Una de las ventajas de participar en el circuito FWQ es la oportunidad que te brinda de esquiar en lugares que de otra manera no conocerías como fue el caso de este trip a Balea Lac, en el corazón de Transilvania, auténtico paraíso freerider guardado con celo por los riders rumanos y que lo ofrecen para celebrar su prueba 3* del circuito: el CNF Rumania.
texto y fotos Raúl Diez
Volamos Aymar Navarro y yo hasta Bucarest un día más bien veraniego donde los propios rumanos que había en la cola de facturación nos miraban extrañados con nuestro material de esquí e incluso nos llegaron a preguntar si no nos habíamos equivocado de destino….pero no, hacia allí íbamos dispuestos a lo que se presentase.
Una vez en Bucarest alquilamos un coche a un precio muy razonable y nos reunimos con Lucas Schwiekovski que venía de Suiza.
Nos quedaban cuatro horas esquivando agujeros, carruajes y evitando adelantamientos temerarios que dejaban a nivel de los angelitos a los conductores italianos. Cuatro horas que se transformaron en seis después de equivocarnos en un desvío que nos llevó a atravesar los Cárpatos por la Transilvania más profunda. Una de esas equivocaciones que después agradeces.




Por casualidad pasamos por la localidad de Bran donde se encuentra el castillo de Vlad Tepes, el también conocido como ‘Conde Drácula’. Un castillo situado en lo alto de una colina y que fue testigo de uno de los peores genocidios de la historia.
Finalmente llegamos hasta la entrada de la región montañosa de Fagaras, en Balea Cascada. Curioso lugar en el corazón de las montañas con mayor población de osos de Europa y donde nos llama la atención que el único acceso a la montaña es un telecabina posiblemente ya jubilado de algún otro lugar al que todavía le quedaban horas de vuelo en Balea.
Rodeados de bolsas de esquís, sacos de patatas y cajas de cerveza llegamos a nuestro hogar los próximos días: Balea Lac. Un plano situado a 2000 metros de altitud con tres refugios y un hotel de hielo con todas las comodidades. No en vano uno de estos hoteles fue la residencia del dictador Ceaucescu hasta su ejecución en 1989. Por encima nuestro se encuentra la cornisa que será la cara de la competición y a la que se accede caminando. Aquí no hay remontadores. Se sube a tracción animal con excepción del motero del lugar que demuestra en varias ocasiones quien manda en Balea Lac.
Justo llegamos para el briefing en uno de los refugios rodeados de pieles de oso forrando las paredes. Jaffi, de la organización del CNF, explica las condiciones, la previsión meteorológica y el formato que se iba a utilizar en competición. De nuevo el tiempo no da tregua este invierno y se va a cebar durante la competición no sin antes tener una ventana de varias horas que pondrá a prueba a la organización.



El día de la competición se levantó ‘bluebird’. Un día primaveral con temperaturas suaves que poco hacían intuir el cambio de tiempo pronosticado. Último briefing, sorteo de salida y los riders se van hacia la cresta mientras que los jueces nos ponemos en posición. Todavía queda un buen rato hasta que lleguen a la salida así que examino todas las opciones de bajada y el estado de la nieve con los binoculares. La zona la acotaron bastante por riesgo alto de avalanchas y dejaron una parte de la cara de la montaña sin demasiadas variantes y si muchas opciones a los freestylers.
Comenzaron las bajadas y ya desde el primer rider vimos que habría que aplicarse a fondo. No en vano era la última prueba del circuito Freeride World Qualifier en Europa y muchos se la estaban jugando para entrar en el Freeride World Tour.




Se vieron muchos backflips y 360’s, y también algunos backslaps decisivos que enviaron a algunos fuera del FWT como Felix Wiemers o Mickael Bijasson que aceptaron su destino con deportividad.
El ‘sickbird’ se lo llevó el pequeño de los Bijasson, uno de los mejores riders de pipe en Francia que hizo sus primeros pinitos en el freeride mostrando su ‘pop’ en un rasante que le lanzó 30 metros hasta casi el plano del lago. Una jabatada.
La tropa hispana se lució centrándose en lo más importante: planchar. Y vaya si lo hicieron.
A partir de media competición la meteo dio un giro brusco. Alguien abrió la ventana y entró una corriente continua de viento que transformó el plácido día primaveral en un día hibernal con luz plana para el resto de riders aunque poco importó para que dejasen de bajar con el gas ‘wide open’.
Los ganadores fueron el francés Gorak Wadek en esquí masculino, la australiana Hannah Fischer en esquí femenino, que se clasificó para el FWT el año que viene, el búlgaro Boris Parvanov en snowboard masculino y la Austriaca Amber Schuecker en snowboard femenino.



Joaquín Vena con un quinto lugar, Dani Fornell sexto, Lucas Swieykowski séptimo, Aymar Navarro noveno y Monica Font en cuarto lugar de snowboard hicieron un gran papel que vuelve a demostrar que el FWT no está tan lejos del Pirineo.
Después de una celebración digna de la última prueba del año, nos despertamos lentamente al día siguiente con nuevamente un día primaveral que nos hizo dudar de la decisión de celebrar la competición a un día, así que después de un desayuno tranquilo me apunto con Dani, Aymar, Lucas y Joaco a subir a la zona de competición de nuevo. Curiosamente cuando ya hemos comenzado a subir vuelve a ocurrir lo mismo del día anterior: un cambio brusco del tiempo que hace entrar una corriente continua de viento que tapa con una densa niebla en poco tiempo toda la montaña. El tiempo en la montaña es así, puede cambiar de un momento a otro y hay que ir preparado aunque poco nos preparaba para estar en la cresta con una tormenta eléctrica encima de nuestras cabezas. Fue curioso bajar con granizo, niebla y destellos de los rayos que caían no muy lejos de donde estábamos. Una de esas experiencias en la montaña que no se olvidan.
Después recogida de las maletas, despedidas y nos pusimos en ruta los hispano-argentos y los andorranos Dani Fornell y Monica Font en dirección Bucarest aprovechando a hacer un poco de turismo por Rumania. ¿Qué sería de estos viajes sin aprovechar a conocer el país?
En Rumanía se aprecia el contraste entre la época comunista del dictador Ceaucescu y la época austrohúngara que se muestra en todo su esplendor en la región de Transilvania. Preciosas ciudades como Brasov, o el centro histórico de Bucarest nos pusieron la guinda en este viaje a un país no demasiado conocido para hacer freeride pero que sorprende con la belleza, posibilidades y exotismo que ofrecen sus montañas. Volveremos!



