Las instancias psíquicas de la personalidad

Las instancias psíquicas de la personalidad

El Yo corporal

Sigmund Freud también daba su interpretación del Yo en cuanto es, ante todo, un Yo corporal que gobierna nuestra movilidad voluntaria a través de la actividad muscular, las sensaciones corporales, y nuestras percepciones. Propuso que la intención del Yo sería la autoconservación en sentido doble: frente al mundo exterior percibimos los estímulos del ambiente eludiendo aquellos demasiado intensos que nos generan displacer, y aceptamos aquellos moderados que nos causan placer. A través de las experiencias sensoriales llegamos a la comprensión sobre cómo nuestro Yo corporal se adapta al entorno mediante el desarrollo de las habilidades motrices, evolucionando como agentes activos e independientes.

Como vimos, en todas las manifestaciones de nuestra personalidad se encuentra presente el Yo, el cual extiende su influencia psíquica por todo nuestro cuerpo, en tanto este es un instrumento de expresión de nuestra actividad mental. Cuando decimos: “me duelen las piernas”, “tengo frío en las manos”, o “siento los pies cansados”, hacemos una doble apropiación: nos atribuimos la actividad psíquica del Yo, en tanto tenemos conciencia de los estados de dolor, temperatura y cansancio; y nos asignamos la pertenencia de esas partes corporales: “mis piernas”, “mis manos”, y “mis pies”.

El Yo grupal

Según Freud, la persona que pertenece a un grupo regresa a un estado infantil puesto que “un grupo es impulsivo, cambiante e irritable” y que es conducido casi exclusivamente por el inconsciente. De acuerdo al psiquiatra y psicoanalista Wilfred Bion, la mentalidad grupal es un fondo común compartido y formado por los deseos, las opiniones, los pensamientos y las emociones de sus integrantes.

Cuando formamos parte de un grupo somos propensos a pensar y actuar distintamente de cómo lo haríamos de manera individual puesto que la conducta grupal tiende a la falta de crítica y es susceptible a influencias. Al pertenecer a un grupo, Freud decía que una persona “sustituye su Yo individual por un Yo grupal, disminuyendo su personalidad consciente y focalizando sus pensamientos y sentimientos en una dirección común”. En la mente grupal, “el individuo renuncia al ideal de su Yo y lo reemplaza por el ideal del grupo, encarnado en el líder”, en donde el ‘nosotros’ se convierte en el ‘Yo colectivo’.

Un grupo se caracteriza por tener un interés común o una inclinación emocional afín frente a una cierta situación como, por ejemplo, realizar una travesía fuera de pista. Daniel Goleman, psicólogo y escritor, sostiene que, “cuando funciona en forma óptima, un grupo puede tomar mejores decisiones que cualquiera de sus miembros en forma individual”, pero también se debe considerar que, de acuerdo al psicólogo y profesor Irving Janis, “el pensamiento grupal conduce a errores en la toma de decisiones, los cuales incrementan la posibilidad de malos resultados, especialmente cuando las presiones conformistas empiezan a dominar”. Este autor plantea que, “cuanto más amigable sea el espíritu de equipo entre los integrantes de un grupo, mayor es el peligro de que el pensamiento crítico e independiente sea sustituido por el pensamiento grupal, el cual, muy probablemente, generará acciones irracionales”.

Continuaremos con el desarrollo de última parte sobre el Yo hablando sobre la autodiscrepancia.

¡Hasta la próxima!

 

 

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