Si antes de empezar a leer este artículo os preguntase si creéis que esquiamos con los pies, muchos me diríais que sí sin dudar, y creo que tendríais razón… en parte.
Hace ya unos años, mientras estábamos trabajando en una carrera de esquí, otro entrenador me dijo ‘cuando quieras ver si un chico funciona o no, fíjate en sus pies, si los pies van bien, el chico esquía bien’…
En un primer momento piensas, ‘si, es verdad, los pies son los que dirigen los esquís y si los pies funcionan bien el esquí correrá’ pero, cual es el desencadenante de ese buen funcionamiento? Realmente esquiamos 'con' los pies? A mi modo de ver deberíamos decir más bien que esquiamos 'desde' los pies.

A través de los pies (y gracias a las botas) transmitimos a los esquís los movimientos y presiones que queremos realizar de modo que estos a su vez reaccionen a nuestra voluntad.
Hasta aquí posiblemente estaréis pensando, ‘tiene razón, pero no me está diciendo nada nuevo’, de modo que vayamos un poco más allá: creéis que es posible esquiar correctamente, transmitir de manera correcta y precisa los impulsos a través de los pies hasta los esquís si el resto del cuerpo no trabaja en harmonía? Yo creo que no, esquiamos desde los pies y hacía los pies, estos son el nexo de unión entre nosotros, los esquís y la nieve, pero esquiar, esquiamos con todo el cuerpo.
El cuerpo humano esta formado por muchas estructuras enlazadas, estas estructuras se unen formando cadenas muy complejas que usamos para hacer cualquier pequeño movimiento. Imaginaos, por ejemplo, que os queréis llevar una mano a la cabeza, para hacerlo, sin pensarlo ponéis en movimiento muchos músculos, articulaciones y huesos.
Entonces, si para un gesto tan sencillo movilizamos tantos elementos, cuantos creéis que intervienen al esquiar? Exacto, para esquiar movilizamos prácticamente todo nuestro cuerpo.
Ahora volvamos a la idea de las ‘cadenas’ y centrémonos en los músculos, si os fijáis en la foto de debajo, podréis entender fácilmente como en ese momento concreto de la curva existe una cadena muscular que atraviesa nuestro cuerpo desde el tobillo izquierdo al hombro derecho que está trabajando conjuntamente para mantener la tensión (y posición) del cuerpo y de esta manera resistir las fuerzas a las que nuestro cuerpo está expuesto.
Cualquier fallo en un eslabón de la cadena y el conjunto (y por tanto el resultado) se verá afectado, si, por poner un ejemplo, los músculos de la faja abdominal fallasen, creéis que la presión ejercida a través del pie izquierdo sobre el esquí exterior sería la misma? Difícilmente, lo más probable es que se viese afectada tanto la intensidad como la repartición de la presión en la planta del pie.

Entonces, si ahora os preguntase otra vez si creeis que esquiamos con los pies, que diríais? Quizá algunos ya matizaríais la respuesta o, al menos, dudaríais…
Ahora que hemos sembrado un poco la duda y explicado las bases de mi argumento vayamos ahora a explicar lo que creo que es el concepto clave, el ‘desde’ los pies.
Hablo de esquiar ‘desde’ los pies porque los pies son fundamentales, creo firmemente en el concepto de esquiar desde la nieve hacia arriba ( ‘from the snow up’ ), desde las sensaciones que recibimos en los pies construimos nuestro esquí hacía arriba ya que son los pies los que transmiten nuestras órdenes hacia abajo así como son los que reciben las respuestas de los esquís y la nieve. Pero cuando ‘construimos’ nuestros movimientos, lo hacemos con todo el cuerpo, pies, piernas, torso, brazos… Todo el cuerpo participa e influye en nuestra manera de esquiar y en el resultado que transmitimos, de vuelta, hacia los pies, los esquís y, finalmente, a la nieve.
En resumen: creo que debemos entender el esquí como una acción conjunta y global de nuestro cuerpo donde cada parte se debe sincronizar con las demás, donde cada parte suma y donde el total es mayor a la suma de las partes.
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Sam Suarez,
Técnico deportivo superior