
El por qué de la fecha nadie lo sabe, pues somos gansos y no tenemos cerebro, pero ahí que fuimos, no sin antes enfrentarnos a la "estrella de la muerte" que nos hacía cara y nos orientaba a nuestro increíble destino.
Y el destino, guiado por algunos de esos gansos que ya habían migrado años anteriores, en realidad sólo una vez, pero ya se sabe, no tenemos cerebro y no recordamos nada, pues instintivamente migramos a esta zona del noreste finalizada nuestra estibación.
Nuestro nido, ubicado en Les Angles, fue ocupado rápidamente e, instintivamente, el ave dominante posaba en lo más alto del palomar.

Esa noche, una vez anidados, nos nevó y al día siguiente nos encontramos esta estampa.

Alrededor de nuestro nido, los cérvidos nos rodeaban y nos observaban decidiendo si éramos o no depredadores.


Nuestro nido lucía resplandeciente.

Pero parece que el día no acompaña. Un viento que nos arrancaba las plumas y estaciones cerradas en su mayor parte, hizo que nuestra migración discurriera por alturas más bajas y decidimos merodear por los pueblos de la zona, dejando posar nuestras patas en el pueblo de Casteil.
Del que partía un camino, y aprovechando la ascendencia térmica, decidimos subir.
Observando magníficos paisajes.
Y encontrándonos joyas como ésta a mitad de subida.

Y continuando nuestra ascensión, intuimos la joya de la corona.
La abadía de Saint Martin del Canigó.
Donde disimuladamente éramos observados.
Y después de un agradable planeo, acabamos en el pueblo amurallado de Vilafranca del Conflent.

Donde podíamos contemplar joyas como la iglesia de Saint Jacques o Sant Jaume.
Y rodear sus muy bien conservados muros.
Y así pasamos el día, cual aves dando vueltas sin sentido y observando piedras que otros pusieron antaño para nuestro regocijo y admiración.
Al día, siguiente, oh, al día siguiente, aunque soplaba, pero nuestras plumas lo soportaban y decidimos revolotear en la magnífica...
Les Angles.

No a todos los pájaros se les transformaron las patas, pero si a cinco de nosotros.





Mientras que estos otros gansos no sufrieron la mutación y evitaron dar vergüenza al resto de pájaros y mamíferos pululantes de la estación.


Así que en vez de volar, mojábamos las plumas deslizándonos por los maravillosos rincones de esta estación.









Una estación dividida en varios sectores en el que ganseábamos desde el Pla de Mir y nos "esmorrábamos" en Balcère.
Al final, los gansos se curtieron en el muro de Mermet, por el que los guié sin darme cuenta.



Desde luego, intrépidos eran un rato.
Y desde lo alto divisábamos otro de nuestros destinos.

Aunque algunos de ellos inalcanzables.

Y ahí seguimos desplumando pistas.



Finalizando el día contemplamos como los polluelos inician sus primeros vuelos.

Ante la atenta mirada de los paisanos del pueblo.

Y, por supuesto, merodeábamos en busca de grano por el pueblo.


Grano que encontrábamos en La Ramballade.

Y como los gansos somos de cola inquieta, también visitamos...
Font-Romeu / Pyrénées 2000
Aterrizando en el sector de La Calme, que nos venía muy bien como inicio de marcha y de esquí.
Un sitio desde el que se puede realizar esquí de fondo, caminatas para los patas cortas o esquí alpino para los patas largas.


El trayecto siempre lo iniciábamos en Pyrénées 2000, en la otra punta de la estación, como es lógico y normal en aves sin cerebro.

Sin cerebro y con alegría.


Después iniciábamos el vuelo de vuelta al punto de partida.

Saludábamos a nuestros amigos terrestres, los reptantes.



Pero el vuelo que más me gusta, es el realizado en la magnífica e inigualable...
Formiguères



Planeando desde Serre de Maury, tenemos estas impresionantes vistas del valle que comparten Formiguères y Les Angles.


Es sorprendente lo cerca que están las tres estaciones a vista de pájaro.
Pues ná, seguimos descendiendo.

Si ya nos gustó la parte de Serre de Maury, aún nos iba a sorprender más la de Perches Blanches.


Y el sobrevuelo que al ganso que escribe más le gusto fue el que hizo sobre la pista Le Bac. Al nivel de las americanas, si no fuera por la nieve a la que algunos gansos acabaron odiando.
Guau, pistón.
¿He dicho guau? Perdón, perdón, on!, on! on! 🤣
En fin, esta estación me sigue sorprendiendo y creo que al resto de la bandada también les gustó.
Aún hay tiempo para el postureo.

Y para alguna nevadita más que disfrutamos el último día.

Y me despido, no sin antes echar una lagrimilla, de esta preciosa zona de la que, sin duda hemos disfrutado toda la banda-da.

