Hoy veremos las tres claves para perderle el miedo a las pistas heladas
Por desgracia, no siempre encontramos en pistas esa nieve polvo compactada con buen ‘grip’ en la que todo es fácil, ese tipo de nieve suave, pero compacta, que nos hace sentirnos esquiadores de primer nivel... Para nuestra desgracia, muchas veces lo que encontramos en pistas es nieve dura (muy dura), o incluso placas de hielo provocadas por los sistemas de nieve artificial. Y, aunque todos habremos escuchado mil y una veces lo de que ‘no hay buena o mala nieve, hay buenos y malos esquiadores’, la realidad es que el tipo de nieve que encontramos puede llegar a condicionarnos mucho al esquiar, ya que muchas personas le tienen un cierto respeto, o incluso miedo, a esquiar sobre hielo o nieve muy dura.
¿Qué podemos (debemos) hacer en ese tipo de condiciones? ¿Cómo debemos esquiar? ¿Cambia la técnica a aplicar? ¿Cuáles son las claves para esquiarlo?
Hoy voy a abordar este tema desde 3 visiones o ‘focos’ diferentes, y para cada uno os daré la que para mi es la clave para esquiar con solvencia sobre superficies muy duras:
El foco mental:
Empiezo por este, porque realmente la confianza es vital para esquiar en esas condiciones. Si empezamos a pensar que hay hielo y que caeremos… obviamente caeremos (la teoría de la profecía autocumplida). Cuando esquiamos sin confianza, con miedo a lo que tenemos por delante, tendemos a echarnos para atrás (y al interior), y eso nos complica más, si cabe, el poder esquiar bien sobre el hielo. Como más difíciles son las condiciones, más confianza debemos demostrar: confianza en nosotros mismos y en nuestra habilidad. Una buena predisposición mental, decisión y determinación siempre serán nuestras aliadas cuando la situación se complica.
El foco técnico
La técnica no cambia, simplemente se adapta. Una superficie más dura, requiere una posición (si cabe) más estable, apoyos más ‘sólidos’ sobre nuestro exterior que inicien tan temprano como sea posible en la curva (trabajar el ‘techo’ de la curva). Esquiar sobre el hielo requiere más 'flow' (continuidad de movimientos), más precisión y menos ‘ruido’, evitemos todo aquello que no sea necesario, menos es más. Menos movimientos innecesarios, menos rotaciones (o contrarotaciones) innecesarias, más eficiencia de movimientos para conseguir mayor nivel de precisión en nuestro esquí.
El foco en el material
Todo lo dicho antes, es importante, pero pensad que NADA funcionará bien, si no tenemos el material adecuado y bien preparado. Y pongo el foco sobre las dos cosas porque tan importante es la una como la otra. Material adecuado, por una parte, porqué un esquí demasiado ancho y/o que haya perdido resistencia a la torsión dificultará mantener el agarre sobre una superficie helada, pero sobre todo, bien preparado, porque sin llevar los cantos bien afilados, el esquí no conseguirá ‘clavarse’ o cortar la superficie del hielo y derrapará. Por bien colocado que vayas, por confiado que te muestres, si el esquí no tiene un buen canto, prepárate para sufrir…

Para acabar, un último consejo.
Teniendo todo lo anterior presente, pensad que para perderle el miedo a las pistas heladas, hay que esquiarlas... Empezad probando en pistas fáciles que conozcáis bien, esos días de primavera que a las 9am las pistas están super duras (sí, esos días que las pistas 'brillan' un poco de buena mañana). Una vez le vayáis pillando el ‘rollo’ y ganéis algo de confianza, probad en pistas más difíciles, con cambios de pendiente, con contrapendientes, etc.
Veréis como si tenéis en cuenta todo lo que os he comentado, y lo trabajáis un poco, lo que hoy os parece ‘inesquiable’ en unos días puede ser asequible (y hasta divertido).
Para cerrar por hoy, os dejo con un breve vídeo grabado en una pista roja con nieve bastante bastante dura... ¡Activad el sonido!
“Aprender, enseñar, divulgar.”
Sam Suarez
Técnico deportivo superior de esquí alpino
Formador de profesores de esquí @FESNEU
Entrenador competición @LMCE