Se trata sin duda de pistas que generalmente conviene evitar y, de hecho, es frecuente escuchar o leer opiniones que descalifican una determinada estación de esquí porque tiene “demasiados caminos” .
Pero como todo en la vida hay excepciones y me voy a atrever a recomendar o, al menos, relatar una experiencia positiva en uno de estos caminos. Para ello nos trasladamos virtualmente a Alta Pusteria, en los Dolomitas de Sesto (nosotros nos alojábamos en Colfosco y tardamos en coche una hora y cuarto).
Se trata del área de los Dolomitas situada más al norte de Italia y se encuentra a muy cerca de Austria. Se puede ver en el mapa.
Alta Pusteria, en italiano, o Hochpustertal, en alemán, es una estación muy recomendable formada por varios dominios unidos por autobús que suman un total de 54 kilómetros de pistas, la mayoría rojas y negras, y un solo camino un poco raro.
Y es que este camino, bautizado en el mapa de pistas como “Ski safari”, parte de uno de los principales dominios de Alta Pusteria, nos introduce en un parque natural protegido y nos deja en otro dominio distinto no conectado por remontes, es decir, que después de disfrutar del paseo tenemos necesariamente que recurrir al autobús para regresar al punto de origen donde tendremos el coche o el alojamiento.
Después de confirmar con el personal de la estación que el camino estaba abierto y pisado, y pese a que la amable taquillera nos dijo que “no tenía mucha pendiente” , decidimos conocerlo en vivo y en directo. Tenía la pinta de ser el contrapunto perfecto a la jornada de esquí una vez que habíamos bajado varias pistas rojas y negras con pendientes muy serias.
Y no nos equivocamos. Había nevado cerca de medio metro dos días antes y los árboles, las laderas del camino, las piedras, todo, absolutamente todo, estaba cargado de nieve.
Esta fotografía ilustra perfectamente el espesor de la última nevada.
No había más remedio que remar en ocasiones, pero el esfuerzo merecía la pena.
El trayecto duró aproximadamente tres cuartos de hora entre remadas, descensos, tiempo para tomar fotografías y descansos. Alicia, que odia las remadas, no se quejó ni un momento.
La parte final era la que más nieve acumulaba y había rincones que parecían verdaderamente de postal. No nos cruzamos con ningún esquiador durante todo el camino.
A veces la nieve daba lugar a curiosas formas. Aquí dos dinosaurios y un poco de color para romper la monotonía del blanco y negro.
Parte final del camino.
La pista termina en un pequeño dominio que consta de dos remontes y tres o cuatro pistas azules. Las indicaciones te llevan perfectamente hasta la parada de autobús.
Y así terminamos el segundo día de esquí por los Dolomitas. Aprovecho para exponer una conclusión de nuestra segunda incursión dolomítica: cada vez nos gustan más las estaciones pequeñas y medianas de esta zona y menos las conectadas a la Sella Ronda, ya que hay menos gente y más tranquilidad. ¿Será que voy haciendo mayor?