Este fin de semana hemos tenido unos de esos días propios de esquiadores aficionados de verdad. Temperaturas extremas y viento, haciendo que esquiar pueda llegar a ser, si no vas bien equipado, una pesadilla.
En nuestro caso, que vamos con niños y que esquían con un club, yo me aplico una máxima, que es válida para casi cualquier cosa en la vida: lo que no quieres para ti, no lo quieras para los demás. Cada persona es un mundo, pero si para ti está siendo un día duro, para los niños, seguramente más. Llevan buenos equipos y van abrigados hasta los dientes, pero cuando en la base de Masella el termómetro marca -8ºC, arriba están a -15ºC y con rachas de 60 km/h, la situación se puede torcer en cualquier momento. Y se torció. Sí, en días como estos hay que estar pendientes de los descansos que hacen los clubs porque ves entrar en la cafetería a niños que están a un paso de la congelación, pasándolo mal. Otros, en cambio, como si nada, por eso.
Y con los niños hay que aplicar un corolario que dice que el número máximo de días que esquiarás al año es directamente proporcional al grado de pasión que tienen los niños por este deporte. Por lo que si pones a tus hijos en un día infernal a esquiar, corres el riesgo de que vuelvan a casa jurando que nunca más volverán a esquiar. Y si eso pasa... Bueno, dejémoslo en que eso no puede pasar, aunque haya pasado alguna vez en casi todas las casas. Por eso, cuidado con confundir un día de esquí con un entrenamiento para ser admitido en los SEALS.
Dejando de lado estas cosas, el fin de semana se podría dividir en dos partes. Por un lado, el sábado, con esas condiciones muy duras que a mí, personalmente, me hicieron aguantar muy poco rato en pistas y la cosa fue ir yendo de cafetería en cafetería y esquío porque me toca. Pero el domingo la cosa cambió radicalmente. En el valle soplaba fuerte, pero tirando de mensajes llegaba información de que arriba no se movía ni un árbol. Escépticos total, pero subimos. Y sí, así era, a 1600 metros soplaba muy ligero. La temperatura, por eso, se mantenía baja, cosa que la nieve siempre agradece.
Aspecto del Pla de Masella a primera hora, es alucinante la cantidad de gente que madruga y que a las 8.45 está con los esquís a punto para subir
Y lo que tiene el frío... que la nieve está genial. Había nevado un poco, pero nada destacable. Y a pesar de ello, cada vez que subes aquí te llevas la sorpresa de que te abren una zona nueva. Este fin de semana ya se podía coger el TGV y subir a la Tosa. Poco a poco vamos cogiendo el ritmo de la temporada. Y me comentaron que está previsto abrir la Pia Express en breve. Muy buenas noticias teniendo en cuenta las fechas que se avecinan y cómo cae este año el puente. Como siempre, sólo nos podemos quitar el sombrero.
Pues bien, el domingo todos quisieron repetir, buena señal, así que pudimos esquiar un buen rato en familia y disfrutar de la nieve, que sobretodo por la mañana estaba realmente bien.
Sales de una silla y ¡zas!, te encuentras con gente interesante. A estos sí que los puedes sacar a pasear haga el frío que haga, que no salen de aquí ni con agua caliente
Y llegó mi momento para bajar un poco más deprisa, justo cuando estaban dando la Copa del Mundo en el bar de Cap del Bosc.
Poca gente en pistas y muy buena calidad de nieve. Es curioso que lo que hace que tengamos buena nieve es lo que auyenta al personal.
Y es que esquiar solo tiene su cosa. Se piensa mucho más, es más concentrado, diferente.
En resumen, un fin de semana muy familiar. La verdad es que mientras me dejen hacer algunas bajadas a mi ritmo para desbravarme, el resto del día me encanta esquiar con los míos. No sé, me deja unas sensaciones increíbles al final del día. Fin de semana de frío y primer día de club superado con nota. ¡El miércoles más!