"Nada detrás de mí, todo delante de mí, como si siempre estuviera en el camino"
Jack Kerouac "On The Road"
- Quería un billete de tren para St.Johann por favor.
- ¿In Tirol o Im Pongau?
- In Tirol, In Tirol.
Estoy, como no podía ser de otra manera, en el aeropuerto de Munich. La chica sonríe al otro lado del mostrador. Me explica que en alguna ocasión han tenido malentendido entre ambas localidades. No me pilla de sorpresa, yo también había sufrido ese equívoco.
Fue durante nuestro viaje de verano a Austria. Nos alojamos en una preciosa granja en el pueblo de Waidring, no muy lejos de St. Johann in Tirol el cual habíamos atravesado en un par de ocasiones. Abandonamos Waidring en una preciosa mañana y nos dirigimos a la impresionante carretera alpina que lleva al glaciar del Grossglockner. De camino allí, cuando ya habíamos atravesado el valle de Zell am See, los carteles anunciaban St. Johann de nuevo. Nos mirábamos perplejos. No podíamos creer que después de un tiempo conduciendo estuviésemos volviendo al mismo lugar. Al rato nos dimos cuenta que las indicaciones se referían al pueblo de St. Johann im Pongau. Respiramos aliviados.
La verdad es que me fascinan los trenes, especialmente los de largo recorrido que cruzan el centro y este de Europa. Me remontan a tiempos pasados. Atravesar sus angostos pasillos mirando cada compartimento en busca de sitio libre se convierte en una tarea divertida. Al menos lo era cuando tan sólo portaba mi mochila. Con tabla y maleta la cosa cambia. Pronto empatizo con un chico que sube con su tabla en Munich y acabamos entrando en el mismo compartimento. Es australiano y va a Hopfgarten a pasar las navidades. Tras charlar un buen rato, a la altura de Kufstein, miramos a través de la ventana y sonreímos. Estamos a mediados de diciembre pero parece verano. Apenas unas gotas de nieve pintan de blanco las agujas del Wilder Kaiser.
La estación de tren de St. Johann in Tirol no es muy grande, para cuando me doy cuenta ya estoy fuera de ella. Pregunto por la dirección a una pareja que parecen ser madre e hija. Pronto se ponen a discutir sobre qué dirección es la más idónea. Sonrío. Me siento como John Wayne queriendo llegar a Innisfree en ese maravilloso comienzo de El Hombre Tranquilo. En tan solo un día ya me había empezado a dar cuenta de la diferencia entre el carácter alemán, más preciso, sistemático y rígido; y el austriaco, más abierto y flexible.
Desde la privilegiada atalaya en que se ha convertido mi nueva morada, observo St. Johann in Tirol en su totalidad. Tiene prácticamente el tamaño de una ciudad pequeña, con todas las ventajas que ello supone en cuanto a servicios, pero manteniendo el encanto y la tranquilidad de un pueblo.
Si estuviese jugando al SimCity y tuviese que crear un pueblo, se parecería mucho a éste. Una preciosa iglesia, casas tradicionales tirolesas, una cervecería local con unas vistas impresionantes desde el restaurante ubicado en lo alto de su torre, el hospital más importante de toda la zona especializado en accidentes deportivos, un centro lúdico acuático, supermercados, tiendas...
Desde mi posición también veo la zona, al otro lado del pueblo, por donde pasé aquel verano dando una vuelta en bici. Por aquel entonces yo no me había dado cuenta, pero ella ya se me había insinuado. Hoy me tiene ya aquí. De repente asoma un rayo de sol y luce preciosa. Tu y yo nos llevaremos bien, parece decirme. Y lo que nos queda por delante...