En efecto, muchas ocasiones a lo largo de nuestra vida de esquiadores nos preguntarán si el snowboard puede ser realmente un buena alternativa al esquí... ¡y viceversa!
Personalmente pude percibir cómo numerosos esquiadores nos separamos del esquí en el momento del gran estallido del snowboard hace ya varias décadas, y nos mantuvimos algunas temporadas en las que incluso practicábamos más aquella novedosa disciplina. Bueno. No sabemos si deberíamos llamarla deporte, ya que disciplina se relaciona más con la competición y bien sabemos que no era el objetivo inicial del snowboard, sino más bien todo lo contrario. De hecho el mismísimo Terje Hakonsen fue contrario a su inclusión en los Juegos Olímpicos no participando cuando él era el máximo favorito en la modalidad de Half-Pipe e icóno y embajador mundial de la "tabla de nieve".
En mi caso particular, el snowboard me atrajo radicalmente, hasta el punto de engancharme y tener mono de él, cual adicto a algo no puede pasar un solo día sin practicarlo.
Comenzaba entonces la época de los colores “fosforito”, cuando nos pintábamos la cara con las barras de foto-protector labial de estos llamativos colores.
En aquel entonces practicar snowboard estaba prohibido en algunos remontes de las estaciones, y otras, directamente lo prohibían por completo en todas sus instalaciones.
Lo cierto es que el snowboard es un deporte muy atrayente que engancha, y para muchos pasa a ser su forma de vida.
Lo mismo ocurre con el esquí, como bien demostrado está. Quien comienza a esquiar por gusto, y lo hace progresiva y concienzudamente, termina enganchando a este atrayente deporte. Es una excepcional alternativa al rutinario invierno en el que escasamente se practican deportes al aire libre. Y de los pocos que sí se pueden hacer, apenas nos alejan y desconectan de la ciudad.
No sé a vosotros, pero a mi me llaman la atención las personas que esquían o practican snowboard semanalmente, e incluso tienen viviendas en estaciones invernales, pero jamás han probado la "otra modalidad". Desde aquí os animamos encarecidamente a hacerlo. Muchos son los practicantes, y los profesores de las escuelas de esquí y snowboard, que han defendido con demasiado énfasis su deporte, especialmente queriendo excluir al otro, y han finalizado también enamorados y enganchados al deporte “contrario”.
El snowboard es una de las mejores alternativas al esquí, si no la mejor, y el esquí lo es igualmente del snowboard.
¿No lo crees? Pues pregúnta a la mítica "snowboarder palillera" Ester Ledecka, quien mejor se puede reír del estereotipo. Llegaba a los pasados Juegos Olímpicos de PyeongChang 2018 como actual Campeona del Mundo de Gigante Paralelo disputado en los mundiales de Sierra Nevada 2017 (Granada), y ganó el Oro tanto en el Super Gigante de Esquí Alpino, como en el Gigante Paralelo en Snowboard. ¡Insólito, increíble, irrepetible! Todo calificativo queda pequeño para semejante gesta. Pero deja patente que ambos deportes son perfectamente compatibles, y pueden y deberían ser practicados por los amantes de los deportes de invierno asiduos a las estaciones alpinas.
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