Primeros Pasos

Primeros Pasos
Una vez que hayas comenzado a deslizarte no hay marcha atrás, esto te enganchará sobremanera y no podrás dejarlo, así que, a partir de este momento comienza la aventura…

Adaptación al material.
La adaptación al material ha de ser progresiva; es como aprender de nuevo a andar, las botas ya nos lo ponen difícil no dejándonos doblar los tobillos, así que paciencia.Antes de empezar hay que revisarse bien. Comprobamos que estamos bien vestidos, con nuestras cremalleras cerradas, bien colocadas las gafas, guantes y bien puestas nuestras botas, con todos sus ganchos correctamente abrochados.
Sin ponernos todavía los esquíes debemos de buscar una zona muy llana donde podamos empezar a caminar con ellos en los pies. Una vez encontrada esa amplia zona, mi consejo es ponerse un esquí, caminar un poco solo con él y después poner el otro y hacer lo mismo, siempre teniendo los bastones de apoyo, que nos servirán como una prolongación de nuestros brazos al suelo. Después de esto hay que ponerse los dos esquíes y andar, hacia un lado y hacia el otro. Caminando vamos girándonos progresivamente hasta dar la vuelta completa hacia ambos lados, caminamos lateralmente hacia los dos lados, levantamos los pies para dar las zancadas.
Giramos en el sitio levantando los esquíes y separando las espátulas hacia ambos lados, levantando levemente los esquíes con cuidado para que al girarlos no pisemos el otro. Hay que dar pequeños pasitos, sin prisa. Podemos hacer lo mismo separando esta vez las colas, también para un lado y el otro.
Después de agacharnos, levantarnos, intentar coger nuestra particular posición sobre los esquíes y de moverlos como una prolongación más de nuestro cuerpo, manejándolos aunque sea de una manera imprecisa de momento, ya estamos preparados para empezar a deslizarnos, y lo haremos primero empujándonos con los dos bastones a la vez hacia delante y hacia atrás.
Más adelante buscaremos una pendiente muy suave para intentar deslizar dejándonos llevar  por la gravedad.

El descenso directo.
La pendiente escogida tiene que tener dos características fundamentales: que sea muy pero que muy suave y que al final de la misma haya una pequeña contrapendiente que nos pueda frenar.
Así nos colocaremos en el comienzo de la pendiente y nos dejaremos deslizar en línea recta  con los esquíes separados en línea con nuestras caderas, paralelos e igual de adelantados, en una posición que llamamos de disponibilidad. Nuestras articulaciones están semiflexionadas y nuestros brazos un poco adelantados con respecto a nuestro cuerpo, para vencer la poca velocidad que vamos a desarrollar. No intentes ni frenar  ni cambiar de dirección.
Algún ejercicio podemos hacer para mejorar nuestro equilibrio sobre los esquíes, como agacharse y levantarse, caer en la genuflexión sobre un pie y sobre el otro, girar sólo el tronco hacia un lado y el otro, brazos arriba y luego a las rodillas, o a las botas.

Alternar los pies.
Una vez dominado el punto anterior, hay que practicar el cambio. Es el mismo ejercicio anterior, pero cambiando el pie delantero. De esta manera caerás en la genuflexión alternando los pies delanteros y traseros, como si caminaras deslizándote.
Piensa en la extensión cuando te eleves y en  la compresión cuando genuflexiones. Encuentra un ritmo,  el mismo con el que andas, y no hagas pausa en medio de cada paso. Debería de ser un movimiento fluido y no uno a continuación del otro. Pero a diferencia del movimiento que realizamos al andar, en éste hay un empuje igual hacia arriba en el movimiento de los esquíes.
A esto se le llama el descenso directo en Telemark.


El primer freno.

Al primer freno le llamamos la cuña, pero no te confundas, este freno sólo te servirá cuando vayas a  muy baja velocidad.
Consiste en abrir las piernas sólo de la parte posterior, mediante una semirotación en la cabeza del fémur.
Con nuestros cantos interiores de ambos esquíes hemos de rascar o desplazar nieve con el fin de que ese rozamiento nos haga reducir nuestra  poca velocidad hasta pararnos. Es como la cuña de una quitanieves.
Fíjate en la figura, nuestro cuerpo mantiene esa semiflexión y el avance de nuestros brazos.
El peso está repartido exactamente igual en ambos esquíes.

El primer cambio de dirección.

Cuando nos desplazamos en una cuña dejándonos deslizar a una velocidad lenta pero más o menos constante, es el momento de desequilibrar nuestros apoyos en los esquíes o pesos de manera que si nos apoyamos con mayor fuerza en el esquí derecho, éste adquiere protagonismo y hará que nos desplacemos hacia donde señala, que es a la izquierda. Por el contrario, si nos apoyamos con mayor fuerza en el esquí izquierdo, éste adquiere protagonismo y hará que nos desplacemos hacia donde señala, que es a la derecha.

Extraido del libro "EL Telemark" de Dani Cruz (a la venta en Diciembre 2009)

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