El alojamiento lo pillamos en las afueras del precioso pueblo de Zell am See, donde por las noches teníamos unas vistas espectaculares del pueblo y su lago.
Zell am See, parece, ha ganado popularidad como destino turístico en el mundo musulmán, y durante el día las calles del pueblo se parecen poco a lo que uno imagina de los Alpes. Mucho turista con Hiyab e incluso carteles de información incluyendo traducción al árabe.
El primer día de esquí, en Hintertux, tampoco fue lo que uno se espera del esquí de verano... frío, nieve y mala visibilidad. Aún así, un día muy bien aprovechado buscando zonas seguras entre pistas para pisar nieve virgen.
Luego bajada en el huevo y tuvimos nuestra merecida comida típica en el Hohenhaus Tenne.
El siguiente día, tocó probar el glaciar de Kitzsteinhorn, en Kaprun, muy cerca de Zell am See. Con mejor visibilidad y nieve muy buena a primera hora de la mañana que rápidamente transformó y se hizo casi impracticable. Un día de esquí corto pero intenso.
Finalmente, el último día volvimos a Hintertux, también con muy buen clima y con las imágenes típicas del verano, donde esquiadores, senderistas y demás turistas se entremezclan en las zonas comunes.
Pero, claro está, con toda la tarde libre, además de esquiar nosotros también hicimos algo de turismo "de verano". La zona de Gerlos, el pueblo de Kaprun y, por supuesto, nos bañamos en el lago de Zell am See
Y con esto nos despedimos de los glaciares europeos al menos durante unos meses.