Como podemos observar, y en contra de lo que la mayoría cree, la técnica salta hasta un tercer plano en relevancia.
Un esquiador, en primer lugar debe tener equilibrio. Si no, ¿cómo queremos que desarrolle su técnica?
En segundo lugar, menciona a la habilidad general de toda su morfología.
Y en tercer lugar, indica el conocimiento de la técnica. Si cumple estos tres requisitos anteriores, ya estará en situación de poder hacer girar unos esquís de una u otra manera.
Pero si a eso le añadimos un material que facilite las cosas, aún mejor.
La cualidad menos importante a desarrollar y/o utilizar, más aún con el material actual del que disponemos, es la fuerza. Ésto es muy en contra de lo que realizan todos los principiantes.
Evidentemente, estas indicaciones pasan a un segundo plano, puesto que se presupone un estado mental mínimamente aceptable, al igual que una predisposición a querer esquiar.
Es importante concienciarnos todos, tanto expertos esquiadores, como iniciados, a esta escala de preferencias.
Por lo tanto, no tiene sentido pretender que alguien esquíe en paralelo, cuando lo importante es que se mantenga correctamente sobre los esquís y, con esta base, poder comenzar a progresar técnicamente.

"Técnica y Pedagogía del Esquí Alpino
Manual del Profesor",
de Robert Puente.
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