Con estos antecedentes no era de extrañar que Vrenny y sus hermanos (Sonja, un año mayor, y Rolando, poco menor) crecieran con la montaña como patio de juegos. Cuando llegaba el viernes, a la salida de la escuela, se montaban los esquíes al hombro y partían extasiados, caminando cuesta arriba rumbo al precario refugio que había montado el Ejército en el cerro. Iban cargados con mochila, comida, calentadores y bolsa de dormir, porque allí pasarían la noche. Al día siguiente, con suerte, podían hacer un par de bajadas sobre las tablas de madera. Era la felicidad absoluta.
"A veces éramos grupos de 30 y hasta 50 amigos. Era agotador, sacrificado, ¡pero qué placer!" |
, dice Vrenny del otro lado de la línea, saboreando ese recuerdo.
Recuerdos hay muchos, claro. De cuando había que pintar la base de los esquíes, por ejemplo, porque la nieve desgastaba la pintura y los esquíes no resbalaban. De cuando Vrenny y Sonja se recibieron de profesoras de educación física en Mendoza, en 1970, y regresaron a Esquel con un entusiasmo arrollador. De cuando empezaron a convocar a los niños para organizar actividades en la montaña y enseñarles a esquiar. De cuando fundaron Los Copitos, una suerte de Jardín de Nieve para los más chiquitos, allá por 1974.
Fue el mismo año en que La Hoya contó con su primer medio de elevación moderno, y por eso se cuenta como año de su fundación. Aunque La Hoya siempre fue La Hoya y ya se esquiara allí desde la década del 50.
"Esa telesilla fue todo una revolución. Pero claro que todo lo era. ¡Es tanto lo que ha cambiado la montaña!" |
, se maravilla Vrenny, que confiesa que aún la invade un cúmulo de nostalgia cuando transita el camino que lleva a la montaña.
"Miro los senderitos por donde antes nos abríamos paso caminando y ahora está todo asfaltado. Incluso me acuerdo de cuando se construyó el camino y los jóvenes ayudábamos sacando piedras." |
Madre de cuatro hijos (el mayor, Guillermo, con 16 años ya había subido el Aconcagua) y abuela de siete nietos de entre 23 y uno y medio, Vrenny señala que de aquellos chiquitos que introdujo a la nieve en la década del 70 hubo unos cuantos campeones de esquí, presidentes del Club Andino o instructores.
"A veces había que llevarlos arrastrando. Eran chiquitos, hacía frío, estaban mal equipados porque no existía la ropa térmica que hay ahora, ni los cascos ni nada, en fin, a veces no era fácil." |
Pero todos siguieron y todos volvieron.
"No sé qué ocurre en la montaña. Es algo de ese sacrificio y esfuerzo de los que hablaba antes, y del placer infinito que te causa a la vez." |
Cronista: Teresa Bausili
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