente lo va configurando dado que proporciona las oportunidades para nuestra evolución.
Hablamos de que nuestra personalidad se expresa a través de nuestra conducta al esquiar, siendo aquella un predictor de esta. Es aceptado que los rasgos de nuestra personalidad influyen en nuestro rendimiento en mayor o en menor grado de eficiencia.
Al esquiar, generamos una serie de acciones en el ambiente que enfrentamos y advertimos que determinadas conductas dan respuestas más eficientes a nuestras necesidades. Al iniciar el acercamiento al esquí, nuestra conducta tendía a ser impulsiva e irreflexiva a través de reacciones provocadas por nuestro temperamento, pero como nos desenvolvemos en un medio social en el que debemos respetar las normas de conducta, aprendimos a regular nuestras reacciones temperamentales reemplazándolas por el carácter, es decir, fuimos adquiriendo un carácter de esquiador que nos impuso el ambiente social, influido por el aprendizaje de la actividad misma y por la convivencia con los demás.
El carácter no es fijo sino variable y modificable a través de las distintas etapas de nuestra esquiada. En nuestra época de principiantes no sólo éramos receptores pasivos de las influencias del entorno de montaña, sino participantes activos de los efectos de las fuerzas ambientales. Formamos nuestro carácter como esquiadores cuando aprendimos a controlar nuestras acciones, al establecer hábitos de conducta dirigiendo nuestros intereses y deseos mediante nuestras propias decisiones.
Conclusiones
✅El temperamento es la parte innata e instintiva de nuestra personalidad debida a la herencia genética. Es difícilmente modificable por lo que tenderemos a actuar de la misma manera.
✅ El carácter es psíquico y modificable. Se compone por pautas de conducta habituales bajo influencia preponderante del ambiente.
Seguiremos desarrollando otros rasgos en el próximo artículo.
¡Hasta la próxima!