Ante todo Granadino - «Granadino» above all

Ante todo Granadino - «Granadino» above all
Esta es una Historia, contada en primera persona, por uno de los Pioneros de Sierra Nevada: D. Luis Wilhelmi Castillo, y que escribió este articulo con la ilusión de que alguna vez fuese publicado en algún libro o revista, con la intención de que perdurara en la memoria de todos.

This is the story, told with a fisrt-person look by one of Sierra Nevada pioneers, D. Luis Wilhelmi Castillo, who wrotte this article with the illusion that it might be published, some day, in a book or magazine, with the intention that it would last in the memory of everybody.
Esta es una Historia, contada en primera persona, por uno de los Pioneros de Sierra Nevada: D. Luis Wilhelmi Castillo, y que escribió este articulo con la ilusión de que alguna vez fuese publicado en algún libro o revista, con la intención de que perdurara en la memoria de todos.
Que la disfruteis.

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Con estas breves notas pretendo aportar una pequeña contribución a la historia de la práctica del esquí en Sierra Nevada afortunadamente tan extendida allí desde hace unos años y, más aun, en nuestros días.

Para ello, creo conveniente relatar la gestación y el origen de la subida a Sierra Nevada, de lo que muy bien pudieran ser los primeros "pinitos" de la práctica de este deporte en la Sierra, al menos, con esquiadores granadinos e, incluso, con esquís planeados (más bien copiados) y construidos en Granada.




Hacia la mitad de los años 20, un pequeño, pero muy entusiasta, grupo de amigos nos dedicábamos, tan pronto como teníamos algún claro en nuestros estudios, a hacer las más disparatadas excursiones a la Sierra. Los compañeros nos tenían un poco por "chalaos" y nos llamaban "los montañeros" o "los alpinistas", para ridiculizarnos. Nuestro deseo era siempre llegar lo más lejos y lo más alto posible, dentro del nunca demasiado tiempo del que disponíamos. Y pronto nos dimos cuenta que en épocas en que la nieve estaba relativamente baja, nos frenaba en gran medida y nos impedía alcanzar las cotas deseadas. Pero alguno de nosotros descubrió que había unos artefactos llamadas "esquís", que permitían a los que los usaban, no solo subir mejor, sin hundirse en la nieve, sino, sobre todo, poder bajar a unas velocidades totalmente imposibles, entonces, para nosotros.




Me puse al habla con un pariente mío, aficionado al montañismo, que residía en Madrid, y por medio de él conseguimos que nos enviaran un catálogo de una de las más importantes casas de deportes que había entonces en Madrid, la Casa Díez, que estaba en la plaza del cine Barceló.

De mi grupo de montañeros, los que estábamos más unidos y hacíamos más excursiones juntos éramos, Ángel Salas Navarrete y el que escribe estas notas. Entonces había la costumbre en Granada de llamarse "compadres" a los que tenían una gran amistad y así nos llamábamos nosotros. Pues bien, mi compadre Salas y yo nos pusimos enseguida al habla con otro entusiasta de la Sierra, Demetrio Espínola, que era un excelente ebanista, que se comprometió a fabricarnos, partiendo del mencionado catálogo, unos esquís. En principio, creo recordar, sólo tres, unos para cada uno de nosotros y otro para él. Y así lo hizo. Estos primeros fueron hechos en madera de haya, que resultaba un poco pesada y, por eso, más adelante, Demetrio paso a construirlos con otra madera que yo desconocía entonces y que sí mal no recuerdo se llamaba algo así como "icori". Los herrajes de sujeción creo que nos pudimos permitir el lujo de traerlos de Madrid, (o tal vez los primeros nos los hizo un herrero en Granada, no recuerdo bien). Pero lo que sí recuerdo perfectamente es que las ataduras de cuero las mandamos hacer, bajo nuestra "dirección", en una talabartería de una transversal de la calle de la Alhóndiga, que no sé si seguirá aun allí.

Pasado el tiempo, Demetrio llegó a tener (según me informaban pues yo, desgraciadamente, ya no vivía en Granada) un gran negocio dedicado a los deportes, especialmente los relacionados con la Sierra y la nieve. Siempre tuve el deseo de volver a ver a Demetrio y su establecimiento, pero, como la vida es así, por desgracia y por una de esas raras casualidades del destino, una de las pocas ocasiones que fui a Granada y en la que, ¡como no!, había subido a la Sierra, me cogió el desgraciado accidente de Demetrio que se estrelló con una avioneta contra el borde de los Peñones de San Francisco. Fue para mi una impresión tremenda, que jamás olvidaré; pero en medio de la desgracia me consuela el haber estado allí y haber podido dar el último adiós a un viejo amigo y compañero tan entrañable.

