Todo indica que el primer monoski*, como nosotros lo imaginamos hoy en día, data de principios de los años '60, y que este es un deporte obtuvo su máximo esplendor en los '80.
Los que ya esquiaban entonces, recordarán los colores fosforescentes de la ropa, pero también las cremas labiales con las que nos pintábamos la cara. Esta moda se introdujo a posteriori también en los comienzos de la masificación del snowboard, que rondó principios de los '90.
El monoski ha sido habitualmente minusvalorado por los esquiadores más auténticos, pero lo cierto es que la práctica de este deporte, al menos en sus primeros pasos, es extremadamente divertido.
Quizá porque se sienten esas emociones que enganchan a los debutantes; o porque se comprenden todos esos adjetivos con los que calificabas a los "monoskieurs" cuando les ves desde el telesilla (contra-rotaciones bestiales, cara de "flipadillos" presionando con su lengua el interior del moflete, movimientos de brazos excesivos, pivotaciones, virajes ultra-cortos,...) ; o quizá porque se da uno cuenta de que se están riendo de él; puede ser porque viene a la memoria aquella estética de finura con los pies "juntitos" que siempre se llevó elegante y eficazmente hasta la llegada del carving (veremos ahora con la llegada de los "rocker". Quizá nos riamos de lo "espatarrados" que hemos ido los últimos años).
Bueno. Seguramente ésto último no va a ocurrir, pero bien es cierto que cada época ha venido marcada por la evolución del material del que se disponía, e igual que ahora tenemos esquís anchos y snowboards para descender por nieve sin tratar, en aquella época existía una excelente novedad tecnologíca que era el monoski.
Pero pensándolo mejor: ¿Por qué no lo podemos utilizar en la actualidad? Aunque sólo sea para salir de la rutina...
* Monoski también se llama a la "silla" especial montada sobre un esquí que utilizan los esquiadores con problemas medulares.