Estamos como los surferos, eternamente esperando la gran ola/nevada que nos permita hacer la surfeada/esquiada del año. Así que cuando surge una oportunidad hay que aprovecharla, aunque las condiciones no sean todo lo ideales que quisiéramos. Por eso miramos continuamente las previsiones meteorológicas, esperando esa nevada potente que deje en la sierra un paquetón memorable. Y cuando digo continuamente me refiero a mirar cada media hora por si se ha actualizado y ha cambiado algo...
Estos días pasados, con la cadena de borrascas que hemos sufrido/disfrutado ha habido varias ocasiones en las que aparecía una previsión interesante a una semana vista; pero suele ocurrir que esas previsiones optimistas se van desinflando al acercarse el día, y entonces vuelta a empezar. La siguiente será la buena…
Por fin el otro día hubo una que no se desinfló:
El domingo van a caer 22 cm. ¡Paquetón! Y encima a cota baja, a partir de 1500 m. Se va a quedar la sierra de foto.
Pues nada, el lunes subimos y hacemos la edición 2025 de “Esquí viendo el mar”, que llevaba ya varios años sin poder celebrarse… Un momento, el lunes trabajo. Salgo a las 12:45. Bueno, pues tengo toda la tarde, que ya los días van alargando. Un momento, que a alguien se le ha ocurrido ponerme una reunión inexcusable esa tarde a las 5 de la tarde… mi gozo en un pozo. Un momento, hagamos cuentas: tengo 4 horas y cuarto. En llegar a Calar Alto tardo 1 hora, otra hora en volver, me quedan 2 horas y cuarto para catar esa nieve recién caída… ahora tengo que valorar si merece la pena hacer dos horas de coche para hacer dos horas de esquí…
¿Que qué decidí?… Estoy escribiendo el reportaje…
Así que el lunes eché todos los trastos al coche y me fui a cumplir con mi jornada laboral. Cada vez que tenía un hueco comprobaba las webcams que mostraban una nevada bonita pero no muy potente.
Mi plan, para ahorrar tiempo, era subir por la carretera hasta encontrar nieve suficiente para esquiar alguno de los cortafuegos que hay cerca de la carretera. Me gustó especialmente uno que desde la cota 1800 más o menos baja próximo a la carretera, la cruza y luego sigue, llegando hasta la cota 1500, en un recorrido de casi 3 km, la mayor parte entre bosques de pinos. Además, en buena parte del recorrido se ve el mar. Ideal.
El plan B era, en caso de que aquí no hubiese suficiente nieve, seguir subiendo más arriba hasta encontrar buenas condiciones. Pero vamos, eso es el plan B...
Pues nada, a las 12:50 arrancaba el coche con destino “la felicidad” y una hora más tarde, la felicidad no estaba allí. Como en la película de Marilyn, “la tentación vive arriba”… así que pasamos al plan B. Sigo subiendo y veo un cortafuegos con buena pinta. Pero sigo un poco para chequear otras opciones, y entonces alcanzo a la quitanieves que está limpiando la carretera:
La sigo un rato, pero va muy despacio y en un momento dado decido dar la vuelta y quedarme un poco más abajo donde he visto un sitio para aparcar y con posibilidades.
Hay menos nieve de lo que me gustaría, pero aún así el paisaje es bonito:
Me preparo y hago un primer trayecto hacia el sur, buscando entre pinos un hueco desde el que poder ver el mar. Así llego a unas piedras elevadas desde las que, efectivamente, se ve el mar:
Las condiciones no son ideales para el lucimiento, así que con prudencia regreso al coche y me traslado un poco más abajo donde vi el cortafuegos que baja hacia el norte con una bonita capa uniforme de nieve. Aquí hago el segundo trayecto de la excursión. Este cortafuegos tiene una pendiente muy suave y es bastante largo, unos 2 km y 200 m de desnivel. Una pista verde, vamos.
Por falta de tiempo no lo hice entero; me di la vuelta calculando el tiempo disponible, y llegué al coche casi a las 4. El tiempo justo para llegar a tiempo a la dichosa reunión. Cuando mis compañeros que me habían visto esa mañana en el instituto me vieron llegar no se imaginaban de donde venía yo… pero mi cara de felicidad me delataba. Seguro que pensaron: “este ha hecho arroz”…
Y a las seis en casa, con la satisfacción del deber cumplido.