¿Y cómo se me ocurrió buscar un lugar tan recóndito y perdido del mundo? Pues, después de un año de mucho trabajo, líos familiares y poca nieve necesitaba desaparecer unos días del mundanal ruido y la civilización y disfrutar de lo que más me gusta, la montaña, la nieve y el hielo, así que se lo propuse a mi hermano. Y después de lanzar unas cuantas monedas al aire y 3 meses de preparaciones, buscar vuelos, hacer planes, consultar wikiloc y estudiar los mapas de Svalbard, aquí estamos, 3 de agosto de 2019 a la 1:30, en Longyearbyen.
Logísticamente es un sitio que, aunque lejano no es difícil de llegar. Hay varias opciones con Norwegian y SAS, dos aerolíneas que operan en los países nórdicos principalmente. Nosotros escogimos vuelo a Oslo bien temprano por la mañana para visitar Oslo el primer día y después volar a Longyearbien esa misma noche. En total 3,5 horas hasta Oslo y 3 horas de Oslo a Longyearbyen. Para llegar del aeropuerto al centro de Oslo lo mejor es coger el tren regional, y dejar las maletas en la consigna del aeropuerto. Una vez llegas a Lonyearbyen a eso de la 1 de la mañana hay taxis para los más comodones y el autobús que va repartiendo a la gente hotel por hotel.
Y cuando estás en Longyearbyen, ¿qué? ¿Qué hay que hacer? ¿dónde ir? ¿Cómo pasar allí 5 días si la única carretera que hay tiene 10 Km? Pues a todas estas preguntas hay varias opciones, y lo que se elija va a gusto de cada uno. Lo único que te obligan, hagas lo que hagas, es a ir armado con un rifle (o ir con alguien armado) por la remota posibilidad de que te puedas encontrar a un oso polar con ganas de juerga.
Cumpliendo este requisito, el resto ya puedes elegir entre ir a tu aire o buscar un grupo organizado (hay multitud de empresas de aventuras que organizan salidas de 1 o varios días), hacer una marcha de varios días durmiendo en cabins (refugios) lo que te permite llegar más lejos o fijar la base en Longyearbyen y a partir de ahí moverte andando o en barco. En invierno (hasta mediados de mayo o principios de junio) las opciones de transporte se amplían y se puede esquiar, ir en motonieve o en trineos tirados por perros cual musher.
Nosotros decidimos fijar nuestro campamento base en Longyearbyen y hacer 2 salidas organizadas y 2 salidas a nuestro aire.
Y ahora sin entretenerme más, voy con la mejor parte, nuestro viaje, nuestros momentos y nuestras sensaciones.
Día 1. Viaje Madrid-Oslo, visita a Oslo y llegada a Longyearbyen.
Llegamos al aeropuerto temprano dado que el vuelo salía a las 8:00. A las 11:30 estábamos aterrizando en Oslo. Puesto que aquí no vimos nieve, sino más bien todo lo contrario 29ºC y la gente bañándose en playas urbanas, no me voy a entretener mucho. Solo decir que Oslo me pareció una ciudad agradable y con encanto y con mucha vida en la calle sobre todo en la zona del puerto que estaba llena de terrazas para tomar algo. Aquí os dejo unas cuantas fotos para que os hagáis una idea.
El avión con destino Longyearbyen salió de Oslo a las 22:30. Según nos íbamos acercando a destino vimos como cambiaba el sol de posición varias veces, hasta que fue totalmente de día. En Longyearbyen aterrizamos a las 1:30 y el sol estaba aproximadamente a la misma altura que en España a las 19:00 y así se queda toda la noche desde abril a finales de agosto, época en la que no se deja de ver el sol en ningún momento. Durante el viaje pudimos ver un adelanto de los glaciares que cubren la isla y que nos pusieron los dientes largos hasta el día siguiente en que pudimos pisarlos.
Vista de la superficie congelada desde el avión y sol de media noche.
Nada más salir a la zona de equipajes nos encontramos con un oso polar que te da la bienvenida. Fue el único que vimos.
Oso que da la bienvenida a los turistas en el aeropuerto
Y ya saliendo hacia la parada del bus un cartel con las indicaciones de los Km a varias zonas del planeta incluida la Antártida y la señal de ¡PELIGRO, OSOS SUELTOS!
¡Polo sur 18.692 Km!
Después de 20 minutos en el bus, llegamos al hotel. Son casi las 2:30 de la mañana toca retirarse que mañana tenemos que madrugar.
