Deslizando sobre el canto o conduciendo los esquís y llevando más de peso sobre el esquí derecho, partiremos acabando la curva hacia la izquierda en una posición semi-flexionada apoyados en los cantos izquierdos de los dos esquís en los que se ve ligeramente adelantado el de arriba (izquierdo) y esa misma pierna visiblemente más flexionada que la derecha.
La posición de nuestro cuerpo que ha ido mirando hacia el lugar al que apuntaban los esquís, o en su defecto ligeramente contra rotada, comenzaría cada vez más a anticipar el próximo viraje direccionándose hacia él al igual que la mirada que ha sido la primera en dirigirse hacia la dirección que vamos a tomar en la nueva curva que estaríamos a punto de comenzar a la derecha. El bastón derecho ya tendría que haber sido lanzado con anterioridad para crear esa reacción que, tirando de él hacia la nieve con los dedos de abajo (anular y meñique) nos ayude a mantener la centralidad mientras comenzamos la extensión y proyección hacia el interior del siguiente viraje (hacia la derecha). Éste movimiento lo provocaremos con nuestra pierna izquierda y llegará a su máxima amplitud justo en el cambio de cantos, que será también el momento en que nuestro bastón toque la nieve (aunque esto tampoco es necesario) o esté más cerca de esta.
Para que el esquí no pivote ni nos desequilibre y por lo tanto hagamos un cambio realmente eficaz, lo más importante es realizar un rapidísimo cambio de cantos.
Inmediatamente los esquís ya apoyados en las espátulas de los cantos derechos deben estar lo más inclinados posible (obviando que las piernas están bastante estiradas) hacia la derecha y nosotros deberíamos estar en una posición bastante simétrica de la parte superior.
A partir de aquí aumentaríamos la flexión de forma progresiva y dosificada durante toda la fase de conducción del viraje, pero también graduándola en función del radio de curva deseada.
Esto siempre será manteniendo algo más de peso en el esquí exterior (izquierdo) y a la vez que vamos retrasando el bastón derecho y simétricamente opuesto a su vez adelantaríamos el izquierdo durante toda la curva hasta que al final de ella esté la arandela si es posible delante de la espátula, ya que ello nos indicará en gran medida si vamos centrados.
Cuando esto ocurra deberíamos llevar la máxima flexión y ya habríamos creado un mínimo rebote de extensión que nos propulse hacia arriba a la vez que adelante con nuestros cuadriceps, gemelos sobre todo y espalda que nos ayudará, a la vez que tiramos del bastón hacia atrás (como hemos comenzado la anterior curva), a iniciar el siguiente viraje.
Fotógrafo: Nacho García