Los días se acortan, el frío por fin empieza a hacer su aparición y poco a poco se despierta algo dentro nuestro, un deseo, una obsesión… Y es que sabemos que se acerca el momento de volver a calzarnos unos esquís, deslizarnos colina abajo y redescubrir, como hacemos cada año, el porqué nos apasiona tanto este deporte.
La cuestión es, ¿creéis que nos apasionaría el esquí de la manera que lo hace si lo pudiéramos disfrutar todo el año? ¿Creéis que el no poderlo disfrutar siempre que queramos nos hace desearlo aún más?
Y, obviamente, no hablo de los centros de esquí indoor que parece que vuelven a estar de moda, hablo de ESQUIAR, en negrita y con mayúsculas, con nieve caída del cielo y en el medio natural.
En estas fechas todos estamos ‘esquiándonos encima’, si me permitís la expresión, pero la realidad más cruda es que cuando llegue marzo la mayoría de la gente estará ya ‘harta’ de esquí, del frío y de montaña. Casi todos, como sucede cada año cuando llega la primavera, desearán intensamente que llegue el calor para empezar las escapadas a la playa mientras los locos de siempre estaremos de luto pensando en los largos y calurosos meses de verano que se avecinan.
Eso me hace siempre pensar si no es esa ‘estacionalidad’ del esquí la que marca la diferencia con otros deportes que se practican durante todo el año. Quizá el saber que durante varios meses y por más que queramos no podemos esquiar sin realizar largos viajes es lo que nos vuelve tan ‘hooligans’ de este deporte…
En cualquier caso, después de varios meses sin ponerme unos esquís, la verdad es que escribo estas lineas simplemente para pasar mejor la larga espera, mirando el paisaje otoñal por la ventana y deseando que llegue definitivamente el frío, que pasen los días y llegue por fin la nieve.
Winter is coming!
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Sam Suarez,
Técnico deportivo superior