Alto Campoo, esquiar con las piernas y con los ojos
Desde entonces, en Alto Campoo empezó a gestarse un deporte llamado esquí. La pionera fue Pajares en la Cordillera Cantábrica, pero en 1960 ya se juntaban por estas latitudes más de 500 esquiadores para practicar una actividad que, según el diario Alerta, “no resulta difícil, requiere una gran afición y que para ser figura se requiere asimilar la técnica, valor y tener unos pulmones sanos. Un equipo de esquí completo de segunda mano se puede adquirir por 300 pesetas”.
Y, como siempre por estas lides, entraron en juego los esquiadores vascos. Resulta increíble cómo los emprendedores vascos se empeñaron en esquiar aunque no tuvieran grandes montañas. Fueron a buscarlas a tierras vecinas y se convirtieron en los impulsores de algunas de las estaciones actuales. En Alto Campoo fueron los primeros en aparecer con un remonte portátil para competir. Y así creció la pasión local hasta que en diciembre de 1965 se estrenó El Tubo, el primer remonte mecánico fijo de Alto Campoo y en 1969 se creó Cantur (Turismo de Cantabria).
50 años después, en Alto Campoo no se esquía “hasta seis meses al año”, como afirmaban los diarios de la época, pero sí más de 100 días de promedio con nieve natural y sin cañones… Aunque hay muy buenas noticias: toda la instalación ya está bajo tierra y, en cuanto se solucionen los problemas con la balsa, Alto Campoo tendrá por fin nieve de cultivo. Y eso todo el mundo da por sentado que será este verano.
“Somos una estación familiar, con mucho sol, con accesos de lo mejor que existe en España, con una ubicación estratégica que nos permite tener mucha población cercana (cántabros, vascos y castellano-leoneses), con una zona de debutantes enorme, donde es imposible perderse”, nos cuenta David Aja, Director de Alto Campoo.
Efectivamente, Alto Campoo parece un estadio natural para el esquí: un circo en forma de herradura que permite esquiar a los debutantes a lo largo y a los expertos en la ladera izquierda. La estación es muy ordenada, facilísima de entender para el recién llegado y no niega las mejores vistas al esquiador menos entrenado: desde el Pico Tres Mares baja una pista azul hasta la base. Eso quiere decir que incluso un esquiador poco aventurero no se pierde nada, puede hacer el desnivel completo (casi 500 metros) y disfrutar de las espectaculares vistas de Alto Campoo. En días claros puede verse Santander y el mar. Y, por supuesto, la montaña palentina y los vecinos Picos de Europa, un auténtico espectáculo… En este rincón cántabro, además de con las piernas, también se esquía con los ojos.
El Pico Tres Mares es la zona más emblemática de la estación y debe su nombre a un curiosos fenómeno: allí nacen los ríos del Nansa, el Híjar y el Pisuerga, que mueren en el Cantábrico, el Mediterráneo y el Atlántico. Esto es un récord: ninguna otra montaña española vierte a tres mares.
Nos recibe Alto Campoo con todas sus galas. Sol, la montaña cubiertade nieve en polvo, paisajes sublimes. Un día fantástico de esquí, en el que nos hace de guía Javier Carrión, Director General de Cantur, después de que el director David Aja nos haya informado de las novedades de la estación esta temporada: “Hemos remodelado la Cafetería El Chivo, hemos instalado dos cajeros para obtener forfaits a cualquier hora (uno en la estación y otro en el Corte Inglés de Santander), hemos potenciado la venta online y, sobre todo, la mayor mejora está bajo tierra: la instalación de la innivación”.
Para tener 50 años, Alto Campoo ofrece una impresión moderna al primer vistazo. El edificio de recepción, la cartelería, la restauración… No parece una instalación con tanta solera hasta que un ojo entrenado mira las pinzas fijas de los remontes o los motores de las perchas. La estación, cuando desaparezcan las turbulencias de la crisis, necesita un empujón. Solucionado lo más importante (y una gran inversión), el tema de los cañones, existen ambiciosos planes de futuro. Tanto para modernizar remontes como para ampliar dominio y volver a crecer.
Con un tamaño lógico, buena nieve y paisajes sensacionales, sólo echamos en falta pistas algo más técnicas. En Alto Campoo no hay negras y las palas rojas son divertidas pero ninguna es retadora… Pero también hemos tenido suerte: nos hemos topado con nieve en polvo. Con nieve dura, seguro que hablaríamos de emociones más potentes que aquí hemos buscado en los fuera pista finales.
Aunque lo mejor ha sido subir de todo, al Tres Mares, a mirar una y otra vez a los vecinos Picos… Antes de bajar hasta el suelo de la estación por palas como Tortuga o Asnos hasta confluir hasta la entrada. Porque en Alto Campoo es casi imposible perderse, ni siquiera en un día con niebla: si esquías siempre hacia abajo, acabas en el arco de entrada.