Día 2. Viaje en barco hasta el Glaciar de Nordenskiold y trekking por el glaciar.
Esta salida la llevábamos organizada desde España con Basecamp Explorer . Pasaron a recogernos por el hotel a las 8:00 tal y como habíamos quedado. Después de recoger a 3 personas más nos llevaron al puerto de donde salen las zodiac. Allí nos obligaron a ponernos encima de la ropa unos monos de supervivencia, supuestamente te mantienen seco y previenen la hipotermia durante 4 horas en el caso de hombre al agua. ¡Ya pueden ser buenos y efectivos, porque nunca me he puesto nada tan incómodo!. También nos dijeron que flotaban, ¡me alegro de no haber tenido que probarlo porque con eso puesto era imposible moverse!
Yo disfrazada de robocop
En nuestra travesía en zodiac por el fiordo, de aproximadamente 90 minutos, pudimos disfrutar de la compañía de la fauna local: frailecillos, belugas. una foca y hasta una ballena nos acompañaron durante el camino. De esto apenas hay pruebas gráficas porque estos bichos son mucho más rápidos que yo con la cámara y me fue imposible sacarles la foto antes de que se escondiesen otra vez en las profundidades del Ártico.
Frailecillo
Cabeza de la foca
Después nos dio la bienvenida el glaciar de Nordenskiold ¡qué pasada de sitio y qué paredes de hielo! Este glaciar tiene más de 25 Km de largo por 11 Km de ancho y la lengua de hielo que entra en el mar está llena de crevasses lo que lo hace aún más impresionante si cabe.
Frente del Glaciar de Nordenskiold
Una vez desembarcados fuimos a una de las famosas cabins que están distribuidas por toda la isla. Son pequeñas cabañas de madera de aspecto muy confortable donde caben 4-5 personas, que se usan para comer y dormir en las travesías de varios días. Estas cabins están habitadas todo el año por una persona que hace de guarda y se encarga de mantenerla caliente y de preparar la comida cuando esperan visita. En verano es un lugar perfecto para perderse buscando tranquilidad, pero no quiero ni pensar lo que debe ser pasar las largas noches de invierno a -20 oC y aislado durante varios días por el mal tiempo.
Tras reponer fuerzas y una breve charla de seguridad en glaciar empezamos nuestra marcha de aproximadamente 4 horas. Primero 30 minutos de aproximación y después… puesta de crampones y ¡hielo al fin! En total fueron 14 Km sorteando grietas, saltando corrientes de agua y disfrutando de los diferentes colores del hielo entre gris, blanco y azul, todo eso acompañado de 7-8oC y un gran cielo azul, ¡el día perfecto! Yo, es sentir la nieve o el hielo cerca y ya estoy como un niño con una bici nueva, así que con tanto hielo alrededor ¡no disfruté nada!
Vistas del fiordo Billefjorden desde el glaciar de Nordenskield
Nuestra travesía por el glaciar
Intenté bajar a la grieta pero el guía no me dejo bajar más que eso
La vuelta a Longyearbyen fue más penosa, el mar estaba picado y las olas que saltaban por encima de la barca nos empaparon. Yo que era reticente a ponerme otra vez el dichoso mono porque parecía robocop, me di cuenta de que esta gente sabe lo que hace… sin el mono habría llegado como una sopa fría a pesar del Gore Tex y del resto de inventos impermeables que llevábamos.
Y como dicen que para muestra un botón, aquí os dejo unas cuantas fotos de nuestro primer día en Svalbard que realmente es lo que merece la pena.
Día 3. Ruta hasta Sarkofagen (400m)
Este día decidimos mi hermano y yo irnos por nuestra cuenta. Dado que obligan a ir con rifle cuando sales de los límites de la ciudad, lo de irse por cuenta propia solo se puede hacer si se tiene la posibilidad de alquilar un rifle y para esto se necesita licencia de armas española y certificado de antecedentes penales.Orientarse por la zona no es difícil ya que que por la situación de Longyearbyen solo se pueden hacer dos cosas, o adentrarse en el fiordo o salir hacia el mar y visitar los dos fiordos contiguos.
Decidimos subir a Sarkofagen, un monte de 400 m en el mismo fiordo de Longyearbyen rodeado de glaciares. En total hicimos 14 Km con 500 m de desnivel positivos.
