Hoy, sabemos que debemos actuar de forma sostenible, para preservar nuestro planeta y proteger las futuras generaciones. Dentro del sector de la montaña, el esquí es una de las actividades que más maltrata al medio. De forma paradójica, a los esquiadores les encanta la montaña, la libertad y el gozo que procura este grandioso entorno natural. Soltarse, ser uno mismo, enfrentarse a sus miedos y aprehensiones, superarse, disfrutar sólo o entre amigos y familiares, son algunos atractivos que nos proporciona la montaña. Es un momento de reencuentro con nuestra parte más humana, y más salvaje a la vez, en el que entramos en contacto con los elementos, en toda su clemencia como inclemencia.
Pero ¿cómo resolver estas contradicciones, de tanto querer un lugar, y cuidarlo tan poco? ¿Cuáles son nuestros comportamientos dañinos hacia el medio y sus consecuencias? ¿Qué soluciones existen ya, y hacia qué modelos podríamos aspirar para respetarlo aunque sea un poco más?
Texto de Stéphanie lecomte
Las instalaciones de esquí
Se empezaron a construir las primeras estaciones de esquí, a principio del siglo XX, con el avenimiento del ocio. Parte de ellas fueron construidas en estaciones termales que ya beneficiaban de infraestructuras para acoger el público, otras se construyeron en pueblos de montaña, o en zonas pastorales. Cada vez más, queremos construir estaciones más altas, en zonas de nieves perpetuas, y glaciares.
Hoy estamos viendo las consecuencias de estos actos. La creación de pistas de esquí y remontes implican también obras durante el verano en la montaña. La fauna frágil de la zona como el urogallo, la perdiz blanca y el rebeco, no puede invernar tranquilamente por la afluencia de esquiadores, ni tampoco estar durante el verano. Cada día, hacemos recular un poquito más sus hábitats. La fauna de montaña suele ser tímida. Para alejarse del humano, se especializó en un medio rudo, en el que este último no llegaba. En cuanto a la flora local, muy frágil por vivir en condiciones extremas, se ve debilitada por las obras de las estaciones que crean erosión de los suelos, y se ve afectada por la contaminación traída por la afluencia de público. Encima, se crean retenciones de agua para las máquinas de nieve que también modifican el ecosistema.
Hoy, existen alternativas más sostenibles que van apareciendo poco a poco, cómo estaciones que se agrandan, sin crear nuevos remontes. Son estaciones a tamaño humano, que amplían su sector esquiable con excursiones de esquí de montaña y raquetas de nieve, realizando los partes de avalancha de cada pala practicable, avisando a los practicantes de los riesgos de aludes en cada sector, diariamente y con su evolución a lo largo del día. En lo que se refiere a pistas y destrozos, otras estaciones están optando por volver a tapizar las pistas de esquí con suelo vegetal autóctono. Este modelo es muy importante para la biodiversidad y el pastoreo. Pues evita una mayor erosión de los suelos. El pastoreo siempre ha sido otra forma de mantener los suelos de las estaciones preparados, utilizando y tratando la montaña de forma natural y ancestral.
La Masella es un claro ejemplo de contaminación lumínica
El transporte
Para acceder a estas zonas retiradas, se transita por las tradicionales carreteras de acceso, utilizadas tanto para los esquiadores como los trabajadores de la estación. A menudo, se las despeja de nieve y hielo con quitanieves usando muchísima sal. Esta sal que tiramos en cantidades exageradas, además de oxidar nuestros propios coches, desajusta completamente los niveles del medio ambiente, cayendo en los ríos e impregnándose en los suelos. La afluencia de coches crea contaminación en el aire así como a nivel acústico.
En los países del norte, han descartado la sal por los evidentes destrozos naturales que conlleva. Se utiliza gravilla para crear estructura en la carretera, en la que adhieren los coches, y cuando ya no es necesaria, se recoge de las aceras y del asfalto para reutilizar más adelante. Otra solución también, es evidentemente de venir equipados, con neumáticos de nieve para los locales, y cadenas para los que se encuentran con menos frecuencia nieve en la carretera. Otra solución a nivel local, es que los ayuntamientos y estaciones de esquí acuerden un transporte público gratuito y frecuente, que lleve desde el pueblo hasta la estación, reduciendo el tráfico, la contaminación y los accidentes, siempre que no sea posible el acceso por telecabinas o teleféricos que nos lleve desde el pueblo hasta pie de pistas.
