Muy frecuentemente los vemos subir y bajar, carretera arriba, carretera abajo, para abrir paso a los conductores, o mejorar la seguridad del firme. En función del día, y del tiempo que haga, retiran la nieve de la calzada, o esparcen sal. Y lo hacen mayoritariamente de madrugada o a primera hora de la mañana, para que cuando esquiadores y snowboarders suban a la estación, disfrutando de alguna buena oferta de esquí, se encuentren con el firme en las mejores condiciones posibles.
Estamos hablando de los conductores de las máquinas quitanieves. Unos profesionales que, durante el invierno, trabajan intensamente para garantizar la seguridad vial en las carreteras de alta montaña, y cuya labor a menudo no está tan valorada como debería.
Hablamos de su trabajo con Eduardo Montero e Ivan pey, responsables de las quitanieves de Valdesquí y Tavascán.
Eduardo Montero, veinte años en Valdesquí
Eduardo Montero trabaja en Valdesquí desde hace más de 20 años. A sus 53 años es el responsable de mantener la carretera de acceso a la estación, y el parking, limpios de nieve. Lleva al mando de la quitanieves 20 años y explica que se formó en la misma estación.
Le preguntamos si se trabaja más de día que de noche, y nos responde que "venimos de madrugada, cuando hay nieve, y nos ponemos a limpiar con el camión hasta que deje de nevar o todo quede limpio. Si durante el día sigue nevando, pues vamos sacando nieve de la carretera y el párquing hasta que pare. Y una vez quedan limpios y deja de nevar, ayudo en el alquiler de material".
Aunque el Sistema Central y sus estaciones de esquí como Valdesquí quizás no tienen imagen de recibir grandes nevadas, o por lo menos esa no es la foto principal que nos hacemos quienes no vivimos en la zona centro de la península ibérica, se hace imprescindible preguntarle por el número de días en que hay que ponerse al mando del camión con pala.
Eduardo prefiere no poner cifras y afirma que "es muy aleatorio y depende de la temporada" y nos recuerda que en los dos-tres últimos años la nieve más bien ha escaseado un poco. Pero en contraste, recuerda que en 2018, concretamente en el mes de marzo, estuvo nevando casi todos los días y que por ello "estuve trabajando con la quitanieves casi a diario".
Interioridades de la profesión
Nos interesamos por saber como pasa las horas en la cabina. Si escucha la radio o si trabaja en silencio. "Me suelo poner la radio, escucho música, aunque a veces prefiero el silencio, porque ya llevas muchas horas trabajando y te apetece estar tranquilo", admite. "Y cuando escucho música me gusta sintonizar Cadena 100; clásicos de toda la vida, ja, ja, ja…", asegura.
Como no hay oficio o profesional que a lo largo de veinte años no viva o experimente con situaciones curiosas o anécdotas, también le pregunto por esta cuestión. "Hay varias, sí. A veces te encuentras con algún cliente que se ha salido de la carretera y hay que ayudarle. O quizás se ha quedado cruzado y no se puede avanzar. Entonces hay que sacar la eslinga, el cable de acero que llevamos en el camión para remolcar, y lo movemos. Siempre echas una mano, aunque otras veces he sido yo con el camión, quien se ha quedado sin poder trabajar, atascado en la nieve".
¿Y a ti quién te ayuda?, le cuestiono, a lo que responde que cuando se da esta situación hay que avisar o ir a buscar la retroexcavadora que tienen en un almacén a pie de pistas. "Y con la eslinga y la ayuda del otro compañero que viene a prestar ayuda, volvemos a la carretera", confirma.
Pero... ¿Cuáles son los principales enemigos o retos a superar una vez subidos en una quitaniaves? "El hielo, que se forma cuando hay mucha nieve. Por qué con la pala vas moviendo la nieve de la carretera hacia el arroyo, en un movimiento hacia adelante y hacia atrás muy constante, y al final se forma un hielo por presión sobre la carretera y el arcén. Y puede que en algún momento, cuando des marcha atrás, el camión resbale y ya no puedas salir a contra pendiente y marcha atrás. O cuando te quedas colgado en una montonera de nieve y no puedes maniobrar. Aunque intentas apartar la nieve hacia espacios que ya conoces, y que no deberían conllevar problemas, siempre hay un día que acaba sucediendo algún imprevisto", razona Eduardo.
Está claro que no hay trabajo, que no tenga sus ratos buenos y malos. El veterano conductor del camión quitanieves de Valdesquí admite que lo peor es cuando surge una avería, lo cual sucede "justo cuando estás trabajando bajo una nevada, cuando hace frío..." y detalla que entre las averías frecuentes pueden estar "el manguito de la pala que se rompe, o que no funciona el salero. Y tendrías que estar trabajando y estás parado".
Pero si eso sucede, tranquilos, en la mayoría de estaciones de esquí disponen de dos camiones y así "cuando uno se avería ya voy a por el otro", aclara Eduardo, que a pesar de estos percances con su principal herramienta de trabajo también tiene claro que en su día a día, y especialmente cuando nieva, "se disfruta mucho, especialmente cuando se trata de nieve polvo" .
