
Esquiadores y snowboarders hay de muchos tipos. Y lo mismo ocurre con las estaciones y las pistas. Están quienes buscan amplias pistas verdes para aprender, quienes disfrutan del carving en las azules, los que se atreven con las rojas para poner a prueba los virajes de eslalon, y, finalmente, los coleccionistas de pistas negras, donde velocidad y técnica se combinan a partes iguales.
Por eso mismo, hay estaciones más adecuadas para cada perfil de esquiador, aunque eso no significa que no puedan atraer a otros públicos. De hecho, una de las grandes virtudes de las estaciones de los Pirineos —y muy especialmente las de FGC— es que son destinos polivalentes, con opciones para todos los niveles. Pero si hablamos de pistas negras o, lo que es lo mismo, de técnica y velocidad, hay tres estaciones que destacan especialmente dentro del grupo FGC TURISME y que son Boí Taüll, Espot Esquí y La Molina. Y no es una afirmación gratuita: os explico por qué.
Por su orografía, su tradición y el tipo de esquiador que las frecuenta, estas tres estaciones se han consolidado como auténticos templos de la nieve donde la técnica, la velocidad y, en consecuencia la competición, forman parte de su identidad. Lo demuestran los numerosos campeonatos que acogen temporada tras temporada, y lo respaldan los datos técnicos de sus pistas. Vamos por partes.

La Molina: el epicentro de la técnica
La emoción comienza en La Molina nada más pisar la histórica pista Barcelona, considerada actualmente la pista negra más larga de España y de los Pirineos. En 1957, en el trazado que hoy ocupa esta pista, se organizó una de las carreras de la llamada Copa Barcelona, y de ahí le viene el nombre.
Recuperada y renovada hace tres temporadas, hoy ofrece un trazado mejorado, nieve garantizada gracias a la red de innivación, máxima seguridad y homologación FIS. Situada en la montaña de la Tosa, está destinada a convertirse en el estadio de Descenso de unos hipotéticos Juegos de Invierno en La Molina-Masella, gracias a sus 900 metros de desnivel.
Pero hay más: las míticas pistas negras Els Coms y L’Estadi también ponen a prueba cada giro y cada curva.
L’Estadi, ubicada en la zona central y orientada al norte, es uno de los grandes emblemas de la estación por su posición y amplitud. Aquí se celebró una Copa de Europa en febrero de 2003, y desde entonces el circuito continental ha regresado en varias ocasiones. En ella se disputan pruebas de eslalon, eslalon gigante y supergigante. Homologada por la FIS, fue también escenario de una prueba de la Copa del Mundo de esquí alpino femenino en 2008. Esquiar en L’Estadi es casi obligatorio si se visita La Molina. Probablemente, fue la primera pista negra del Pirineo catalán y la primera en aparecer en un mapa de pistas.
Els Coms también es una pista negra histórica de la estación. Aunque ya aparecía en los planos de los años 70, cayó en el olvido cuando dejó de funcionar el telesquí Roc Blanc, que le daba servicio. No fue hasta la temporada 2009/10 que se reabrió, desbrozada y equipada con paravientos.

Espot Esquí: adrenalina entre bosques
Espot Esquí es sinónimo de competición, desnivel y paisajes espectaculares. Es la estación de referencia del Pallars Sobirà en cuanto a esquí competitivo, una condición que viene de lejos: fue inaugurada en la temporada 1967-68 con una clara vocación deportiva.
Pero es que la historia del esquí en Espot se remonta incluso más atrás. Hay documentos que confirman la práctica con esquís en la zona ya en febrero y marzo de 1919, en lugares como el Estany de Sant Maurici y la Pala d’Eixe —actual dominio esquiable—, así como en los alrededores del Port de la Bonaigua. Aunque la primera estación que se inauguró en la zona fue Llessui, en diciembre de 1966, esta cerró en 1986. Su espíritu competitivo se trasladó a Espot, que pudo consolidarse como referente en competición en la comarca.
Sus pistas atraviesan densos bosques de pino negro que aportan un componente técnico y visual a cada descenso, y además protegen la nieve del sol y el viento. Con orientación norte y nordeste, la calidad de la nieve está garantizada. Las joyas del lugar son las pistas La Dos, L’Estadi y La Pala d’Eixe, todas homologadas por la FIS y perfectas para quienes buscan un esquí técnico.
Estas tres pistas han acogido competiciones internacionales como pruebas de Skimo, la Copa del Mundo de Telemark (2010-2016) y la Copa de Europa IPC. También han sido sede de los Campeonatos de Catalunya y de España, y en el ámbito del esquí adaptado, de la Europe Cup IPC Alpine Skiing en 2016 y 2020.
Además, hay pistas muy técnicas fuera del circuito de competición habitual, como La Rampa y El Tub de la Pala. Aunque no suelen ser escenario de carreras, imponen respeto por su dificultad técnica y exigencia física.

Boí Taüll: intensidad a máxima altitud
Con la cota esquiable más alta de los Pirineos (2.751 m), Boí Taüll es un paraíso para esquiadores expertos. Aquí la competición va desde el esquí alpino clásico en el estadio Vaques hasta pruebas open en su snowpark o fuera pista alrededor del Tuc del Muntanyó o el Cap de Raspes Roies (Puig Falcó).
Precisamente por su orografía y calidad de nieve, Boí Taüll acoge pruebas internacionales de Skimo, como la reciente Copa del Mundo de Esquí de Montaña (ISMF World Cup Skimo). La estación parece proyectarse ya como un fijo en el calendario de la ISMF, tras haber sido sede de los Mundiales de 2023 y de la Copa del Mundo de 2024.
Boí Taüll es sinónimo de nieve de calidad, gracias a su altitud, orientación y condiciones meteorológicas. Esto permite descensos largos y variados, como los de las míticas pistas Vista Aneto, Vista Taüll y Vista Pallars. Se inician en el Pic de les Raspes Roies (Puig Falcó). Las dos primeras están calificadas como negras y enlazando hasta la base de la estación superan los 700 metros de desnivel.
De hecho, el 70% de las pistas de Boí Taüll son rojas o negras. Con estos datos uno ya puede hacerse una idea: aquí lo que se vive son jornadas de esquí de alta intensidad, tanto física como técnicamente.
Y si lo que atrae es la aventura más allá del dominio esquiable clásico, está la opción del itinerario fuera pista del circuito del Moró: más de 1.000 metros de desnivel, combinando tramos con y sin bosque. El acceso se realiza enlazando tres remontes, y el regreso es mediante vehículo de asistencia. Es un descenso salvaje y único que, como siempre, debe hacerse con guía de montaña por seguridad. Se ofrece en formato de freeride en grupo (de 1 a 6 personas por guía).

Pistas que forman campeones
No es casualidad que estas tres estaciones sean elegidas por clubes de todo el país para entrenamientos y competiciones oficiales. Y por federaciones nacionales e internacionales para competiciones del calendario oficial. Sus condiciones técnicas, por su vocación o por su tradición histórica por la competición, sumadas a unas infraestructuras de primer nivel y a un entorno espectacular, las convierten en referentes del esquí más técnico.
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