Desde Toledo fueron aproximadamente 4 horas de viaje. Muy cómodas. Todo autovía desde casa hasta Granada, donde ya afrontas la subida a la estación. Esta es la peor parte, con tantas curvas y el cambio de altura. Mi pareja es donde peor lo pasó. Cuando empezamos a subir eran aproximadamente las 19:30, por lo que apenas había tráfico. Llegamos a las 20:00 al Albergue.
El Albergue Inturjoven
Sin duda uno de los aciertos de este primer viaje. Después de tantas dudas resueltas en este foro, he de decir que ninguno se equivocó. A la hora de llegar la atención fue extraordinaria, super amables y dándonos todas las facilidades posibles. Subimos a la habitación todo el equipaje y nos bajamos con los calcetines de esquí directos al taller a por nuestro equipo de alquiler. Fue más fácil de lo que pensábamos; Estrella iba con miedo de encontrar sus botas de “Gemelo Ancho” como las denominan en Xanadú, pero la sorpresa fue cuando vimos que todas las botas que alquila en el albergue la EIE tienen el ajuste para hacer las fijaciones más “largas”, por lo que encontramos las nuestras a la primera. Mil veces más cómodas que las que nos habíamos puesto hasta entonces… no me quiero imaginar como será el día que tengamos nuestras propias botas.
El chico del alquiler super majo. Pudimos incluso compartir un rato de la cena charlando con él. Ya no me acuerdo de que hablamos, pero fue un buen rato. Con gente volcada así en su trabajo da gusto.
Fue tan rápido el proceso que a las 20:45 ya estábamos entrando a cenar. Las cenas fueron más que aceptables, nos lo esperábamos peor. Las dos noches carne, pescado, ensaladas y un plato de cuchara… Incluso migas. Y las patatas fritas, que no falten. Y sino que se lo pregunten a Obija. Muy contentos en esta parte, al igual que con los desayunos. No hacía falta más. Estábamos allí para esquiar, no para comer en un restaurante 5 estrellas michelín.
El Sábado: llegar a tiempo a Borreguiles (10:00)
Vamos a resumirlo, al final, si te organizas: pan comido. A las 7:55 ya estábamos esperando en la puerta del desayuno. Ya con la ropa de esquí puesta, a falta de las botas y la chaqueta. Desayunamos en modo carrera, y a las 8:20 ya estábamos recogiendo el Picnic. De ahí, directos a la habitación: nos equipamos con las botas, cogemos el equipo y para abajo. Eran las 8:33. Ya estaban abajo Obiju y Obija que habían recogido todos los forfait y salimos corriendo para el aparcamiento de Peñones a la caza del autobús: lo pillamos por los pelos y lleno hasta arriba. Todas estas carreras solo tenían el objetivo de poder coger este primer autobús, el de las 8:35, ya que el siguiente pasaría a las 8:55 e iríamos más justos.
Compramos el bono de 5 viajes, para los 4, lo cual nos salió más barato, y fuimos para abajo. Estábamos a las 8:55 en la puerta del Telecabina, aún sin abrir. Nada de cola, como mucho unos 5-6 metros. Fue muy rápido. Esto hizo que estuviéramos arriba super pronto, con tiempo de sobra para una última visita al baño y una primera toma de contacto con la nieve de verdad. Directamente subimos a las alfombras de Borreguiles y nos dio tiempo a hacer una bajada de calentamiento “disfrutando” de la nieve dura de primera hora de la mañana. Aún recuerdo como sonaban los esquís en esta nieve. Y lo poco que agarraban… ¡Menuda primera toma de contacto! De ahí directos al punto de encuentro de la EIE, donde teníamos nuestro curso grupal a las 10:00. Nos despedimos de los Obijus y nos emplazamos a las 13:00 en el mismo punto con los walkies encendidos, para localizarnos.
El curso grupal de la EIE
Nos presentan a nuestro profesor: Patxi. Compartimos curso con más gente del Albergue. Estamos en nivel B.
Lo primero es una pequeña prueba de nivel en la alfombra de Borreguiles. Para ahorrar tiempo nos la subimos andando en lugar de por la alfombra, esto era jugar sucio, cuando llegamos arriba ya estábamos reventados jajajaja
Bajamos en cuña con giros. Un servidor sin mayor problema. Estrella si tuvo algún problema más, pero los nervios la jugaron una muy mala pasada. Aun así, se quedó en el grupo, y no la “degradaron”, como sí pasó con otros. Fue un acierto, se adaptó bastante bien al nivel.