Nuestros primeros ensayos con los flamantes esquís hechos por Demetrio no recuerdo exactamente en que año fue, pero tuvo que ser entre los años 1926/28, en que terminamos nuestro bachillerato. Debió ser, además, un año de abundante nieve, pues recuerdo perfectamente, que fuimos a probarlos a los laderones del Trevenque. Nos tiramos "a lo bestia", especialmente Salas que era bastante borrico, aunque sólo en apariencia, pero aquello, realmente no encerraba apenas peligro. No era tan difícil mantenernos sobre aquellos rudimentarios esquís que no llegaban apenas a coger velocidad. Bajábamos más rato rodando por la nieve que sobre los esquís y el único peligro era que se nos quedara alguno de ellos atado al pié, así como las molestias que representaba ir luego a buscar los que se escapaban muy lejos. Lo primero y mejor que aprendimos, todo por supuesto como autodidactas, fue a subir con ellos puestos, evitando el hundirnos en la nieve.




Sé que es difícil comprender por los montañeros y esquiadores actuales la forma de actuación nuestra en aquellas fechas. Incluso veo la cara de incredulidad que ponen algunos jóvenes entusiastas de ahora de la Sierra, cuando les cuento nuestras excursiones o prácticas del esquí de entonces. Y, sin embargo, todo es rigurosamente cierto, pues a lo que entonces hacíamos es difícil aumentarle hipérbole alguna.

Cuando ya dispusimos de nuestros esquís, nuestras excursiones se dirigían principalmente a llegar a buenos sitios para la práctica de este deporte, para nosotros tan nuevo y también para intentar llegar a sitios más altos de lo que antes podíamos alcanzar. Pues bien, tampoco aquello eran unas excursiones de salón. Salíamos en el primer tranvía de la Sierra (¡qué pena su desaparición!) hasta el final que era el Maitena, a una altura de algo menos de los 1.000 m de altura y, desde allí, cargados con los esquís, la mochila y el inseparable capote-manta, subíamos casi "a pico" por las Casillas de Rojas, hasta los Peñones de San Francisco o la Hoya de la Mora. En aquellos parajes nos dedicábamos todo el tiempo, salvo el necesario para comer, a trepar con los esquís, lo más alto posible, para descender después a la máxima velocidad que lográbamos alcanzar... antes de nuestra caída.




Y así hasta la hora en que calculábamos poder llegar al Maitena con tiempo para tomar el último tranvía. Alguna vez nos podíamos quedar allí pernoctando en el albergue de la sociedad Sierra Nevada, de la cual por supuesto no erramos socios, pero habíamos descubierto el truco de entrar por una ventana que no cerraba bien.




En los años inmediatamente siguientes, fuimos mejorando, tanto en nuestra técnica como en los elementos necesarios. Descubrimos el uso de ceras para deslizarnos mejor y evitar que las maderas se empaparan de agua y otras cosas. Yo, desgraciadamente, ya no seguí allí perfeccionándome, a causa de mi ingreso, en 1930, en la Academia Militar de Zaragoza y, posteriormente, en la de Segovia. Mis ulteriores prácticas de esquí fueron en los Pirineos y, después, en Guadarrama, con bonitos paisajes, sin duda, pero con mi tremenda nostalgia de Granada y de mi querida Sierra Nevada.

Y aquí pongo punto final a estas breves notas, por si pueden servir de añoranza a algún superviviente de mi generación (que por desgracia serán pocos) o de entretenimiento a alguno/a de las nuevas generaciones de entusiastas de la Sierra. Con ello me doy por contento.

Luis Wilhelmi Castillo
"Ante todo Granadino"

Breve biografia de D. Luis Wilhelmi


5 Comentarios Escribe tu comentario

  • #1
    Fecha comentario:
    28/03/2006 04:55
    #1
    Precioso y melancolico reportaje, enhorabuena a Luis en primera instancia y a la gente de retro-ski por recordarnos las bonitas palabras de alguien que escribe desde el corazon.

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  • #2
    Fecha comentario:
    28/03/2006 05:40
    #2
    Una bonita historia, que nos recuerda lo que en esos tiempos lucharon los que nos preceden, por perfeccionar este bello deporte.

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  • #3
    Fecha comentario:
    29/04/2006 15:43
    #3
    Gracias de nuevo, me encanta ver fotos de esos primeros tiempos en los que se empezó a fraguar la historia del ski en este país, en cierta forma les envidio, me hubiera encantado porderlo vivir en primera persona.

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  • #4
    Fecha comentario:
    17/12/2008 01:18
    #4
    creo que todos los que empezaron hace de mas de 30 años incluido yo mismo, deberiamos quitarnos el sombrero y agradecer y dar la enhorabuena por dejarnos leer y ver esas fotos estupendas de esa época. Unas curvas para los chavales de las fotos. ;)

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  • #5
    Fecha comentario:
    28/10/2013 22:51
    #5
    Magnífico :+: :+: :+:

    karma del mensaje: 13 - Votos positivos: 1 - Votos negativos: 0

    • Gracias!

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