La llegada a Kopaonik, de nuevo en la nevada, nos exigió cadenas otra vez en las últimas rampas, ya dominamos bastante decentemente la cosa y no causó ninguna consecuencia no deseada. Y llegamos como lo habíamos dejado, entre la niebla de nuevo. Parece que este lugar no nos quiere. El paso atrás parece que nos salía rana.
Pero amanecimos con sorpresa. Extraordinario día de sol que fue aprovechado de principio a fin.
Más pistas de Kopaonik.
Para todos los gustos y niveles
La zona del 19 hizo las delicias de farandi, y he de reconocer que yo también lo pase muy bien, a pesar de ser la mas difícil. O no...
Y algunos rincones para búsqueda de la fauna salvaje.
Como se ve, pistas para todos los gustos, buen nivel en general de remontes, mucha zona que parece apta para la búsqueda de conejos (cazarlos ya es otra cosa). También bastante gente, estamos en plenas vacaciones de febrero y se nota, en algunos momento colas importantes, sobre todo en los remontes principales, muchos principiantes, por momentos un poco sobrepasados por el terreno en que se han metido... Pero en definitiva, gran estación. Las construcciones, en general modernas y bastante discretas dentro de un orden, mucho hotel de alto nivel. Y una gran mayoría a pie de pistas o casi.
El día siguiente, Kopaonik volvió a las andadas. El esquiador arriesgado partió a pistas en busca de un rincón con sol, o similar. A mi me dejó metido en casa la niebla, de nuevo la niebla en este lugar. No quise quitarme la excelente impresión que me dejó la estación el día anterior.
Cuando farandi vuelve de esquiar hace un desagradable descubrimiento. Todo el fondo de la autocaravana, inundado. Nos ponemos a buscar y encontramos el problema. La válvula d salida del boiler tiene una fisura, probablemente le ha pasado factura los miles de baches y las carreteras poco preparadas por las que hemos ido circulando. Intento de arreglo, que acaba en fracaso total, con la válvula completamente rota. En principio parece sencillo encontrar un repuesto en cualquier lugar de fontanería, pero es muy específica, ya que lleva también una parte que controla y libera una posible sobrepresión del calentador, con lo que hay que buscar el repuesto exacto. De momento, hay que cerrar toda la instalación de agua, pero tras varias búsquedas por tiendas de fontanería, inventamos una solución que, al menos, permite la circulación de agua, aunque sea solo fría. Puede lavarse y lavar platos, etc. La ducha, como que no. Para esos momentos, están los vecinos. Es decir, yo.
Así que salimos tempranito al día siguiente, dedicándolo a viajar, buscar fontanerías, hacer montones de gestiones remotas y una búsqueda en profundidad con los servicios Truma de Serbia (no hay) Rumanía (algo hay) e incluso Hungría (no sabe, no contesta)
Viajamos desde Kopaonik hasta Targu Jiu, en el camino a Straja Ski, ya en Rumanía. Aparte de varias visitas a almacenes de ferretería y fontanería, ningún aliciente especial mas allá de ver y cruzar el Danubio. Eso es un río, y no el Manzanares.
Y justo aquí se construyo hace casi dos mil años el que durante mucho tiempo fue el puente mas largo del mundo y el primero que cruzaba ese rio. El emperador Trajano y Apolodoro de Damasco tuvieron la culpa. De nuevo, un lugar emocionante por su historia pasada. Kladovo en Serbia, Drobeta-Turnu Severin en Rumanía. Actualmente solo quedan algunos restos del arranque en la orilla serbia, y del “castrum” que cerraba el puente en la zona rumana.
La frontera entre ambos países se encuentra en medio del río, que se cruza por una presa-puente que por lo que se ve en los alrededores, alberga una central hidroeléctrica de considerables proporciones.
Muchos pueblos, de diversos pelajes durante el recorrido, muchos perros callejeros en todas partes, y ya en Rumanía el número es enorme. Las carreteras, aunque en general mejores que en pasadas etapas, tienen tramos en que parece que se desarma la autocaravana. Uno sufre mucho.
Se nos hizo de noche llegando al mencionado pueblo, Targu-Jiu, a falta de solo sesenta kilómetros para la estación. Con mala visibilidad y cansados, encontramos un aparcamiento perfecto para pasar la noche, donde además pudimos vaciar y llenar aguas, con lo que de mañanita hicimos el resto del recorrido por una preciosa carretera en el fondo de un estrecho valle, sinuosa y rodeados de bosques y monte.
Poco a poco, hemos ido de nuevo ascendiendo hasta llegar a Lupeni, donde se encuentra Straja Ski.
Pequeña y algo anticuada, aunque tiene una cabina desde casi el pueblo que ahorra subir hasta arriba con la autocaravana, lo que yo a estas alturas voy agradeciendo, que no he dado tantas vueltas al volante nunca. No tuvimos el mejor día de nieve, pero se aprovechó y disfrutó, como todos los que le permiten a uno esquiar.
Y otras zonas completamente abiertas. La silla que se va al fondo sube a lo mas alto., pero estaba parada y con el cable descarrilado. Es la mas moderna de la estación.
Encontramos estropeado el telesilla que lleva al punto mas alto, lo que impide disfrutar de la totalidad de la estación, y la pista que baja hasta la salida de la cabina estaba escasa de nieve y cerrada. Vamos, que nos perdimos el poder hacer todo el desnivel, que tampoco es exagerado.
Lo pasamos bien. Eso es lo importante.
Tras la esquiada, comida rápida de unas excelentes pizzas caseras y emprendemos viaje de nuevo. Otra vez Cárpatos abajo, no dejamos de subir y bajar Cárpatos últimamente, hasta la autopista que nos lleva a Sibiu. Aparcados, de nuevo gracias a la aplicación varias veces mencionada, en el mismo centro de esta ciudad.