Después de eso, directos al Emilie Allais y bajamos por principiantes 1 con el típico trenecito. Le teníamos miedo al conseguir ir unos detrás de otros, pero parece que lo íbamos logrando. La mañana se desarrolló en toda la zona de las verdes, terminando la última bajada por Perdiz y Peña, sin duda la bajada más complicada por el aumento de la dificultad y por la crema ya apareciendo en algunas zonas: nieve extraña y nueva para nosotros.
Nos enseñaron a clavar bastón y al viraje elemental: lo del bastón es un lío, pero si es cierto que ayuda… cuando aciertas en clavarlo en el lado correcto, a la distancia correcta y en el momento correcto… sino te lías aún más.
En cuanto al profesor, no estábamos del todo contentos. Su técnica e intenciones eran buenas: nos guio muy bien y nos iba llevando por todo tipo de pendientes para irnos adaptando, si bien su psicología no fuese la mejor, en nuestro punto de vista. Estrella tiene un bloqueo importante en ese punto, y el profesor no hacía más que ponerla más nerviosa con algunos de sus comentarios, que aunque se veía su intención de trasmitirla confianza y tranquilizarla, ella lo tomó como que se reía de ella por ir un poco peor que el resto, y eso la bloqueó aún más.
El bloqueo llegó aún más cuando dijo que al día siguiente, el Domingo, la clase no tendría nada que ver con la de ese día, con muchas paradas y explicaciones: nos dijo que solo diría Egun On (Buenos días) y Agur (Adiós). Que estaríamos al principio por verdes como la última (Perdiz) pero que el resto sería todo azules. Y bajando detrás de él una tras otra sin parar. El bloqueo y el miedo ya fue total para Estrella, que ya empezó a negarse a ir al día siguiente a las clases: no se veía preparada…
La conclusión de los cursos es clara: la próxima vez ahorraremos más y tomaremos clases particulares. La experiencia nos dice que no tiene nada que ver, estamos seguro de que habríamos avanzado muchísimo más los dos, la adaptación habría sido seguramente más rápida y ojalá que también la ayuda psicológica al enfrentarte por primera vez a esto fuera mucho mayor. Hasta yo me sentía bloqueado y no era capaz de esquiar como siempre, apoyado en las botas: estaba encajonado sin la triple flexión, y no conseguía meterla… Pero bueno, es lo que tocaba… la explicación, a continuación.
Sierra Nevada vs Xanadú: realidad vs ficción.
Y es que no tienen nada que ver. Nada. Sí, en los dos hace frío y hay “nieve”, pero no tienen nada que ver.
Lo primero, la duda que todos queríamos resolver: la pista grande del Xanadú se asemeja efectivamente a la pendiente de las principiantes de Borreguiles, siendo alguna de estas incluso más. Pero, a favor de Sierra Nevada, hemos de decir que este cambio no se notó en absoluto, debido a la anchura de las pistas. Ese agobio que produce Xanadú al ser tan estrecho no lo tienes en Sierra Nevada, donde si no giras donde quieres seguramente tengas otros 100 metros de pista para girar y hacer las diagonales que necesites para controlar la velocidad.
Y la nieve… ay la nieve. Imposible de controlar. Ahora entendemos porque dicen que la nieve de Xanadú es velcro. Los dos hacíamos ya paralelo con algo de soltura en Xanadú… pero en Sierra Nevada nos fue imposible. Nos sentíamos muy raros con los esquís… no sabemos si solo era la nieve o también el distinto material (notábamos los esquís algo más pesados que los del Xanadú)… pero no había forma de meter paralelo. Nos estancamos en la cuña y nos íbamos para atrás… no conseguíamos esquiar como lo habíamos hecho ese mismo martes en Xanadú…
Así que la conclusión es que, efectivamente, el Xanadú ayuda para iniciarte y perder el miedo, pero solo te quedarás con la teoría… para nosotros la práctica ha sido como empezar de cero. Tantas horas de clase al final no han servido de mucho, como pude comprobar después por la tarde cuando desesperadamente intenté tirar de paralelo, pero me fue imposible…
Y llegó la odisea de la tarde…
Aquí es donde se torció todo: al terminar el curso, directos a comernos nuestro bocadillo de tortilla del picnic del albergue, en el túnel de la torre de control. Un banco entero para nosotros, que bien nos vino el descanso. Además, descubrí que las costuras de las mallas que llevaba bajo las botas me estaban haciendo polvo: me las quité y menuda diferencia… ahora hasta me parecían cómodas las botas… pero esto no es más que una anécdota.
