Los buses entre semana para ir a Chartreuse salen antes de las ocho y no me apetece madrugar. Pensaba que Calle tenía clase todo el día, por lo que dedico la mañana a otros menesteres. A las dos menos cuarto me entero que el chico no tiene clase, que si me vengo al pumptrack.
-Oye, ¿y si subimos a esquiar?
-No, que es muy tarde ya.
-Qué va, si salimos ahora hacemos un chamechaude antes de que se vaya el sol.
-...
(....)
-Cuántas veces, estando encima de una montaña, has pensado "mierda, tendría que haberme quedado en casa...:"
Con este mensaje, a las 14.08 consigo convencerlo, ¡vamos a esquiar! Nos preparamos rápido, cada uno por su cuenta, y a las 15.08 estamos con los esquís puestos preparados para subir. Son 700 metros de desnivel, a ritmo del Lunes serían 45 minutos, esta vez tardamos un poco más. Los últimos metros están arrasados por el viento por lo que pongo crampones en los esquís. Nunca los había probado, y menudo invento. Subiendo con total comodidad donde normalmente vas apretando el culo, brazos, dientes o directamente te quitas los esquís.
Subiendo, tiempo bastante agradable, esperamos tener una bonita puesta de sol:
Pero, llegando a la cima, de repente aparecen nubes que nos dejan metidos en la niebla. Aquí se intuye su llegada, muy dramática al pasar justo en la antecima quitando pieles. Dejé de tomar fotos porque hacía un viento del carajo e incluso frío, que también resulta agradable a veces para sentirse vivo.
De la bajada, una captura. De nuevo, la desactivación de capas débiles nos permite un poco más de libertad a la hora de elegir bajadas. En esta ocasión, y teniendo en cuenta que ha nevado bastante menos que en Belledonne, nos tiramos por la bajada de las paraavalanchas, a tocar de las caprichosas formaciones calcáreas que componen el mazacote de la cima.
Buena nieve y bajada muy divertida. Ambos llegamos bien satisfechos a casa, contentos de haber ido a la montaña una vez más.
Miércoles 10
Miércoles llevaba unos días apuntado en la agenda como el día que íbamos a Chamonix. Dependía de Johannes, amigo de Calle. Por la tarde del martes le dice que no le hace falta quedarse en Grenoble durante la mañana, que podemos salir de madrugada rumbo Norte.
Pues eso hacemos. Nos alojamos en el apartamento que estaban alquilando amigos de Calle, que se han ido a Verbier a utilizar remontes.
Llegamos bastante pronto, y yo no tengo clase hasta la tarde, por lo que toca ir a hacer otra esquiadita rápida. Calle pasó una temporada viviendo en Chamonix, por lo que se conoce bastantes rincones. Me propone Grands Montets, que hay una canal a cotas bajas que en estas condiciones de visibilidad puede estar bien.
La nieve en cotas bajas está bastante húmeda, pero a menuda que ganamos altitud mejora su calidad e incluso empieza a nevar. Me comenta que su objetivo para esta temporada era hacer la subida en menos de una hora. Son 730 metros de desnivel, y aunque sudamos bastante no vamos tampoco al límite. Al final, 1h 5 minutos. Poco nos ha faltado.
A mí me fascinan los Alerces, coníferas caducifolias que abundan en los Alpes y que yo sepa en los Pirineos no tenemos. Se ven al fondo, arriba. También me gusta ver como aquí las cotas medias pueden estar cargadas de nieve y formarse los llamados Pillows, difíciles de conseguir en la península, creo que por la cantidad de viento que hay en cotas con el terreno adecuado para su formación.
Con la nevada ya intensa, nos disponemos a iniciar la bajada. Un primer tramo juguetón y con nieve polvo nos lleva a la entrada de la canal, a la que se accede sorteando unas para-avalanchas.
La verdad que no se ve un pimiento
La canal, de 40 grados, resulta más de lo que me esperaba. Esto se ve acentuado por la nieve, que es irregular debido a múltiples purgas y avalanchas húmedas que ha habido en los últimos días y semanas (respectivamente), y al hecho que mi compañero pierde uno de sus esquís en una curva sin complicación aparente, fallo de material, mal sabor de boca estrenando sus recién adquiridos kingpin. Después de pegarme un pequeño "esprint" para aturar la bajada del esquí sin jinete, decide bloquear las punteras por si las moscas. Bajamos, disfrutando de las zonas con nieve reciente y sufriendo las bolas de hielo de las avalanchas húmedas ya pasadas. En el párquing la nevada humedece, pero se aprecia intensa. Buenos augurios, o eso pensamos...
Jueves 11
Con la nevada remitiendo a lo largo de la noche, nos planteamos un madrugón para subir al Tête de Balme, pico que se encuentra al final del valle, fronterizo con suiza. Calle tiene clase a las 10, por lo que no tenemos todo el día.
Nos levantamos de noche, parece que fuera hay niebla. Bueno, arriba estará despejado, nos decimos, antes de salir con los frontales.
En el pueblo de Le Tour hay un tremendo paquete, con unos 15 cm de nieve reciente.
Ya nos imaginamos alcanzar la cima con el sol iluminando Brevent, con el majestuosos macizo del Mont Blanc, estrenando esa fantástica nieve con los primeros rayos.....
Nada. La maldita niebla nos acompaña durante tooooooda la subida, los 900 de desnivel. Menos mal que las ratrack están pisando (vete a saber por qué) las pistas hasta arriba, por lo menos los caminos. Resultó confuso, pues pasamos al lado de edificios y remontes que ni intuíamos. Al llegar al final de los remontes, nos desorientamos un poco para llegar al collado, y luego, no encontrábamos la cima. No de distinguían subidas de bajadas, hasta que de repente nos encontramos con una pared que parecía formar la cima.... Quitamos esquís y encontramos una piedra. Pues será esto. El plan era hacer una bajada, luego subir la Aiguillette des Posettes, pero decidimos hacer un agujero para entrar en calor y resguardarnos del viento (maldito frío que hacía, entre el viento y la niebla quedó todo congelado). Como dato curioso, decir que llegamos a excavar hasta 180 cm, y la sonda de 240 tocaba fondo con solo el mango saliendo. A unos 7 metros hacia el norte se "acababa" la cima, y a unos 6 metros hacia el sur había 30 cm. Menudo ventisquero nos habíamos encontrado
Esperamos hasta que no nos queda tiempo, e iniciamos la bajada. En algún momento en la cima parecía que quería abrir, incluso vimos alguna silueta de montaña, pero después de 10 metros estamos de nuevo en la niebla más densa que se puede uno imaginar. Esquiamos siguiendo la gravedad, con la incertidumbre de si nos encontramos algún barranco (que en teoría no hay por la zona, pero quien sabe). Buscamos remontes para orientarnos, resulta tarea difícil. Alguna pilona encontramos, y realmente la nieve está genial por lo que no resulta tampoco una tortura. Llegamos al camino de vuelta al núcleo de la estación, que tomamos sin titubear. Llegando abajo, parece que empieza a abrir. A buenas horas....
Bajando en el coche, aprecio la cantidad de nieve que hay en estos pueblos, ahora que la luz del día me permite verlos....
Y aquí la ruta
Mañana añado el viernes
