Las instancias psíquicas de la personalidad: el Ello

Las instancias psíquicas de la personalidad: el Ello
Tal como adelantáramos en nuestro artículo anterior, iniciamos un nuevo eje temático relacionado a las instancias psíquicas de la personalidad. En esta oportunidad haremos un breve tratado sobre el Ello.

Vimos anteriormente que el conjunto de las características subjetivas que determinan nuestras conductas se denomina personalidad. La Teoría psicoanalítica de Sigmund Freud sostiene que la psiquis humana se compone de la interacción de tres instancias que se interrelacionan entre sí: el Ello, el Yo y el Superyó. Estas tres dimensiones psíquicas procuran explicar nuestra personalidad y se consideran como ‘dinámicas’ porque rivalizan entre sí e intentan imponerse una sobre las otras.

En línea general, las conclusiones de Freud en cuanto al psiquismo humano son: poseemos tendencias inconscientes a la búsqueda del placer que pretendemos satisfacerlas, pero como nos encontramos integrados en un contexto social, debemos resignar, en mayor o menor medida, esos impulsos al aceptar las normas sociales y poder así adaptarnos.

Freud llegó a la conclusión de que nuestra mente no se limitaba únicamente a lo consciente, sino que esta representa sólo una capa superficial que cubre una mayor parte la cual denominó “el inconsciente”. Aquí existe un campo anímico al que llamó el “Ello”, el cual persigue el Principio del placer y que ciertas acciones no son tolerables por la sociedad.

El Ello es una dimensión psíquica inconsciente que se encuentra desde nuestro nacimiento, conteniendo deseos e impulsos que entran en conflicto con las otras dos instancias buscando el placer inmediato y rechazando el dolor. Se puede afirmar que la mayoría de nosotros conseguimos gratificación inmediata cuando alcanzamos el objetivo propuesto o cuando realizamos algo que no hicimos antes.

Tanto la energía instintiva como la irracionalidad y el egoísmo están representadas por el Ello e influenciadas por nuestra tendencia al placer. Las conductas repetidas debidas a los deseos y al goce son requerimientos del Ello.

Tendemos a adaptarnos al entorno distinguiendo el Ello del Yo. Si es el Ello el que domina nuestra personalidad, al priorizar nuestras propias necesidades podemos poner en peligro a las demás personas en las pistas debido a nuestra impulsividad al esquiar. La influencia del ambiente modifica lo inconsciente del Ello en un Yo organizado que regula nuestro instinto de búsqueda del placer suplantándolo por el Principio de realidad, logrando así nuestra adaptación al medio ambiente.

Próximamente analizaremos una nueva instancia psíquica de la teoría freudiana: el Yo.

¡Hasta la próxima!

 

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