Nuevas tecnologías en remontes (I+D)

Nuevas tecnologías en remontes (I+D)
Julio Lambretas, Juanito Medallas, Balduino de Belgica y los primeros remontes de Sierra Nevada, imperdible...
Fue hace poco más de un siglo cuando en Lech (Austria) se construyó el primer ingenio mecánico para remontar a los esquiadores a la cima de las montañas para luego deslizarse colina abajo para a su vez, en un auténtica expresión alpina del mito de Sísifo con su famoso pedrusco, volver a subir sin pausa y sin límites.

Había nacido el esquí alpino, un deporte maravilloso que hoy practican cientos de millones de personas en todo el mundo y que no sólo han sacado de la miseria a recónditos rincones de las montañas de Europa, sino que ha sido el motor de una pujante economía e incluso ha cambiado el hábitat de esas regiones montañosas que vivían al margen de la revolución industrial de finales del siglo XIX y comienzos del XX, y incluso al margen de la civilización.

El primer telesilla de S. Nevada, el telesilla denominado “Parador” se instaló por los años 60 o así, por lo que cuando los granadinos íbamos a esquiar a Navacerrada o a la Molina antes de esos años, era como si fuéramos a pasearnos en los columpios de las Fiestas del Corpus, con el valor añadido de disfrutar de largos descensos sobre la nieve.

Hasta la instalación y puesta en marcha del telesilla Parador, curiosos artefactos remontadores de pendientes que no tendrían nada que envidiar a los de Lech en los alpes austriacos se instalaron en sierra nevada. Ni que decir tiene que ya no queda rastro de ninguno de ellos, salvo en la memoria de los más antiguos del lugar. Por eso quiero dedicarles un artículo para demostración de que el I+D también funcionaba en los años heroicos del esquí granadino.

El más antiguo de los remontes fue el telesquí del Collado de las Sabinas, situado cerca del que entonces era denominado Albergue de Educación y Descanso y ahora tiene nombre de un general aficionado a la nieve en general.

Era un telesquí con perchas en forma de T e impulsado por un motor de gasolina, que se arrancaba con una manivela. No creo que tuviera más de 500 metros como mucho y el responsable de su funcionamiento era un mecánico al que llamábamos Julio Lambretas, porque acudía a la sierra montado en el famoso scooter de ese nombre que entonces le hacía la competencia a la Vespa, llevando entre sus piernas, un envase de plástico con la gasolina destinada al funcionamiento del ingenio remontador.

Para utilizar dicho remonte había que adquirir unos vales en el mencionado albergue de Educación y Descanso, gestionado por esa famosa rama lúdica del sindicalismo vertical franquista a la que gente malintencionada llamaba de poca educación y mucho descanso.

Ese telesquí funcionaba pocas veces al año porque la nieve se fundía pronto. Además era peligroso porque como en el famoso poema machadiano, se hacía camino al andar, es decir, que la huella por donde debían deslizarse nuestros esquís en la subida no se preparaba con ninguna maquinita ad hoc, sino que cada uno elegía su camino sobre las tablas, y claro cuando las huellas se helaban pues te pasaba como decía mi padre que la pasó a un nazareno que metió el pié en la vía del tranvía que pasaba por delante de mi casa, y que tuvo que seguir andando al no poder sacar el pie hasta la cochera de los tranvías, a pesar de que la procesión había terminado hacía horas.

Otro peligro que tenía el trasto era que las perchas en T, de retorno, bajaban peligrosamente a la altura de tu cabeza. Tenías que subir esquivando las perchas de bajada como hacen los esquiadores con el saco de las ostias. A mí me golpeó una en la ceja izquierda y todavía tengo la señal.

Pronto dejó de usarse este remonte porque el ínclito Julio Lambretas se convirtió en Julio Cometas y montó un negocio de vuelo en paracaídas remolcado por lancha motora en Marbella. Una vez me lo encontré en Granada y me dijo que fuera al cine, porque salía en una película de James Bond, el famoso 007. Sean Connery se montaba en su lancha motora y le decía que lo llevase a no se que sitio. “Yes sir”, le respondía Julio Lambretas, ahora Cometas y salía disparado sobre al agua con el famoso agente inglés a bordo rumbo a la puesta de sol, y yo lo perdí de vista.

