
No podíamos desaprovecharlos, pero nos costó bastante cuadrar calendarios para podernos ir. Finalmente pudimos escaparnos del 2 al 9 de abril.
Todo preparado, y allá que nos vamos.

Desde nuestra casa en Vitoria sólo hay una hora en coche hasta el aeropuerto de Bilbao. De allí a Munich con Lufthansa (equipaje de esquí gratis).

Y con el coche de alquiler en unas 3 horas te plantas en Sölden. Agradecimientos a Nacho Campos de Alpeski por las gestiones y consejos.

Antes de entrar en Austria hay que comprar la “vignette” para las autopistas. En nuestro caso tuvimos que comprar la de 10 días.

Al llegar nos instalamos en el apartamento que habíamos reservado con Nacho. Un apartamento en esta casa en un pueblo llamado Längenfeld, a 13 km de Sölden valle abajo. Esta distancia no resultó ningún inconveniente puesto que hay un servicio de autobuses que recorren el valle continuamente, por lo que raras veces toca esperar al autobús más allá de unos pocos minutos.

Los dos primeros días no hizo muy buen tiempo y la visibilidad no era muy buena, por lo que no hay muchas fotos de estos días, pero ya nos íbamos haciendo a la idea de que a pesar de sus “modestos” 140 km de pistas, es una pedazo de estación. No sé, tengo la sensación de que el km de pista pirenaico es una unidad distinta al km de pista alpino.
Para empezar subimos en el telecabina Giggijoch.En el mapa, de los dos que parten desde el pueblo, el de la derecha.
En esta zona de la estación hay pistas anchísmas y relativamente fáciles. Apenas hay telesillas sin capota.

Telecabinas y teleféricos de última generación, eso sí, un agobio de gente terrible.

En la cima de este último, en el Gaislachkogl (uno de los 3 puntos a más de 3000 msnm que tiene la estación) había una exposición que no visitamos sobre la película del 007 Spectre. También había lago de ‘atrezzo’ por las pistas.

Por la tarde del segundo día ya empezó a nevar en condiciones en las cotas altas de la estación. En las zonas bajas llovía bastante.

El Tercer día amaneció así en el fondo del valle.


Aunque hacía bastante malo, había que subir.

La noche anterior había nevado mucho, en algunas zonas bastante más de medio metro. Fueron abriendo la estación como buenamente pudieron, pero se formaron muchas colas ya que abrieron tarde, y al principio sólo unos pocos remontes. Largas colas y bastante mal tiempo.
Pero tras unas cuantas bajadas con muy mala visibilidad, el cielo se empezó a abrir un poco y se pudo disfrutar un rato.

En esta foto estoy parado con esquís puestos y la nieve me llega casi hasta la cadera.

Ese día además nos dimos el lujo de visitar el Aquadomme, al que pudimos ir andando ya que se encuentra en el mismo pueblo de Längenfeld.


Y al cuarto día, por fin SOL.




Esta es la pista por la que se llega al telecabina que da acceso a la zona del glaciar:

El glaciar de Sölden(mejor dicho, uno de los glaciares de Sölden) acoge todos los años la prueba inaugural de la copa del mundo de esquí alpino. Concretamente en esta pista que vemos aquí:


En este lado hay varias pistas (y fuerapistas) que discurren por el glaciar.


Sin embargo, la sorpresa nos la llevamos con lo que hay al otro lado de este túnel que atraviesa la montaña.

Varios remontes (silla, percha y telecabina) dan acceso a unas cuantas pistas largas y anchas, sobre otro glaciar. Espectacular. Muy buena nieve y pistas para correr. (Habrá que volver en verano, a ver qué tal).




En lo alto del telecabina que sube al Teifenbachkogl (otro de los puntos a más de 3000 m) hay una pasarela-mirador no apta para personas con vértigo. Las vistas son espectaculares, pero la caída que hay bajo tus pies es enorme y además la pasarela se mueve un poco con el paso de la gente. El suelo es de rejilla metálica y las barandillas de cristal.




Ya que era primavera y las tardes eran ya bastante largas, no dejamos pasar la ocasión de visitar Innsbruck, una ciudad preciosa al pie de los Alpes que teníamos a una hora en coche desde nuestro apartamento de Längenfeld. Creo que podría acostumbrarme a vivir aquí.



El quinto día sol otra vez!
Pistas anchísimas.



Lo que más me ha llamado la atención de Sölden ha sido que tiene un ambiente de apres-ski impresionante con un montón de locales donde la gente empieza (y termina) la fiesta con las botas de esquí puestas. Nada que ver con lo que conocíamos de pirineos y Alpes franceses.

El último día volvió a estar gris y sólo hice una foto de despedida esperando al skibus de vuelta.

Como conclusión sólo puedo decir que Sölden es un destino increíble. Mucho más de lo que sus “sólo” 140 km de pistas podrían dar a entender. Gran desnivel, pistas de todo tipo bien cuidadas, fuerapistas de quitar el hipo y ambientazo apres-ski, tanto en los locales de la propia estación como en el pueblo. Mención aparte al servicio de autobuses, que me pareció extraordinario.
Sólo me queda dar las gracias a Nevasport y Alpeski por habernos dado la oportunidad de conocer este destino espectacular y diferente a todo lo que conocíamos.