Allí nos encontramos con un compañero del grupo de Telegram, con el que nos disponíamos a hacer unas bajadas.
Ibamos decididos a bajar por Cecilio: los Obijus la habían bajado varias veces por la mañana y veían accesible que Estrella pudiera bajarla con su nivel: solo una primera pala complicada pero el resto controlable.
Subimos el TS Borreguiles I, para después salir a la derecha y bordear las verdes hasta el TS Emilio Reyes que sube por la Visera. Cuando Estrella me preguntó en el telesilla a donde íbamos y le dije que íbamos a subir al telescopio para bajar por detrás empezó el pánico: se quedó con la visión de la visera y pensó que iba a bajar por ahí. Empezó el bloqueo que nos llevó a la catástrofe.
Llegamos arriba del TS y nos vamos bordeando hacia el Emilio Reyes. Aquí el bloqueo de Estrella ya se notaba: no conseguía ni girar en cuña… estaba helada, no en temperaturas hablando, sino en su postura: no era capaz de flexionarse, toda la fuerza se quedaba en sus músculos y no llegaba a los esquís: y aún estábamos por las verdes. No quería subir al Emilio Reyes, pero, equivocadamente, pensamos que se había tranquilizado algo y entendió que no era tanta pendiente, y decidió subir. Al llegar arriba, vio la explanada de la antena, y se quedó más tranquila: aquello era ancho y liso, no era para tanto.
El problema vino con la decisión posterior: el amigo del Telegram propuso que bajaramos Loma Dilar para posteriormente subir Monachil y ya bajar Cecilio. Una de las peores decisiones de nuestra vida. No teníamos ni idea que la dificultad de esa azul iba a ser tan grande. Iniciamos la bajada, confiando en el consejo de que no era para tanto, pero eran palas tras palas difíciles. Estrella se seguía bloqueando: la cuña no era suficiente. Y el bloqueo final vino cuando vio que no había ni murete de nieve ni burladero en el lado derecho de la pista: que solo se veía abismo… Entró el bloqueo total, se paró y no iba ni para delante ni para atrás.
Empezó a temblar, marearse e incluso vomitar. La sentamos en el suelo y no podía levantarse. Lo que parecía un pequeño bloqueo empezó a complicarse, pero no pensamos que llegaría a tanto como llegó…
El rescate en moto de nieve
Estábamos junto al cañón 248. Se avecinaba una pala bastante complicada pero con un camino facilito por el lado izquierdo, que haría más fácil la bajada… pero Estrella seguía blanca, vomitando, temblando, sin poder levantarse apenas del suelo… ella decía que no podía bajar, que de ahí no se movía… El compañero de Telegram decidió marcharse con su primo y nos quedamos los cuatro solos. La situación era difícil, yo ya estaba super bloqueado también de ver a Estrella así. Nos habíamos metido en la boca del lobo. No teníamos como salir. Habíamos cometido el error que más claro teníamos que no podíamos cometer: ir más allá de donde nuestras posibilidades. Y allí que nos fuimos. Estábamos bloqueados entre dos palas, muy lejos de cualquier TS y sin forma de salir andando de allí. Demasiada distancia para recorrer a pie.
Tomamos la decisión más adecuada en ese momento: yo me quedé con ella y los Obijus se bajaron a la parte alta del TS Loma Dilar y pidieron un rescate de los pisters a nuestra posición. Por el walkie me pidió Obiju el número del cañón de nieve para que pudieran encontrarnos y nos confirmó que ya venían a buscarla. Yo me quedé con Estrella esperando a la moto de nieve, que llegó a los pocos minutos. La montaron en la moto y la bajaron al TS Jara. Para no dejarla sola, volvió a subir con la moto a donde estaban los Obijus para pedirles que uno de los dos se bajara con ella y otro me esperara a mi en el TS Loma Dilar, y así fue. Obija se bajó con Estrella, mientras Obiju me comunicaba por el Walkie lo que estaba pasando y que me esperaba en el TS Loma Dilar.
Solo ante el peligro bajando Loma Dilar
Y allí estaba yo. Solo ante esa mostruosidad de pendiente. No me veía preparado para bajarla. El paralelo llevaba todo el día sin salirme, y estaba tan cansado y afectado por haber visto como se llevaban en moto a mi pareja, en parte por mi culpa, que no sabía si iba a poder bajar por allí. No atinaba ni a colocarme los esquís.