Otro de los ingenios I+D de la época fue el telesquí de Juanito Medallas, una instalación portátil, perecida a lo que ahora llaman “telecuerdas” como las que he visto en determinados sitios de los alpes y pirineos para ser trasladados los esquiadores en superficies más o menos planas, pero que en el caso del de Juanito Medallas al estar instalado en una pendiente relativamente fuerte sólo servía para destrozarte los guantes o quemarte las manos.

Si bien el telesilla Parador una vez inaugurado sirvió de trono a posaderas principescas y reales, este humilde ingenio debe su nombre a un incidente que convirtió a su propietario, un simpático comerciante de Granada aficionado al esquí, en miembro de la nobleza belga, cosa que en lo que a un español se refiere tuvo su precedente en la que ha sido reina de los belgas: Dª Fabiola de Mora y Aragón.

Resulta que el fallecido rey Balduino de Bélgica tenía una finca llamada Astrida en Motril a la que acudía con bastante frecuencia a descansar, hasta que consiguió descansar para toda la eternidad precisamente en esa magnifica propiedad de la costa granadina.

Era muy aficionado al esquí y acudía siempre que podía a pasar un día esquiando a S. Nevada y en una de esas ocasiones se puso en la cola (era un hombre muy amable, simpático y respetuoso) para agarrarse con sus augustas manos al telecable de Juan, el cual le requirió para que pagase.

Y seguro que hubiese pagado, pero la verdad es que no entendía lo que le decían y se armó un pequeño revuelo con las escoltas y el sequito, que era muy reducido. Alguien le dijo que era el rey de los belgas y él dijo que le daba igual, que en su teleski pagaba todo el mundo.Para evitar un incidente diplomático de altura (lo digo más por el sitio que por la problemática en cuestión) alguien le dijo que lo dejara pasar y que el rey sabría agradecérselo, cosa que hizo a regañadientes.

Transcurrido un cierto tiempo, un grupo de gente amante de la diversión entre los que se encontraba un catedrático de francés redactó un artístico pergamino en esa lengua concediéndole una condecoración belga por los servicios prestados a la corona de ese país.

La medalla se adquirió en una tienda de efectos militares del Zacatín de Granada y la entrega de la misma, efectuada por poderes de su majestad el rey de los belgas, se efectuó en el curso de una opípara comida con todos los gastos de manjar y bebida a cuenta del homenajeado, que realmente se encontraba muy feliz.

Han transcurrido muchos años. Desapareció el telesquí y mucha gente intentaba convencerlo de que su medalla era una broma, pero el bueno de Juan siempre ha estado convencido de que esa medalla es auténtica y un premio a su buena acción. Al fin y al cabo, tampoco es tan malo creer el los reyes ya sean Constitucionales, Magos o de los belgas.

Ahora, que en S. Nevada se construyen telesillas desembragables circulares (¡?) y está proyectado el telecabina más largo del mundo mundial, justo es traer a colación a esos pioneros de las nuevas tecnologías del remonte por cable en S. Nevada que fueron Julio Lambretas y Juanito Medallas.

6 Comentarios Escribe tu comentario

  • #1
    Fecha comentario:
    25/11/2006 00:57
    #1
    Dino, tú diciendo que un rey era amable, simpático y respetuoso.. vs perdiendo facultades jijiji ;-)

    Divertidísimo como siempre :D

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  • #2
    Fecha comentario:
    25/11/2006 00:57
    #2
    gracias a ellos disfrutásteis unos cuantos, aunque los efectos secundarios fueran algo "dolorosos".

    Maginifco relato, Dino, como siempre.

    Muchas gracias :)

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  • #3
    Fecha comentario:
    25/11/2006 10:36
    #3
    Magnífico relato.

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  • #4
    Fecha comentario:
    25/11/2006 12:53
    #4
    mas vale maña que fuerza... dice el refran..

    No cabe duda, que la ilusion y las ganas pudieron una vez mas a los inconvenientes ....

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  • #5
    Fecha comentario:
    25/11/2006 17:59
    #5
    ;-) jeje, buen relato.

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  • #6
    Fecha comentario:
    26/11/2006 18:44
    #6
    Dino:
    Que recuerdos me traes.
    Viví por motivos profesionales en Granada los años 1.979 y 1.980.
    Subía todos los sábadosde los dos inviernos a esquiar a Sierra Nevada y recuerdo que un día que se dasató un temporal de los de allí (no anunciado) nos tuvieron que bajar desde Borreguiles a Pradollano(por la pista del río) en una máquina pisapistas.

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