Con los años me fui acostumbrando a andar bajo las ventiscas, con la cabeza agachada, absorto en mis pensamientos y con el solo ruido del viento como compañero.
Los días que amanece nevando todos podéis apreciar como un silencio extraño se instala en el exterior, dan paz y ganas de sentarte junto al fuego a no hacer nada. Es en esos momento es cuando me vuelve a atraer salir a la montaña y ascender o descender entre los copos, poniendo toda la atención y concentración en los pocos metros que la vista te deja contemplar.
No es mi intención hacer “apología” del mal tiempo, pero sin el, los días soleados serían más monótonos y nunca podríamos poner a prueba nuestra fuerza de voluntad, vamos a la “calle” a pesar de la nevada.
Gracias a:
Salomon España
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Bajo la nevada

Ventisca

Nevagando entre la niebla

Anne en Montets

Avanzando

Prácticas en pendiente

La tormenta

Ducha de polvo

Sin esquís

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