Jonny Moseley era una estrella de los baches, había ganado el mundial y el oro en Nagano 1998 y se presentó en los JJOO de Salt Lake City con muchas opciones de victoria. Sólo tenía un problema. La FIS era muy reacia a la ejecución de nuevos tipos de saltos y Jonny estaba introduciendo su novedoso Dinner Roll, una mezcla de 360 y mortal que no acababa de ser valorado por los jueces, a pesar de su elevada dificultad.
En la final, no se echó para atrás y ejecutó su nuevo salto. Le costó la medalla, ya que fue cuarto, pero desde entonces, ya nadie que quisiera ganar una prueba de baches podía dejar de hacer este tipo de saltos.
La historia cambió y en los siguientes JJOO, en Turín, Dale Begg-Smith se llevó el oro así: