Cuarto día de esquí…. Por fin daban Sol!!!!
Casi ni desayunamos, queríamos ver la estación con sol, y hacer la gran mayoría de las pistas que habíamos hecho en días anteriores, pero viéndolas en todo su esplendor….
Día espectacular, sin una sola nube, nosotros emocionados como crios!!
Menudo paquetón había en algunas zonas, pero con tanto riesgo de avalanchas, no se veían muchas huellas.
Aquí os dejo otro caméo de La Mega….
"Y al cuarto día, el sol resusitó de sus senisas y nos regaló un amanesé sheno desperansa y de ganas de conosé la estasión con má de tré metro de visibilidá. Como era un día bonito y lusminoso, er grupo pol unanimidá desidió essplorá la famosa pitta de catorse kilósmetros, que desde er primé día nos estaba jasiendo seña con la mano en er plano. Se trata de la pitta Cascades. Nombre originá donde los hasha y por er que los diseñadore der dominio resibieron un premio espesiá de la academia de la lengua fransesa.
La pitta en cuettión se ve en er plano que sale dedde tó lo arto de la sona de Flaine en la parte deresha der plano y shega hatta Sixt, en la pare isquierda. E una asulita entre bosques que dá un gustirrinín na má que de verla pintá que los esquises empiesan a dá botes dalegría. Y ashín que nos fuimo, jasiendo tol camino hatta er guevo gordo de Flaine pa subí a tó lo arto.
Er camino fue un carvario de mishones dalmas esquiatrises cabían salío como hisnotisada a ná cabía dó rasho de sol. Pittas shenas de cadásvere, colas kilosmetricas en las sishas denlase, ostias vivas pa meterlse en er guevo… no sabe uno si deseá que sarga er so o que hubiera seguío er viento y er frio.
Una vé arriba der tó de Flaine, nos digimo, pos etto no tié pérdida, é fásir. Tópalante, y en cuanto hasha una bifurcasión, a la deresha.
Si si, fásir. La primera bifurcasión, que era la de las Cascades presisamente, ni la vimo, lansaos en shus como íbamo pa no remá en un plano. Ashí se quedó la entrada a la pitta con su cartelón gigante que nadie vió. Nosotro seguimos palante convesíos dequíbamosbien, hatta que despronto shegamo a un cruse donde la orsión de la deresha, que é la que había que cogé, era una visión inferná, y la de la isquierda era una asul que vorvía a Flaine.
Qué coño hemos hesho, con lo fásir que era y sha nos hemos perdío? Ashín ettábamo valorando la situasión cuando los demonios de los abismos arpinos posesheron ar Juancar, que de pronto seliluminaron losojos con un brisho rojiso y sospeshoso, y dijo, terstuarmente. Pos eso de la deresha é pitta, y ettá balisao, y hay un telesquí que sube ashí ar fondo, asín que podemo í por arhí, cogé er teleskí, y seguí pa las Cascades.
La mega todavía recuerda con pavó er escalofrio que le recorrió toa la esparda y má abajo, y la gota fria que le rescorrió tóa la rabadisha. Lo de la deresha, que era la pitta negra Jais, ensima con cashondeo, era argo ques difísir de describí. Tu imagínate un cortao, con un pequeño saliente que va bordeando ese cortao. Argo asín como er caminito der rey pero sin barandisha. Y había que pasá por ahí con los esquises. Er cortao doblaba hasia la deresha y er saliente también. Dó metro por arriba y dó metro por abajo der repeshete, de vé en cuando había unas balisas negras pinshás en la paré, en posisión casi horisontá, que marcaban caquesho era una pitta y que te metiera si querías, que lastasión sasía responsable de tu cadáve si perdía er equilibrio.
Er Antonio y la Mega no querían paresé cobarde, aunque er Antonio en dó ocasione, con vós torturada y casi sin volumen, apuntó la posibilidá de caquesho fuese una poquita de locura y que mejón innos dashí como si nuettros ojos nunca hubieran vitto esos horrores. La mega, pa no quedá como cagona, dijo en vó arta, a una potensia de menos vente desibelios, "bueno si hay que í se va". La vó le salió así como aguda y estridente como queriendo soná simpástica y despreocupá, con una sonrisa complestamente artifisiá en la cara, los ojos mú abierto y un goterón tamaño garbanso de Samora cashéndosele pol la sien. En vitta de que no había una resistensia frontá, er Juancar lansó sus famosos pantalone naranjas a la conquista der presipisio y se tiró. La mega, pa no quedarse la úrtima y que na die la viera si se despeñaba, salió detrá, y arsto seguido sarrepintió. Los esquises cabían justitos en er repeshete de la montaña, pol la isquierda se sentía er vasío der presipisio y pol la deresha la nieve te daba en la oreja. Er repeshete estresho no tenía casi pendiente, menos má, pero en un par de ocasione los esquises empesaron a corré má de la cuenta y la mega tuvo que improvisá una cuña demergensia consistente en frená con la punta der esquí isquierdo mientra la cola se quedaba en er aire. La mega iba resándole a tós los santos ateos der sielo inersistente, agarrotaita desdde er deo gordo der pie hatta er úrtimo pelo de la coronisha, aterrorisá polque en cuarquié mosmento los esquises le jisieran un estraño y la tiraran ar proseloso barranco de su isquierda. Pol fin un poco má adelante, cuando er repeshete le dió la vuerta a la montaña, vió ar Juancar estabilisao sobre un terreno má horisontá, y la sangre vorvió ar serebro de la mega, pero solamente para sé capá danalisá er siguiente sarpaso. La mega en su infinita isnoransia e inosensia, sabía pensao que na má rodeá er cortao, sha ettaría ashín er teleskí pa subí y salí daquesha pesadisha. Pos no, qué va. Lo cabía ashín era un basrranco negro, sin pisá, con nieve virgen pol las rodishas y de dó kilómetro de largo. De la impresión tuvo un desvanesimiento y las pienna casi ettuvieron a punto de fasharle y suisidarla pendiente abajo, pero pudo rearsioná a tiempo y sobreponerse.
Er Juancar, todavía poseido pol los demonios arpinos, con una sonrisa inquietante, nos dijo, "vei como é una pitta?" Si si, mú bonita, dije shon, con er ojo deresho guiñándose solo por er pavó. Pero qué le íbamo a jasé, ettábamo ashín, y había que de bajá, no iba a vení ningún helicóstero a rescatannos, asín que la mega empesó a seguí los giros der Juancar e intentá imitarlos pero le salió má bien una versión Linamorgan, tanto en erstética visuá de movimiento como en frecuensia auditiva de gritos y plumas variadas. Dedde luego la norma duvá bajaría las escaleras con má glamú, pero con má pluma, imposible.
Aterrorisao pa no caerse, no por er doló físico, polque la nieve ettaba blandita, sino pol la pesadisha de perdé los esquís en aqueshas montoneras interminable de nieve, la mega fue bajando giro a giro, gritito a gritito, espatarramiento a espatarramiento, y solo en veinte minuto de gloria y agonía, shastábamo los cuatro abajo. Nos sobraba er forro polá, la camiseta térsmica, hatta los carsonsishos nos sobraban, der calón y la tensión cabíamo pasao en ese infienno negro, pero habíamo conseguío shegá sanos y sarvos, y podíamo cogé er telesquí de la muette pa vorvé a la búsqueda de la puñetera Cascades."
Algunos estabamos tan contentos, que parecíamos niños pequeños!!!
Buscando la pista de 14 km desde la parte de arriba de Flaine….
Las vistas eran impresionantes y la verdad es que el día invitaba a no parar de hacer fotos.
Después de ver por donde había que ir para pillar la pista de 14 km
Aquí a continuación unas fotillos de la pista negra Jais, la verdad es que para practicar está genial, yo poco a poco empiezo a pillarle el tranquillo a lo de la nieve virgen, pero que cansancio y nosotros sin agua!!! Y el telearrastre que había que pillar para subir, era mortal, muy muy largo y cansado!!
Aquí se nos ve a Juancar parado y a mi bajando...
En estas fotos se ve a Antonio mirando lo que le queda por bajar y a la Mega en el tubo final de la pista negra.
Después de esa aventura nos fuimos a buscar un bar para reponer líquidos y algo más…..
Luego nos fuimos a buscar de nuevo la pista de 14 km, la encontramos y la empezamos a bajar.
Otro cameo de “La Mega”:
"Después de la odisea de la negra Jais, íbamos sha con las piennas un poco temblorosas pero continuamo con nuestra misión de recorré la Cascades en su totalidá, asín que ar finá der telekí que te sacaba de la proselosa negra, bajamo de nuevo hatta un telesisha que te vuerve a shevá a la casisha de salida, é desí, a tó lo arto de Flaine pa intentá buscá de nuevo er comienso de la Cascades. Hay que desí que esta posibilidá ettaba ahín desde er prinsipio, pero que le fué ocurtada ar Juancar pol los demonios arpinos que le posesheron en la entrada a la negra y que nos shevó a tós a esa esperiensia sercana a la muette.
Er telesisha Desert blanc nos dejó arribota der tó, y etta vé sí que vimo la salida a la deresha pa las Cascades. Ahí empesó la segunda gran asventura y desventura der día. La pitta en sí, bonita é, no vamo a desí que no. E una asulita en partes ansha, y en argunas sonas estreshas y mú bonitas entre montañacas y entre bosques. Pero tiene un ligero inconveniente pal esquiadó estándar que no cuenta con medios de autopropursión incorporados. E plana en mushos sitios, y a veses, é hatta cuetta arriba. Pero cuando digo en mushos sitios, me refiero en mushos, vamo, que la mega salió dashí con unos triseps y unos dorsales de remá que ni Chuachenáger en su época de tersmineitor. Asín también me saco sho catorse kilósmetros. Y treinta si quiero. Ese día, entre los esfuersos de parto en la negra y los remamientos en la Cascades, fueron como dó semana intensiva de gimnasio. Shegamos abajo que nos comíamo un ñu con cornamenta y tó.
Er caso é que cuando sha pol fin consigues dejá atrá las sonas supercoñaso de remamiento, la pitta termina en una sona boscosa mú presiosa, y la neige sha empiesa a transformarse pol el efesto mimmo der caló y de que cada vé aquesho ettá má bajo. Y en esa sona, la pitta empiesa a ponerse divertida. Nieve paposa superplús, pendiente sufisiente y mishones de cadáveres de esquiatrises con poco nivé que san visto atrapaos como moscas en la trampa de la asulita de los mushos kilómetro y que despué dacabá reventao remando, no eran capase ni de dá un giro en nieve paposa. Er Juancar se lansó a toa leshe en esa fase finá de pendiente, pista estresha y contínuas curvas, y la mega se lansó detrá, sartando de bañera paposa en bañera paposa, y esquivando cadávere que nos miraban con cara de "cabrones, como podéis í tan rápido pol aqui si sho mettoy muriendo toa pa avansá dó metro con la cuñita y caerme en la siguiente bañera". Luego shegó una sona de setas estreshas con curvas mú pronunsiadas y la pitta se convirtió en una pitta de bobsleigh. Y a la mega le dio la risa tonta en una curva, de la que se sarvó de salí despedía pol sus reflejos felinos durtimahora, inclushendo grito gatuno dagonía. La mega empesó a cogé velosidá y entre que era difísir jasé curvas pol las bañera y difísir frená pol lo cadávere, a cada curva shegaba má descontrolá, má ráspida y más desposhada. Despué de cuatro curva er Juancar se paró estrañao der jorgorio quescushaba a sus espardas y la mega sha por fin pudo pegá tré caderasos encadenao, perdé velosidá y ganá glamú y prestansia. Un matrimonio de nasionalidá indefinida y cara rosita nos miró con la narí levantá como disiendo, qué poco me guttan ettas locas que vienen a invadí ettos templos arpinos con ese griterío y ese plumerío. Lo pensaban pol mí, no por er Juancar, que les adisviné sho er pensamiento. Er Juancar no se inmuta esquiando ni sobre hielo ni sobre papa ni sobre semento ni sobre roca. Pero la mega todavía é mú erspresiva en sus momentos defusividá montañesa.
Ar momento aparesieron la Carol y er Antonio iguasmente desposhados por la diversión de las curvas con pendiente y cadáveres inesperaos, y seguimo pabajo deseando shegá a argún sitio pa avituasharnos. Cuando terminó la pitta, te escupía en un plano con un bar y una parada dautobú pa vorvé a la sivilisasión, polque aquesho nostaba conestao por remontes con er retto der dominio. Esa era la úrtima perla de la putapitta de los sienes de kilometros, aunque etto sha lo sabíamo e íbamos consiensiáos.
Lo que no sabíamo era que iba a sé imposible esquiá ná ashín. Polque la pitta te deja en una estasión que se shama Sixt, que tiene un par de resmonte y ar meno en el plano, las pittas tienen guena pinta. Asín que nada, servesón y bocata pa recuperá fuersas, y er Antonio, er Juancar y shon nos fuimo a esplorá Sixt. Carol se quedó disfrutando de la servesita.
La esplorasión fue un suplisio. Dó teleskí coñaso, luego crúsate una casrretera, pero ar otro lao de la casrretera no hay ná, vuérvete patrá, er camino que ponía en er mapa pa shegá a los telesishas nostaba pol ningún sitio... Asín que mirando mirando, vemo que hemos vuerto a shegá ar bá donde hemos dejao a la Carol. Vasha rosho. A tó etto, que er radar der Juancar sastivó y vió, ar otro lado dun plano enorme, a gente que iba con esquises. Y dijo, debe sé por ashín, y se lansó a jasé er paso der patinadó pol una esplaná que podía se dó vese er Berrnabeu. Er Antonio dijo, coño!, yo paso, y se fué ar bar. Sabia desisión. La mega, con er ansia viva de seguí esquiando un poquisho, empesó a seguí ar Juancar tirando dasdustore, gluteos, cuadriseps y todo lo que pudiera ashudá a shegá ar finá daquesha blancura sin fin.
Cuando shegamo a lo que paresía un pueblesito, er Juancar se vorvió y se le notaba la incredulidá y la preocupasión en la cara. Mal rosho, pensó la mega. Er radar ha fashao. En efesto, nos quitamos los esquises y empesamo a pegá botancasos montaña arriba, cashe arriba, shalé abajo, y ashí no se veía ni resmonte, ni cable, ni sisha, ni personas jumanas pa regunta, ni ná de ná. Despué dun rato desplorasión, tuvimo que jaserno a la idea de que no había má remedio que vorvé a atravesá la shanura helada, otra vé y en sentido contrario pa vorvé ar bar, polque ashí no había forma de salí esquiando.
Tristes y cariacontesíos, vorvimos a crusá er descampao, que en su vida sabrá vitto en otra, de trasiego que tuvo ese día. Y despué datravesarlo, como er bá ettaba ashín a lo lejo, desidimo cogé un telesquí pa pol lo menos no patearnos la úrtima parte. Y en er telesquí vimos que lo enlases con er retto de lastasión ettaban tashaos en la pisarra. E desí, que no se podía shegá, y cabíamo ettao jasiendo esquí de fondo tontamente y sin ninguna nesesidá. Así que mustios y desersionaos, cogimo er telesqui y vorvimos a pol la Carol y er Antonio, que ettaban sha ashispaos y jasiendo amigos, de tanta servesa que shevaban. Y nos pusimo en la cola pal aubobú que nos shevara a Samoens y pudiéramo relajarnos pol fin despué de tan trabajoso día desquí."
Madre de dios que tortura de remadas interminables!!!! Un caminito azul, pero sin pendiente ni na y no parabas de remar…….. nunca más, caca!!!!
Esta bonita pista en zig-zag era el final de la pista de 14 km, menuda nieve papa, bañeras paposas, nieve super dura debajo, novatos haciendo la cuña, pero al final de la pista………………… UN BAR!!!!!
Nos fuimos al bar, nos tomamos una cerveza, los chicos se fueron a buscar las pistas rojas y yo me quedé a tranquilizar a mis maltrechas piernas después de la tortura.
Los chicos fueron a buscar (BUSCAR) las pistas rojas de Sixt, pero no las encontraron, se pillaron un telearrastre, llegaron por una azul a otro telearrastre y ahí se acabó todo, porque bajaron la pista y estaba el pueblo, supuestamente cruzando el pueblo había una silla que daba acceso a unas pistas rojas muy chulas, pero encontraron ni la silla ni las pistas, se pegaron otra remada más de ida para investigar y de vuelta para volver al bar desde donde salía el bus hacia Samoëns.
Yo me uní en la desesperación de La Mega por no encontrar las pistas rojas, y esperamos el bus entristecidos….
En el bus ibamos como sardinas en lata, pero nos lo tomamos con humor, para variar!!!
Y llegamos al apartamento, nos tomamos una cerveza y nos fuimos al spa…
No pudimos hacer ninguna performance en la piscina porque había unos cuantos niños que nos lo impedían, pero La Mega y yo hicimos sendas carreras de estilo libre, jajaja, algún niño se llevó un manotazo, jajajaja. Luego jacuzzi, sauna húmeda, sauna seca y al apartamento…
Esa noche tocó ensalada al ajillo, salmorejo y pollo al ajillo. Todo riquísimo!!! Menudos cocinillas que me llevé al viaje y encima teníamos lavavajillas!!!!
Y aquí el final del cuarto día de viaje.