Al día siguiente, tempranito, carretera hacia Sinaia.
Pues no. De camino a Sinaia nos quedaba casi al paso la estación de Poiana Brasov, que se vende como la más mejor de Rumanía.
Llegamos a media mañana, pero decidimos esquiar tres horas, posibilidad que dan en muchos de los lugares que hemos visitado, que consideramos suficiente para conocer este lugar.
Muy interesante, pequeñita pero con mucha vida. Eso si, la encontramos regular de nieve, unos centímetros recientes sobre una capa bastante helada, que no hacían fácil el esquí, al menos para los poco avezados en esto como yo. Un lugar lleno de hoteles, gente, bastante nivel económico al menos por los signos externos, y tres remontes hasta la cumbre, dos teleféricos y una cabina, que se complementan con otros intermedios, mayormente telesquíes y una silla desembragable que da bastante juego. Buena mañana para el avanzado, un poco pobre para este humilde servidor, que no tenía su día. pero una buena impresión del lugar. La próxima vez que venga lo exploto a tope.
Pistas en general exigentes, lo que unido al estado de la nieve la hizo complicada para mi. Pese a ello, me gustó, y estaría bien volver con otras condiciones algo mas amables para el turista que habita en mi.
Tras esquiar, continuamos hacia Sinaia. Un camino corto pero enormemente lento. Tráfico infernal, parece que toda Rumanía ha decidido venir al mismo sitio, aderezado todo ello por una nevada ligera que complica un poco las carreteras. Conseguimos llegar y nos instalamos e un aparcamiento bastante céntrico, así que damos un paseo por el pueblo, con la consecuencia de tremendo resbalón del que suscribe, afortunadamente sin muchas consecuencias. Este lugar fue residencia veraniega de los reyes de Rumanía a finales del siglo XIX y principios del XX, y está poblado de palacetes y residencias de la aristocracia y alta burguesía de la época, aunque muchas han sido sustituidas por construcciones modernas.
Por la mañanita, a la estación, muy temprano porque se prevé gente, ya que es fin de semana. Y acertamos, porque había mucha gente, pero lo de esquiar antes de que se liara la cosa, pues no.
Cerrada por viento la subida a toda la parte mas alta, esperamos hasta que la cosa mejora y abren remontes.. Todo ello en un estupendo día de sol que no hacía pensar que la cosa estuviese mal en ningún lado.
La sorpresa llega cuando intentamos coger el segundo remonte hacia arriba, buscando la espera mas corta.. Resulta que en la estación trabajan dos compañías de remontes distintas, cada una con su pase incompatible con los remontes de la otra. Resultado, colas enormes en algunos y escasas en los otros, pero, evidentemente, nadie tiene los dos. En la parte que van paralelos (absurdo, pero así es) no hay mas problema que el de la afluencia, pero hay una zona concreta del valle que no puedes abandonar si tener el pase de una de ellas. Puedes llegar hasta abajo de unas pistas, pero si no tienes el pase adecuado, allí te quedas o subes caminando, porque tampoco te lo venden abajo. Por suerte fuimos advertidos a tiempo por un amable usuario, si no, todavía estoy caminado monte arriba para volver.
Conclusión: Lo del libre mercado y eso está muy bien, pero en ciertas cosas, se debería pensar un poquito el resultado. Yo es la primera vez que veo algo así en una estación de esquí, la verdad. Y además, el monte está lleno en gran parte de hierros paralelos de los que, al menos la mitad, podría quitarse.
Una pena que las pistas mas interesantes, las que vuelven a la base, tengan orientación sur y la nieve escaseara, porque son las que parecen mas divertidas. Solo las catamos, con ciertos miedos, para bajar al final.
Naturalmente, la jornada se remata con una sencilla comida en pistas, por aquello de pasar el rato.
Tras eso, búsqueda y encuentro de aparcamiento para la noche del sábado, en el que da servicio al castillo. Por la mañana, visita turística del afamado palacio de verano de los reyes, así como del monasterio que también da nombre a este lugar, ya que se fundó por monjes que procedían de alguno de los del Sinaí.
Y de nuevo a la carretera. Nuestro siguiente destino, Ucrania y la estación de Bukovel. Pero instancias mas altas han decidido dar un giro a nuestro recorrido. Rusia invade Ucrania y nosotros cambiamos de rumbo. Ya teníamos casi decidido, a tenor de las noticias, dejar ese lugar para mejor ocasión.
Además, hemos de pasar por Oradea, ciudad fronteriza de Rumanía con Hungría, donde al fin nos han conseguido la pieza para arreglar el calentador de farandi. La búsqueda de la famosa pieza fue intensa y difícil. Tras un par de fracasos, uno de los servicios rumanos se movió intensamente (gracias, George) y nos consigue la pieza en Polonia, esperándonos el lunes en su taller junto a Oradea para entregárnosla. Por ello encaminamos nuestras ruedas a esa ciudad, que por otra parte estaba en nuestra ruta hacia Eslovaquia a través de Hungría, una vez descartado el paso por Ucrania.
Paramos a pernoctar en un punto indeterminado de la DN1, Rumanía, aproximadamente el kilómetro sesenta, donde nos dedicamos una esplendida cena, acompañada de Timisoreana o algo así, cerveza de la tierra.
Mañana, jornada dedicada a gestiones, reparaciones, limpieza y, si lo citado lo permite, balneario y agüitas relajantes. Que nos lo estamos ganando.
Desde que salí de casa, nueve mil trescientos sesenta y seis kilómetros. Va siendo hora de tomar las aguas.
SL2, ratón.