Los quitanieves son un mal necesario. ¡Pero no la sal que expulsan sobre el asfalto!
La estacionalidad
Durante la temporada de esquí, la gran mayoría queremos ir a esquiar como mínimo unas tres veces, y suele ser para la purísima, para las vacaciones de navidad a reyes, y para carnaval. El resto, son fines de semana sueltos, o semana blanca del cole para las familias que lo pueden costear. Se necesitan infraestructuras para acoger un gran número de gente en un período de tiempo muy corto y puntual. El resto de la temporada hay poca afluencia, y la temporada en el Pirineo dura tan solo tres meses, cuatro en un año de mucha nieve.
Hay una gran afluencia de público, repartida en muy poco tiempo. Nadie tiene espacio suficiente, la gente se enfada una con otra por las colas en todo momento (ir y venir en coche, la compra, los remontes, etc). De la misma manera que en su día a día en la ciudad, aquí, todos tienen los mismos horarios siguiendo el horario de apertura de la estación. Los servicios prestados tienen un coste muy elevado, al haber más demanda que oferta en estas fechas concretas, y sobre todo porque los comerciantes viven solo de unos pocos días de receta anual. Una vez que se acaban las vacaciones, el lugar se despuebla de nuevo. Los comerciantes no tienen suficiente para vivir, deben cerrar o buscar otra actividad para el resto del año. Todas las infraestructuras están abandonadas hasta el año siguiente, creando urbanizaciones fantasmas, costosas y vacías.
También está en España, el fenómeno de la Purísima: Se vende como fechas para ir a esquiar. En ningún otro país de Europa se esquía hasta finales de diciembre, aún no hay nieve suficiente para ello. Pero en España, uno de los países que se encuentra más al Sur del viejo continente, hemos decidido que sí, que se puede. Así que todos los años las estaciones abren, y los esquiadores vienen, utilizando miles y miles de litros de agua para intentar crear nieve artificial, siendo otro derroche ecológico.
Un punto muy interesante sería repartir la afluencia de los usuarios. De esta forma, se necesitarían menos infraestructuras como alojamientos y comercios. Así sus propietarios podrían subsistir tener ganancias durante temporadas más largas, con la ventaja de ofrecer precios más asequibles a sus clientes. El público tendría más espacio en sus actividades diarias.
Ya se hace en algunos países, repartiendo las vacaciones escolares en zonas diferentes. También sería importante llegar a hacer de estos sitios lugares más dinámicos a lo largo de todo el año. Esto se puede hacer fomentando la producción y el comercio de productos locales, creando una red de actores que se sustentan entre ellos, creando más vida, y atrayendo gente, siendo la montaña un gran lugar para actividades al aire libre. Éste es uno de los retos más importantes de los centros de montaña para las próximas décadas.
En Francia han cambiado las vacaciones escolares por regiones para repartirlas mejor durante la temporada
La contaminación (acústica, visual)
Allí estamos, en la montaña, disfrutando de ese entorno maravilloso, de la buena nieve, la buena compañía ¡y nos emocionamos! En el remonte, comunicamos con mucho ánimo nuestras bajadas, nuestras caídas, mientras fumamos un cigarrillo, comemos algún bocadillo o bolsa de patatas.
Si, ya lo habéis entendido: estas basuras que tiramos al suelo, a veces por despiste, otras por pereza, pensando que lo cubrirá la nieve… Pero la nieve se irá, y la basura se quedará. Los gritos y emociones, la música fuerte y otras fuentes sonoras son más elementos que disturban a la fauna. Las fuertes iluminaciones de pistas nocturnas como podemos encontrar en algunas estaciones, que se ven desde kilómetros, trastornan completamente la fauna local, sin hablar del malgasto energético producido. Por otra parte, en las casas particulares y en los planes de urbanismo, se ponen plantas de adorno. Muchas veces se trata de especies invasivas y acaban sustituyendo las especies locales, como por ejemplo el arbusto de las mariposas que debe su nombre al hecho que atrae las mariposas con su buen olor. Pero no deja crecer otras especies que nutren a las orugas, ¡creando por consecuencia la extinción de esas mismas mariposas por las que lo plantamos!