Recuerdos y momentos especiales
Eduardo recuerda con especial apego los días en que observa cómo amanece. "Es impresionante. Recuerdo un año nuevo que vine a trabajar con todo el aparcamiento bien nevado y la estación cerrada, sin nadie, allí solo… me resultó un momento especial", recuerda.
¿Y Consejos para alguien que se quiera dedicar a este trabajo? "Tiene que gustarte la nieve, ganas de trabajar y por supuesto un carné de camión, el C1. Si tienes experiencia en conducir sobre la nieve mucho mejor, pero si no ya te formarás aquí. Hay que conocer la carretera, los mandos y el funcionamiento de la cuña y practicar mucho. Poco a poco vas aprendiendo por tu parte".
Ivan Pey, en Tavascan
Ivan Pey tiene 42 años, vecino de Tavascan de toda la vida, y lleva cuatro años maniobrando con la quitanieves. Es uno de los dos conductores del camión con pala del municipio de Tavascan, que incluye el mismo pueblo, la estación de esquí y otros tres núcleos: Aineto, Lleret y Boldís Sobirà y Boldís Jussà.
Antes de llevar la quitanieves se dedicaba, y se sigue dedicando, a “hacer un poco de todo, porque soy autónomo, y tengo una explotación ganadera, tengo un taxi, soy pluriempleado, ja, ja, ja!”.
Empezó sin tener experiencia, pero con la ventaja de que se conoce casi palmo a palmo las carreteras por las que debería trabajar. Su trabajo normalmente se hace de día y comparte el trabajo con otro compañero.
Con su compañero comparten el único camión del que disponen en el municipio. Normalmente, realizan dos turnos que, en condiciones normales, serían de 8 horas diarias, suficientes para el mantenimiento de la carretera. Además, se alternan las semanas enteras, suponiendo que no exista una nevada importante que obligue a saltar de turno. Entonces el otro compañero se haría cargo de la situación.
El año pasado trabajaron mucho en finales de noviembre y buena parte de diciembre pero después, enero y febrero, se quedaron casi parados y ya no trabajaron hasta finales de marzo o inicios de abril. Porque aparte de limpiar de nieve, también hay salidas para echar sal en las carreteras.
Para trabajar, dentro de la cabina, se pone música propia pre grabada, porque de “radios aquí entre estas montañas apenas se escuchan. La Icat Fm y pocas más, alguna de noticias, pero no me sirven para trabajar”, razona.
Dos ojos bien abiertos, dos manos bien ocupadas
Su trabajo requiere concentración y las dos manos siempre ocupadas. Así que lo que nunca hace es, por ejemplo, fumar. Y lo justifica porque “son carreteras estrechas y lo que no puedes hacer es fumar. Las manos siempre están ocupadas porque continuamente deben tener una mano al volante y otra para mover la pala, porque hay paredes de piedra, vallas, son viales estrechos… y debes estar muy alerta para no chocar con la pala”. Eso podría convertirse en percance grave, asegura.
En cuatro años se ha encontrado ya con muchas situaciones variadas. “Aquí cuando nieva lo hace con ganas, quizás nevadas de 50 cm, y en una carretera como la de Boldís, que subes un desnivel de 500 metros en 5 km y es muy estrecha, te encuentras con que a menudo tienes que poner cadenas porque si no no llegarías al pueblo. La pendiente es fuerte y hay que abrir camino con la pala levantada porque no tienes suficiente fuerza. Y entonces sí, ya de bajada, es cuando ponemos la pala para sacar la nieve” detalla.
Entre los principales estorbos para su labor en la carretera se encuentran el viento y la nieve húmeda. Y aclara que esto puede provocar la caída de árboles en la calzada e impedir así el trabajo de la quitanieves. "Tienes que esperar a la ayuda de la brigada municipal a que vengan con motosierras a retirar los árboles para poder continuar", explica.
Lo que menos le gusta de su trabajo conduciendo pala es la imposibilidad de controlar ese trabajo. “Nunca sabes qué día tendrás que subir al camión ni por cuánto rato. En ese trabajo no hay horarios. Empiezas con una nevada débil y de repente se intensifica. Y ya no sabes a qué hora vas a terminar… o las averías imprevistas, pues siempre sale una cosa u otra: un manguito, un embrague,” detalla con cierta resignación.
Sin embargo, también hay momentos para el placer, como la observación ocasional de fauna. “Ciervos, corzo, jabalí...” en alguna ocasión, pero opina que lo mejor de su trabajo son aquellos momentos de adrenalina creciente que se dan cuando “tienes que sacar nieve por estas carreteras estrechas y empinadas y sabes que no cualquier persona podría hacerlo. El trabajo tiene que gustarte mucho, esto no es llevar un camión por una autovía. Llevar una quitanieves siempre conlleva un riesgo”.
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