Me aventuro y encaro la pendiente para meterme, si no me estoy perdiendo ahora en el plano, por Piornos. La cuña no era suficiente, no conseguía girar, no conseguía ir hacia delante… estaba llorando (si, llamadme lo que queráis, pero hay que estar en esa situación) y bloqueado… me caí dos o tres veces, y otras tantas que conseguí evitar… estaba bajando derrapando de lado en cuña, que aún no se como lo hice… La nieve ya era papa total: los esquís pegados al suelo, no deslizaban, no giraban. Intentaba, sin éxito, una y otra vez, giros en paralelo, viraje fundamental… pero era imposible. Lo pasé muy mal pero sabía que tenía que llegar abajo. Obiju me preguntaba por el Walkie que qué tal iba, pero no iba nada bien. Me daba ánimos pero de poco servían, seguía en mi bloqueo. No me podía creer que todo lo que había leído que no había que hacer, lo estaba haciendo y se me había juntado: la falta de técnica, el cansancio, el ir perdido, solo… estaba hecho todo un abrazante.
Llego al TS Loma Dilar donde me esperaba Obiju. Juntos bajamos directos al Jara donde me encontré a Estrella tirada en el suelo, llorando y poniéndose cada vez más blanca. Bajaríamos por el Jara hasta Pradollano y de allí en bus al albergue, a descansar… Esa era la teoría, pero no se cumplió, como leeréis más adelante.
Les pido a los Obijus que se marchen y sigan disfrutando de su jornada de esquí: bastante les habíamos molestado ya. Pero de verdad que no tengo palabras para agradecer lo que hicieron por nosotros.
Nos bajamos por el Jara. El remontero nos ayudó, parando prácticamente el TS para que nos montaramos. Estrella, con los ojos cerrados, bajando, helada de frío y poniéndose cada vez más blanca. Seguía mareada y encontrándose cada vez peor. Al llegar abajo estaba más blanca aún, por lo que tomé, ahora sí, la mejor decisión del día: ir directos al centro médico.
El Mal de Altura y el final de nuestra primera experiencia de Esquí
Y la espera en el centro médico era larga… no paraban de llegar personas accidentadas… y Estrella parecía no tener nada, ya que llegó por su propio pie. Pero no tardó demasiado en marearse aun más y empezar a vomitar… nadie nos atendía y las personas que estaban allí esperando como nosotros fueron las que, a la desesperada, nos dieron calzos de los zapatos para que vomitara dentro… ni siquiera nadie acertó a indicarnos donde estaba el baño… por fin, cuando vieron que apenas se tenía en pie y no paraba de vomitar, la atendieron y la dieron una silla de ruedas… no fue hasta el siguiente vómito, cuando ya prácticamente no la quedaba nada dentro que echar, cuando la pasaron a la sala de curas y la tumbaron en la camilla… El pronóstico fue breve y claro: Mal de Altura. A ingresar en observación durante al menos 2 horas con oxígeno, para ver si mejoraba. Si no mejoraba en ese tiempo, tendríamos que bajarnos inmediatamente a Granada, no podríamos seguir estando en Sierra Nevada.
Tuvimos suerte de que se recuperó: el pronóstico fue acertado y la solución también. A las 19:15 de la tarde estábamos saliendo del Centro Médico, ya prácticamente vacío y cerrado, hacia la pista rio (ya iluminada y con las pisapistas trabajando, menudo espectáculo) para subir por las escaleras hacia la plaza… Tuvimos suerte, nuestros esquís y bastones, que llevaban horas en el porta esquís de la puerta del Centro Médico, seguían ahí. He de admitir que ya estaba haciendo cuenta de cuanto nos iba a salir pagarlos por si nos los hubieran robado.
Agotados, el corto camino hasta la plaza se hizo eterno. Tuvimos la suerte de pillar el autobús directamente y subir directos al Albergue, además con la suerte de que Estrella podía ir sentada… parecía que por fin había acabado el mal trago. Y así fue, para que nos vamos a engañar.
Mal de altura… pero… ¿Por qué después de tantas horas allí?
Llegamos al albergue y directos a la ducha. Estábamos reventados… no había palabras para definir el agotamiento que sufríamos.
Mientras tanto, por el grupo de Telegram comentábamos “la jugada”, llegando a las conclusiones de por qué el mal de altura le había dado a Estrella esa tarde, y no cuando llegamos el Viernes o durante esa noche, o por la mañana.
