por Raul Diez
Un hogar!! Cuatro paredes para este tipo de personaje que rechaza cualquier invitación por descubrir una nueva montaña y que encuentra su karma bajo un cielo azul y rodeado de powder, sin duda deben tener algo especial, deben emanar cierta ‘magia’.
Las Leñas, Argentina. Un oasis de contrastes en medio de los Andes explotado a la vieja usanza con unos precios desorbitados en relación a los servicios que se ofrecen. Porqué la montaña y la nieve no se consideran servicios, sino recursos, y esos recursos son los que los freeriders vienen buscando. Los mismos freeriders de todo el mundo que se dan cita cada verano en Las Leñas y se sienten un tanto desplazados durante las tardes y los días de nevadas y esperas intensas. Esos freeriders que necesitan un lugar donde sentirse identificados y ponerse en contacto con otros riders con los que coincidan en intereses. Eso que el núcleo habitado de Las Leñas no ofrece…en mi opinión.
Después de años buscando y encontrando powder veraniego en Las Leñas, Aimar Valls, cansado de los alojamientos que se ofrecen a precio de oro, tuvo la idea de reconducir un Hostel en el vecindario de Los Molles, que situado a 17 kilómetros de distancia se trata del único núcleo habitado a centenares de kilómetros a la redonda de Las Leñas. Un lugar mágico.
Así nace el CAP Hostel, de un romántico con un ideal. En un entorno idílico, de cuento de hadas, está situado este edificio de dos plantas con una chimenea que no para de humear las 24 horas.
Es su segundo año funcionando, y nada más cruzar la puerta de entrada, la entrada repleta de fats nos dibuja una sonrisa en la cara hasta llegar a la zona donde se desarrolla buena parte de la vida aquí: la sala de estar situada alrededor de una enorme chimenea, con TV de plasma que saca humo reproduciendo todos los vídeos posibles, un ordenador con Internet y router WIFI que da conexión a todo el Hostel y un mueble repleto de enchufes para poder cargar portátiles, teléfonos, cámaras o lo que sea necesario para recordar un día de riding.
Como todo hostel, dispone de habitaciones compartidas donde vivir más intensamente la experiencia o habitaciones de cuatro personas con calefacción eléctrica, además de la calefacción central de gasoil que ayuda a mantener la temperatura cuando baja de muchos negativos en el exterior…algo que pasa habitualmente.
Las mañanas son más bien fáciles. A la ilusión de subir a esquiar se le suma el cuidadoso desayuno que nos sirve el freerider más servicial de los Andes: Nacho Olmedo, que hace temporada trabajando en el Hostel para poder esquiar durante el verano… ganándose sus giros en la montaña y fuera de ella …
A base de tostadas inacabables, mantequilla, mermelada y café con leche, nos atiborramos el buche que no volverá a llenarse hasta la tarde, así que llenos hasta arriba cargamos el minibús que realiza el trayecto diario en exclusiva desde el CAP Hostel hasta Las Leñas. Una sola salida a las 9.00 aproximadamente. Más vale no perderlo. Y en powder days una sola salida a las 8.00. .. y, aunque sobra decirlo, más vale madrugar en los días señalados.
Uno de esos días señalados y marcados en la retina de la vida de todo freerider tuvimos la suerte de vivir en Las Leñas. En el ya famoso 19 de Agosto del 2011, después de tres días seguidos sin parar de nevar, salió el sol y se mantuvo durante todo el día a unas temperaturas bajísimas. Algo inexplicable ya que además no se dio ningún episodio de avalancha en toda la montaña. Un día que comenzó en Error Humano y que acabó en Hour Glass. Un día épico.
El regreso al hostel fue feliz. Las caras de satisfacción reflejaban lo que acababa de suceder, y al llegar se celebró descorchando varias botellas de vino mendocino y brindando al abrigo de la chimenea mientras esperamos que Francis, cocinero del Hostel, y Nacho Olmedo, su pinche freerider, nos preparasen una copiosa cena que nos acabó de relajar los sentidos antes de ir a dormir. Definición de un ‘Perfect day’
Dos días después nos fuimos con la melancolía de las despedidas, pero satisfechos de no haber dejado ni una línea sin rallar. El viaje debía continuar con el recuerdo vivo del CAP Hostel en la retina. Fue la primera vez que estuvimos… pero no será la última.
Raul Díez