El recorrido que nosotros hicimos discurre primero por el fiordo hasta alcanzar la morrena del glaciar de Longyearbreen y después la zona helada.
El fiordo está surcado por torrenteras de agua que discurren de forma anárquica por lo que unas buenas botas y bastones se hacen imprescindibles para ir saltando los regueros y no salir empapado. El glaciar no tiene grietas y no es difícil ni peligroso teniendo unos mínimos conocimientos de andar con crampones y manejar el piolet en caso de caída.
Vistas del glaciar Longyearbreen
Mi hermano haciendo acopio de agua
Después de recorrer el glaciar volvimos a subir por la morrena campo través hasta la parte alta de Sarkofagen donde decidimos parar a comer el jamón que vino con nosotros en la maleta. Aunque el reno y la ballena se dejan comer… ¡dónde esté nuestro jamón que nos quiten el resto! En la parte alta de Sarkofagen las vistas son espectaculares ya que, aunque a nosotros no nos parezca muy alto comparado con nuestros Alpes, lo es, teniendo en cuenta que allí la referencia es el nivel del mar.
Vistas desde Sarkofagen…¿Qué ven mis ojos? ¡Un loco ha bajado por esa línea de nieve esquiando! ¡Qué mala es la envidia!
Vistas desde Sarkofagen: Se ve todo el fiordo y al final Longyearbyen con sus casitas de colores
Después de descansar y disfrutar de las vistas decidimos volver a al pueblo bajando por otro glaciar diferente y casi paralelo al primero, Larsbreen.
Glaciar Larsbreen
Aquí tuvimos la oportunidad de ver un rescate en helicóptero de unos montañeros un tanto imprudentes que se metieron en un sitio del que no pudieron salir y al final les tuvieron que sacar con helicóptero. Al día siguiente eran la comidilla de todas las conversaciones del pueblo, jajaja debe ser que aquí no es muy habitual este tipo de cosas porque casi todo el mundo se mueve con guía, y cuando pasa ya tienen historia para completar la sección de sucesos del periódico que sacan semanalmente.
Rescate con helicóptero
Bajada por la morrena de Larsbreen
Nosotros estuvimos al lado de donde les rescataron, pero viendo la dificultad de la zona decidimos no meternos. Ya tuvimos nuestra ración de miedo el año pasado y este año ya íbamos bien aprendidos, prudencia, prudencia y más prudencia.
Después de una gran jornada, vuelta al hotel a descansar que nos lo hemos ganado, y a preparar el día siguiente que nos vamos a la Isla Prins Karls Forland a ver morsas.
Día 4. Isla Prins Karls Forland.
El día comienza temprano. A las 8:00 pasan a recogernos y allí vamos nosotros cargados con los prismáticos y la cámara de fotos preparados para empaparnos de fauna ártica, esperemos que de agua esta vez no. El día discurre en un barco, esta vez más cómodo que el del primer día ya que es cubierto y no te mojas en ningún momento. La isla de Prins Karls Forland es una zona protegida donde habitan las morsas. Nosotros tuvimos la suerte de ver una colonia de 8-10 morsas macho que estaban aprovechando para tomar el sol. Por el camino también salió a saludarnos una ballena pero igual que el día anterior se escondió antes de que me diese tiempo a quitar el tapón a la cámara.
Morsas tomando el sol y su baño diario para buscar comida
Durante el camino tuvimos la oportunidad de conocer al Charrán Ártico, un pájaro de color blanco de la familia de las gaviotas pero más pequeño, que cada año se hace 90.000 Km viajando del Polo Norte a la Antártida y vuelta para aprovechar los dos veranos. Dicen que en su migración pasan por la zona de Galicia ¿alguien los ha visto? Yo no, y aseguro que si lo hubiese tenido cerca me acordaría. No sabíamos en ese momento lo graciosos y simpáticos que pueden llegar a ser estos pajaritos, pero eso es una historia que corresponde al siguiente día.
A la vuelta nos pararon en otra de las mil lenguas glaciares que buscan su camino entre el accidentado terreno, pulverizando el suelo que se encuentran a su paso, para llegar al mar. En este caso el frente glaciar tenía nada más y nada menos que ¡35m de altura! El frente estaba totalmente roto por la presión con alguna zona a punto de caer al mar para formar icebergs. Nosotros no tuvimos la suerte de ver ningún desprendimiento, pero dicen que son impresionantes y que pueden llegar a levantar olas de 2-3 m que te dan un buen susto como estés cerca con el barco.