Se juntaron todos los factores que se comentaban por el grupo que podía producir el mal de altura: la propia altura, evidentemente, la falta de hidratación ( la doctora nos comentó que si abajo tenemos que beber, de normal, dos litros de agua, allí arriba debían ser más de cuatro litros. Estrella apenas habría bebido poco más de uno en todo el día ), el cansancio… pero sobre todo dimos con el desencadenante de ello: el berrinche, el lloro por el bloqueo…
Al llorar, todos sabemos que empezamos a respirar más rápido. Si eso lo sumamos al cansancio y la menor cantidad de oxígeno en el aire en esa altura, tenemos el coctel perfecto para lo que pasó. Ahora todo tenía sentido. El cuerpo se quedó sin el oxígeno que necesitaba, y reaccionó de esa forma… Al menos ya sabíamos por qué había pasado, y como evitarlo.
Una buena cena, un billar y unas risas después (maldita máquina de la fichita y el airecito, aún me duele la mano tras la derrota, jaja) nos vamos a dormir. No eran ni las once de la noche, pero no podíamos con nuestra alma con todo lo que había pasado.
Aunque anteriormente tenía dudas, Estrella ya tomó la decisión final: no se atrevía a volver a subir. Por cierto, no os lo he dicho antes, pero Estrella es hipocondriaca. La doctora dijo que la recomendaba no volver a subir por si le volvía a ocurrir (aunque sabíamos que evitando lo anterior comentado, no volvería a pasar seguramente), pero el miedo la podía. Tomamos la decisión de que, en la mañana del Domingo, después de desayunar, emprenderíamos el camino de vuelta a casa. No me importaba perder las 3 horas de curso restantes ni los forfait (que, por cierto, Cetursa nos ha reembolsado parcialmente gracias a la petición con el parte médico), pero Estrella pensaba que me enfadaría mucho con ella por joderme el fin de semana de esquí y pasó mala noche, pero lo primero es lo primero, y eso es su salud. Ya habrá más años y más veces.
Y Sierra Nevada nos… ¿perdonó?
Ya el Sábado veíamos que el Domingo quizás no sería buen día para esquiar… pero la sorpresa fue cuando suena el despertador, abrimos la ventana y vemos como todo esta empezando a cubrirse de blanco y no para de nevar. Sabíamos que ya si que no iba a ser día para subir a esquiar, aunque Estrella hubiera estado bien y no hubiera pasado todo esto… pero nuestro consuelo fue ese, que la montaña empezó a coger unas condiciones que no eran para nosotros, y tan frikis que somos, pensamos que esto era una forma de perdonarnos y decirnos: no os preocupéis, no pasa nada…
Desayunamos, recogemos, y nos fuimos de vuelta… todo esto tras batalla de bolas de nieve con los Obijus y quitar el ya centímetro de nieve que se acumulaba encima de nuestros coches.
A mitad de camino nos despedimos de ellos, y Estrella dice la frase con la que me quedo de todo el fin de semana: Repetiré, esto no se va a quedar así.
Y por último y no menos importante, la compañía
Porque los venimos mencionando todo el relato, pero no os los habíamos presentado, aunque a él ya lo conocéis del foro.
Tras ayudarnos con las dudas del Albergue decidieron venirse y acompañarnos… desde que nos conocimos en persona en Almuradiel sabíamos que íbamos a llevarnos bien,
De verdad, no tenemos palabras para agradeceros el apoyo que nos distéis en la tarde del Sábado y lo que os preocupasteis por nosotros y sobre todo por Estrella. Gracias, gracias y gracias.
Gracias por la compañía, por las risas, por los buenos momentos. Repetiremos, seguro, y será mejor. Os debemos unas cuantas cervezas, y unas cuantas bolsas de mini pizzas a Obija… jajaja
También quiero dar las gracias por aquí a la gente del grupo de Telegram que tanto se preocupó por el estado de Estrella y por darnos consejos sin parar durante toda la tarde. Las 2 horas en la oscura habitación de observación fueron más llevaderas, la verdad.
Y hasta aquí el relato de la que ha sido nuestra primera vez en Sierra Nevada. Si has llegado hasta aquí leyendo, espero que te haya sido entretenido. Y si te hemos podido ayudar en algo, como novato, mejor… Los planes eran otros: videos de las pistas, explicaciones… pero no hubo tiempo ni de sacar la Go Pro… el año que viene volveremos, y lo haremos. Estamos en deuda.
Un saludo y gracias nuevamente.
Tisor (Dani) y Estrella