Una cosa que tiene el esquí es que llega un día que las estaciones cierran y empieza una travesía del desierto que dura 7 meses. Cuando llega ese día, el ánimo decae y toca cambiar el chip y pensar en otro tipo de actividades.
Es precisamente este cambio de chip, ese dejar de pensar sólo en blanco lo que hace que, cuando llega el otoño y las temperaturas empiezan a caer, los esquiadores despertamos del letargo y volvemos a pensar en bajar por laderas blancas. Volvemos tras un largo parón, con las pilas renovadas.
Empezamos la cuenta atrás. Tic, tac... Para llevarlo mejor, he puesto un contador a la derecha con los días que faltan hasta volver a ponernos los esquís.