Cuando era pequeño, era habitual que los lunes algunos esquiadores contaran sus peripecias en las pistas negras que habían bajado. Yo era más habitual de pistas más fáciles porque me obsesionaba la técnica y pulir los miles de defectos y limitaciones que todavía arrastro, pero me impresionaba ver cómo bajaban esas pistas tan difíciles mis compañeros de clase.
El tiempo ha pasado y aunque no soy ningún fiera, ya no me dejo impresionar tan fácilmente porque es bien sabido que los esquiadores tendemos a vernos y considerarnos mejores de lo que somos y realmente son muy pocos los que pueden presumir de verdad (aunque en esto, el esquí no tiene exclusiva).
Como me decía un gran entrenador, lo importante no es lo que haces sino cómo lo haces, y eso es lo que marca la diferencia. Muchos bajan negras, algunos se arrastran por ellas y otros las dominan, pero parece que lo importante es poder decir que has bajado tal o cual pista o itinerario, aunque el nivel real no se mida por este parámetro.
Es divertido hablar con los vendedores de esquís porque te cuentan toda clase de anécdotas de presuntos grandes esquiadores. Y es una pena porque si aceptas el nivel que tienes, puedes elegir un material que se adapta mucho mejor a tu nivel, que te hará progresar más y con mayor diversión.
Hay excepciones y conozco a algunos -pocos- que se tienen mal considerados y esquían bastante bien comparado con la media nacional. Vamos, que no desentonarían farfulleando en cualquier conversación de bar, donde lo normal es presumir de todo aquello que se tiene o gustaría tener. Igual esos letreros de "solo esquiadores expertos" que ponen en algunas pistas, favorecen que haya una tendencia generalizada a considerarnos buenos esquiadores.
Dicho esto, uno siempre tiene que adaptar el discurso al interlocutor que tiene delante porque tampoco es correcto ir de que no tienes ni idea si llevas 30 años esquiando y 15 de ellos compitiendo. Pero más vale ser prudente porque al final todos salimos a la montaña y corremos el riesgo de hacer el ridículo si hemos hablado más de la cuenta, esquiando o haciendo lo que sea. Porque además, estamos en el país de los ciegos. Muchas veces, por eso, el mejor remedio es una cámara o un crono, aunque para el que no quiere ver...