Tiempo

En las montañas y en contra de lo que se pueda pensar todo discurre deprisa, exactamente igual, todos vamos a conquistar algo es lo mismo sea pared de envergadura , línea modesta de más o menos dificultad o cima de mucha o poca altura, y es por esta razón que últimamente he ensayado a sentarme enfrente de una ladera, de blanco inmaculado y no pensar en cómo descenderla con mis esquíes y dejar marcada mi huella con el orgullo de lo conseguido, simplemente la he observado, he estudiado las formas que la nieve recién caída ha dejado en ella.

También me he parado enfrente de una montaña, a mirar su cima, sin soñar alcanzarla, solo fijándome en el lento paso de las nubes por sus crestas, la luz de sus atardeceres y la explosión de su amanecer, la caricia de sus vientos.

De la misma forma me acomodado enfrente de una pared, sin pensar en escalarla, solo con el objetivo de mirar sus colores, apreciar sus formas, visualmente jugar con sus recovecos, deslumbrarme con sus líquenes, asombrarme con su altura, en definitiva admirarla.

Hielo, me he parado a tocarle con mis manos, pero sin herirle con las herramientas, ver sus tonos azules, embelesarme con sus formaciones, escuchar su lento fundir, mirarle sin retos.



Gracias a:
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