No tenemos más que darnos cuenta de donde estamos, y comportarnos en respeto con el lugar. Respetar la montaña, llevar con nosotros nuestras basuras. Esquiar de día, y si se abre una estación a veces para esquí nocturno, iluminar lo justo y necesario. También se pueden mejorar los planes de urbanismo para evitar tanto transporte, creando núcleos urbanos en los que no se necesité coger el coche constantemente. Ayudar al público a acceder al reciclaje. Aislar las casas y locales correctamente desde su construcción como norma, evitando desperdicios de calefacción. Y en cuanto a cultivos y plantas ornamentales, es importante mantener especies autóctonas, que piden muy poco cuidado al estar adaptadas a este ambiente y respetan los ecosistemas.
El ser humano siempre a modificado su entorno en su propio beneficio. ¡Es hora de invertir el proceso!
El consumo de masa
Vamos a esquiar dentro de una semana. Tenemos la chaqueta, pero nos falta el pantalón o las botas. Pues vamos rápidamente a comprar lo que necesitamos. Compramos el material más barato por cuestión de presupuesto, o lo que nos queda más mono, o la marca buena que conocemos de renombre por verla en anuncios, o simplemente la que nos aconseja el vendedor.
Cuando llegamos a pistas nos damos cuenta que no nos sirve tan bien como pensábamos, pasamos mucho frío, o demasiado calor, no transpira, o se humidifica enseguida. Estos guantes se rompen rápido, esta máscara se empaña, este material lo quiero cambiar la próxima temporada porqué ya no está de moda… Y todo lo que no veo detrás, que es la forma en la que se produjeron estos productos, que tipo de materiales usan y como acabarán sus ciclos de vida.
Sería muy bueno, que miremos cada vez más como está fabricado nuestro material. Para ello, hay que invertirle tiempo. Mirar que tenga el “bluesign”, que demuestra una producción que cumple a nivel ambiental y humano, es un buen comienzo para el textil. Buscar marcas nacionales si es posible, o de países cercanos también es un plus. Comprar en las tiendas “del pueblo” en vez de grandes almacenes, para repartir las riquezas y fomentar nuestras economías locales. También es importante elegir algo que conviene a nuestra práctica, informándonos bien, de buena calidad, de forma que nos duré más. Y si realmente nos encanta tener lo último, volver a venderlo de segunda mano o dar el material que ya no usamos. Cuando estos materiales realmente están en final de vida, dejarlos en contenedores apropiados para que se puedan reciclar. Es la mejor forma de darle un ciclo de vida más completo y más virtuoso a nuestros productos. A pesar de que hoy en día el sintético esté muy presente en nuestros materiales técnicos, es importante intentar utilizar al máximo materiales naturales, como la lana Merino, o el reciclado.
El simbolo "Bluesign" demuestra de una manufactura más equitable y ecológica
En definitiva
¡Nos encanta el esquí, nos encanta el monte! Y vemos que con algunos gestos podemos llegar a una práctica más sostenible. ¡Todo es empezar! Algunos ejemplos, como agrandar un dominio esquiable sin añadir remontes, tapizar las pistas con suelo vegetal autóctono, utilizar gravilla en vez de sal en las carreteras, equipar nuestro coche, desarrollar el transporte público, repartir la afluencia de visitantes, dinamizar los valles con producciones locales, respetar la montaña con su fauna y flora, así como sus habitantes, llevarnos nuestros detritus, implantar el reciclaje, no traer especies de plantas invasoras, y por fin comprar y utilizar nuestro material de forma sostenible son solo algunas de las soluciones que se me ocurren. Si tenéis más, bienvenidas sean, ¡a compartir, y a disfrutar de nuestras montañas!