Diferentes glaciares del oeste de Spitsbergen
Ya de vuelta, por la tarde aprovechamos para darnos una vuelta de 11 Km para ver las granjas de los perros que en invierno tiran de los trineos. Nos quedamos con ganas de probarlos, pero en verano, aunque usan trineos con ruedas no tienen el mismo encanto, ¡habrá que volver en invierno!
Señal que indica "Atención: Abandona zona controlada de osos polares"
Día 5. Visita al Valle de los Osos (Bjorndalen Valley)
La idea inicial no era esa sino ir al Glaciar de Foxfonna, cuya base estaba aproximadamente a 12 Km del pueblo. Después de mirar las alternativas para llegar hasta allí y viendo que nos tocaba hacer andando la aproximación de 12 Km más luego la vuelta decidimos cambiar de destino. Así que aquí estamos camino del Seed Vault o el Almacén de Semillas del Fin del Mundo que pilla de camino a Bjorndalen. En el Seed Vault cada país del mundo tiene guardadas 50 semillas de sus especies vegetales principales, para en caso de catástrofe poder repoblar la tierra.
Entrada al Seed Vault
Al final nos habría dado lo mismo ir a Foxfonna ya que entre unas cosas y otras nuestra salida de ese día fueron 30 Km.
Nuestra marcha a Bjorndalen transcurrió sin incidentes más allá de que fuimos atacados por una parejita muy simpática de Pagalos, unos pájaros, también familiares de las gaviotas que se ponen encima de ti y se te tiran para picarte ¡que majos pensamos!, pero eso es porque aún no conocíamos al Charrán Ártico en profundidad.
Bjorndalen se abre a nuestros ojos lleno de verdor, lo que contrasta con el resto de zonas que hemos visto donde se alternan el hielo y un desierto de piedra que millones de años atrás estuvo cubierto de hielo.
Entrada a Bjorndalen e interior del Valle
Y el verde trae vida…a medida que nos adentramos en el Valle empezamos a ver vida animal más allá de pájaros y ballenas. Los renos salen a saludarnos y no huyen al acercarnos, y entre las piedras asoma un zorro ártico que acaba de hacer su caza del día. Estos zorros en verano tienen el pelo grisáceo para perderse entre las piedras y que sea prácticamente imposible reconocerlo así que hay que esforzarse y tener suerte para poder verlo.
Zorro Ártico con su presa en la boca
Reno hembra
Reno macho
Pasamos todo el día en Bjorndalen disfrutando de la única compañía de los renos y toca volver. Lo hacemos siguiendo la única carretera que tiene la isla y que comunica el pueblo con el aeropuerto.
Vistas del aeropuerto de la isla desde la entrada a Bjorndalen (Valle de los Osos)
En el camino de aproximadamente 10 Km tuvimos la oportunidad de conocer al Charrán Ártico del que ya hablé anteriormente. Este simpático pajarito que anida en las playas del Ártico tiene cierta predilección por las personas. Te divisa, te sigue, y cuando te tiene a tiro, lanza un aviso a sus compañeros de bandada y en menos de lo que tardas en pestañear tienes a 6 o 7 a tu lado intentando picarte. Se ponen encima de ti, abren el pico, chillan y se lanzan a por ti. Parece ridículo, en una isla donde se hartan de advertirte sobre los peligros del oso polar y el más real que ves es de peluche, no te avisan de que tienen un par de razas de pájaros que se tiran a las personas como si fuesen Stukas, ¡Menos mal que íbamos armados con bastones y alguno de ellos se llevó un bastonazo! ¡así no vuelven a picar a nadie!
Llegamos al hotel, después de 30 Km andando estamos muertos. Mañana será otro día.
Día 6. Visita al Museo de las Expediciones al Polo Norte.
Hoy toca día tranquilo de visita a los dos museos que tiene la ciudad. Museo de Svalbard donde se puede ver una amplia exposición de la fauna de la zona y el Museo de las Expediciones del Ártico donde hacen un recorrido de todas las expediciones de Amundsen en su carrera por la conquista del Polo Norte.Y con esto nos despedimos del verano ártico de 9ºC al sol y volvemos al verano español de 40ºC a la sombra.
Solo queda decir ¡que me ha encantado! Y que quién sabe… pero probablemente volveré con la intencion de dar la vuelta a todo el archipiélago porque la zona norte tiene que ser espectacular.
